Cerámica ibérica de
Jumilla procedente del poblado de Coimbra del Barranco Ancho, su
santuario y sus necrópolis.
Detalle de la decoración de un kalathos estrangulado ibérico de Coimbra del Barranco Ancho.
Del Museo Arqueológico
de Jumilla destaca su excelente ubicación, en la hermosa plaza del
Rollo, frente al Museo de Jesús Nazareno, y al pie de la Iglesia de
Santiago, además de su diáfana presentación, muy limpia y
didáctica.
Plato de borde vuelto.
De las colecciones,
siendo las de Prehistoria y la medieval muy interesantes, son los
fondos ibéricos procedentes de las excavaciones de Coimbra del
Barranco Ancho los que singularizan el Museo. Máxime cuando algunas
de las piezas son poco comunes, y único y espléndido el cipo
funerario, la pieza más destacable.
Candil islámico de pellizco, casco urbano de Jumilla.
El yacimiento del que proceden los materiales
ibéricos del Museo, Coimbra del Barranco Ancho, cuenta con el
poblado, un santuario y tres necrópolis de incineración (del
Poblado , la Senda y el Barranco).
Botella de cuello acampanado decorada con semicírculos a compás.
Se sitúa cerca de la ciudad, en el cerro del Maestre, a dos vertientes, muy próximo al monasterio franciscano de Santa Ana, lugar de peregrinación anual de los jumillanos, un lugar poblado de pinar elevado sobre la planicie, y con agua de manantiales.
Fusayola ibérica. Jumilla.
Se le reconoce como el asentamiento ibérico
más importante del altiplano murciano. Desde allí pudo controlarse
el acceso a la cuenca del Segura desde esa parte de la Meseta y
también las comunicaciones hacia el Vinalopó, a través del
corredor de Pinoso, desde Hellín y el antiguo yacimiento del Tolmo
de Minateda.
Cerámica ibérica. Copa de pie alto y plato usados como urna cineraria y tapadera. Coimbra del Barranco Ancho.
Su influencia comercial
queda reflejada en el repertorio cerámico de importación.
Más de ciento veinte
objetos, fragmentos o piezas completas, se han documentado, tanto en
cerámica ática de barniz negro (cántaros, bolsal, platos de
pescado, fuentes), como de figuras rojas (crátera de campana,
cílicas, escifos y lecito), además del repertorio campaniense,
boles en su mayor parte, producido en los talleres de las Pequeñas
Estampillas y Campaniense A.
Cílica ática de Coimbra, Jumilla.
Detalle de la kylix.
Plato de barniz negro griego usado como tapadera de urna.
Plato de figuras rojas.
Lecito.
Dos personajes en una pieza ática de figuras rojas.
El conjunto ibérico es
abundante, un repertorio formal algo más limitado que el de
yacimientos costeros señalados, pero muy rico y con gran
expresividad en sus sencillas decoraciones geométricas.
Decoración de esvásticas y olas encrespadas.
La vajilla de mesa es cuidada, con pasta depurada,
generalmente pintada con motivos geométricos en tonos rojos (líneas
y bandas, círculos, semicírculos y cuartos, olas encrespadas,
tejadillos, grecas...)
Botella con escritura ibérica.
Forma muy corriente son los enócoes de boca
trilobulada, a menudo con asa doble o geminada. También botellas,
caliciformes, ensaladeras, platos (de ala vuelta y planos, de labio
recto o reentrante con pie alto). Algunos platos, siguiendo la
tradición fenicia, de barniz rojo obtenido por bruñido del engobe.
Plato ibérico decorado con trazos gruesos y acusada simetría.
Como vasos de almacenaje abundan en Coimbra cazuelas
de boca ancha y kalathos. Hay toneletes y cantimploras fragmentarios,
además de grandes ánforas, conservándose un pithos muy bello
conocido como de las granadas, única cerámica con decoración
fitomorfa del conjunto.
Hojas de hiedra y granadas en una hermosa tinaja vertical.
Cerámica más grosera, de cocina, y formas para
otros fines (soportes de carrete, pondera de telar, fusayolas,
macitas de mortero...incluso una supuesta clepsidra de agua)
completan el ajuar cerámico de Coimbra.
Un parte de este ajuar la
presenta el Museo recreando mediante murales pintados un ambiente
doméstico ibérico con personajes masculinos y femeninos en los
espacios de almacén y cocina.
Destaca allí el pithos o
tinaja mencionada, recta y alta con tres asas acanaladas decorada en
franjas con grandes motivos pintados en rojo: hojas de hiedra,
granadas y semicírculos concéntricos que se encuentran.
Anaquel o estante de cocina ibérico. Recreación.
Resulta muy verosímil y
didáctica la disposición de unos estantes de madera sujetos a la
pared con cuerdas de esparto, a modo de alacenas, donde se disponen
los cacharros más pequeños y diversos, habituales en el repertorio
iberico, que nos permiten imaginar su disposición en la cocina.
Decantador ibérico.
Un repaso por algunas de
las piezas nos permitirá disfrutar de las producciones ibéricas del
altiplano murciano.
Una forma singular, escasa
y de imitación griega, es la sítula o vaso ovoide con asa
horizontal, a modo del asa de un cubo, decorada con cenefas donde se
alternan círculos y semicírculos a compás con series de líneas
onduladas paralelas conformando tejadillos, separado cada motivo en
metopas verticales.
Sítula ibérica.
Detalle de la decoración.
Son varios los enócoes a
o jarras para vino, de buen tamaño: engobado en gris, uno presenta
unas líneas de zigzag en la panza, a ruedecilla, con círculitos en
los ángulos.
Otro, cuya superficie bruñida y anaranjada parece una
sigillata, también presenta decoración impresa en triángulos a
peine.
Enócoe.
Decoración impresa sobre oinochoe ibèrico.
De este color y aspecto, con la base plana, un tercero dispone
las líneas dobles a peine rematadas con pequeños círculos en torno
a un círculo central, radialmente.
Detalle.
Un cuarto, con gola en el cuello
como los otros, está decorado con círculos concéntricos y un friso
de series verticales de tres cuartos de circulo, a compás.
Pieza polícroma.
Otro
oinochoe, de mayor tamaño, está profusamente decorado con pintura
de cabelleras y otros motivos, mezclándose el rojo vinoso de la
decoración con el gris quemado de la superficie.
Hay un pequeño recipiente
que se ha identificado como clepsidra o reloj de arena, profusamente
decorado con impresiones muy definidas de soles y otros, con un asa
en el cuello estrecho y amplio labio plano, que recuerda los
unguentarios fenicios. Los agujeritos de la base permitirían la
salida del agua al levantar el dedo de la boca, después de
sumergido.
Clepsidra de agua ibérica.
Una copa de pie alto en
forma de craterita, sin asas, decorada con semicírculos y rombos.
Estas formas cerámicas, copas y enocoes, acreditan el consumo de
vino en una tierra que lo produce desde siempre.
Copa de pie alto.
Abundan los platos con
alto repie, unos de borde ligeramente reentrante y decoración
barroca de líneas finas oblícuas y cuartos de círculo en torno al
tondo central, otros de ala vuelta, planos, de fuerte personalidad
por sus geometrismo limpio, de trazo grueso, con semicírculos,
romboides, cuartos de círculo anclados al círculo de fondo como en
rotación...
plato ibérico de borde vuelto.
Plato ibérico con decoración de círculos concéntricos.
Plato ibérico de borde reentrante.
Hay decantadores,
caliciformes de cuello estrecho y amplia ala, urnitas, macitas de
molino on aplicaciones ornitomorfas, botellitas, tinteros, una muy
buena representación del ajuar cerámico ibérico.
Botellas ibéricas.
Urna de perfil quebrado. Una caprichosa tinajilla con dos carenas en el perfil, pintada.
Vaso piriforme.
Decoración del ala de un caliciforme .
Macita de mortero ornitomorfa.
De entre los vasos destaca la urna de la tumba 32 de la necrópolis de la Senda, una de
las tres de este importante poblado.
Urna de la tumba 32 de la necrópolis de La Senda.
Magnífico también el
kalathos de cuello estrangulado decorado con semicírculos y melenas
a peine en su primer friso, y cuartos de círculo debajo, de muy fina
ejecución las líneas, entre anchas bandas de pintura que por su
tono rojo y brillo más parece barniz rojo que óxido de hierro
común, destacando sobre un engobado de color beige claro o crema.
delicada decoración del kalathos de cuello estrangulado.
Las cerámicas ibéricas
polícromas de Jumilla merecen un comentario detenido, no son nada
comunes. Por lo general la gran mayoría de las cerámicas ibéricas
están pintadas con óxido de hierro sobre pastas claras. Los tonos
del rojo son muy variados, desde anaranjado a marrón o violáceo.
Pero en algunas piezas de Coimbra se utilizó pintura blanca para
definir franjas sobre las que se pintaba la decoración, conformando
la tricromía: engobe blanco, rojizos de la decoración, y pasta no
cubierta de blanco.
Tinajilla polícroma.
Una tinajilla, un enócoe
y un caliciforme o vaso de boca de trompeta grande resultan
singulares y forman un conjunto.
Piezas polícromas.
La decoración juega con
los contrastes de una pintura rojo intenso sobre engobes grises y
blanco, en la tinajilla, o blanco y avellana, en la jarra vinaria, y
además presenta motivos atípicos, en orlas, como ELES afrontadas o
grecas, o esvásticas, que recuerdan la cerámica daunia por la
expresividad de la policromía y los motivos protogeométricos, o
algunas piezas celtibéricas de Numancia o de Teruel con ese tipo de
grecas destacadas sobre engobe blanco. También presentan motivos
atípicos, como el ciempiés y el capitel protoeólico.
Algún autor afirma que la
pintura es aplicada postcocción, circunstancia que no hemos podido
comprobar de visu en vitrina, aunque cuesta admitir algún tipo de
pintura ibérica que aplicada postcocción perdurase con el uso en
el tiempo .
Enócoe con frisos engobados en blanco sobre los que se pinta la decoración con óxido rojo.
Dentro del repertorio
cerámico, hay elementos de culto en terracota, pebeteros
representando la deidad femenina de factura algo descuidada o más
sencilla que en otros lugares, vinculados a la presencia del
santuario.
Pebetero y exvoto de bronce.
Area del santuario de Coimbra del Barranco Ancho.
Es mucha la riqueza de
otras colecciones, como la de armas procedentes de las necrópolis. Y
singularidades como unas diminutas mascarillas repujadas en lámina
de plata, sin duda votivas.
Cuchillo ibérico.
Anillo ibérico.
Plomo escrito con caracteres griegos en lengua ibérica.
También la escritura ibérica aparece representada
en un vaso de difícil lectura, y especialmente en un plomo en
alfabeto griego hallado cerca de la torre de acceso al poblado, junto
al interior de la muralla. La lámina se encontró doblada cuatro
veces, inscrita la cara interna. Se interpreta de contenido comercial
y se ha fechado en el siglo IV a.C.
Fragmento ibérico con decoración zoomorfa del Museo.
Exvoto ibérico sobre lámina de plata.
Pero de todos los fondos del Museo es el cipo del
monumento funerario de la Necrópolis del Poblado la pieza más
extraordinaria. Un bloque prismático de piedra arenisca de algo
menos de un metro de altura y esculpido en alto relieve en sus cuatro
caras laterales. Iría situado muy probablemente sobre la tumba 70,
sobre un túmulo, a modo de pilar estela.
El cipo de Coimbra del Barranco Ancho.
En un lado, una figura femenina sedente posa su mano sobre la frente de un joven. En las tres caras restantes aparecen jinetes, que quizás representen un cortejo funerario.
La visita al Museo Jerónimo Molina es una muy
agradable experiencia para disfrutar y aprender del pasado de esta
importante población del altiplano de Murcia, y permite hacerse una
idea clara de los modos de vida indígenas antes de la romanización.
Muy recomendable para una escapada.
Fragmentos de cerámica islámica verde y manganeso. la colección romana, rica en exvotos de terracota; la medieval islámica y, por supuesto, la prehistórica, completan los fondos de este interesante Museo.
Cuenco de la Cueva de los Tiestos, Jumilla.
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