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viernes, 2 de marzo de 2018

Paseando por el emporion de la Illeta dels Banyets



                    Paseando por el emporion de la Illeta dels Banyets, El Campello, Alicante.

La Illeta dels Banyets es un yacimiento arqueológico enclavado en plena línea de la costa del Campello, entre el cabo de las Huertas, al sur, y la Serra Gelada, entre Lucentum y la vieja Allon, visitada por nautas desde tiempos remotos.
Un lugar inundado de la luz intensa de un cielo casi siempre azul, y los verdes transparentes del mar entre rocas y caletas.
Camino de Allon.
Frente a una torre defensiva, con su aljibe, de edad moderna, desciende el terreno en suave declive hasta el mar, adentrándose una plataforma rocosa en él, formando un istmo unido a tierra (fue istmo primero, luego isla, y ahora ha vuelto a estar unido a la costa), quedando a nuestra derecha una caleta abrigada, y a la izquierda una rada en forma de arco. 
La vieja torre vigía de La Illeta.
El aljibe junto a la torre.
Un enclave maravilloso.
La torre vigía y el aljibe.
La plataforma desciende a Levante, quedando unos asomos rocosos casi a ras del agua, con espacios cuadrangulares tallados en la misma roca, formando pasillos de acceso a piscinas de cría de peces.

Línea de costa del Campello.
El área circundante sin duda ampliará la zona arqueológica, que no se reduce al antiguo islote, pues al menos se conocen hornos de fabricación de ánforas.
Areniscas.
En los años treinta Figueras Pacheco había iniciado excavaciones, y, cuatro décadas más tarde, su excavador a lo largo de doce años, don Enrique Llobregat, identificó allí sucesivas ocupaciones humanas, desde la edad del bronce de perfil argárico, a la época ibérica, y además unas instalaciones romanas fechables en el siglo II.
La Illeta dels Banyets.
El carácter de los edificios fue en parte residencial, con un gran foso o cisterna de aguas pluviales, y unas termas romanas, pero contando con numerosas instalaciones ligadas a actividades económicas y cultuales: almacenes, piletas de lagar, hornos anfóricos en el exterior del recinto, cetaria o vivero de peces, un taller de esparto en la llamada casa del horno, y dos pequeños templos, lo que hace excepcional este lugar.
Aguas límpidas del Campello.
Por ello identificó la Illeta como un emporium o emporion, un puerto comercial donde se realizaban negocios bajo la tutela del poder político o religioso, con los templos vinculados a respaldar, proteger y testimoniar los contratos, a menudo celebrados con mercaderes extranjeros que arribaban por el mar.
Emporion.
Junto a los edificios, ese carácter de puerto franco lo atestiguarían materiales arqueológicos de origen foráneo, con una relativa abundancia de graffiti, en escritura grecoibérica y en púnico, sobre cerámica importada. Probablemente puntos de arribada comercial como este tengan mucho que ver con la evolución del alfabeto ibérico, pues en la tierra contestana se funden el ibérico del norte con el meridional y la escritura jonia.
Intercambiaban mercancías, pero también usos y costumbres, ideas y creencias.
Constituido en parque arqueológico, la musealización deja un regusto excesivamente artificial, a mi juicio, pues fuera de la belleza del paisaje, las ruinas son un pequeño conjunto de recintos separados por gravillas de color, bien explicados, cierto, y en parte bajo cubierta protectora. El concepto es más arquitectónico que arqueológico, con pasarelas de madera, ausente la personalidad y carácter de las ruinas en sí, y muy difícil al público en general imaginar la cultura material de las sucesivas ocupaciones, limitada a la reproducción de un ánfora. Resulta muy gratificante, por contra, admirar las excelentes reconstrucciones infográficas de los edificios publicadas en internet.
Espacio musealizado.
Contrafuertes del muro.
Siguiendo el iter cronológico, se citan vestigios neolíticos; una cabaña circular, hallazgos de sílex, y contenedores cerámicos. De la edad del bronce, fechada aquí en 3.800 a.C., se constata una tumba doble en cista de mampuesto insertada en fosa, en la que aparecieron cuatro botones piramidales de hueso, un pequeño cuchillo de bronce, brazalete de arquero, un vasito ovoide y una tulipa. Sería asi el asentamiento argárico más septentrional, saltando la frontera del Vinalopó.

Brazal de arquero.
Puñal.
Tulipa argárica.
Vasito ovoide.
Puñal argárico enmangado.
Vasija neolítica para guardar cereal.
Al fondo la Serra Gelada.
La gran cisterna se hizo en este momento (hay otra más), excavando la roca y forrando el hueco de gruesos cantos con argamasa, y el fondo con capas impermeables de arcilla, mejorándo su función cuatro siglos después con una balsa de decantación.
Una gran cisterna.
Revestimiento interior de cantos y argamasa, cisterna de La Illeta.
La ocupación ibérica arranca del siglo V, configurándose en el IV dos calles longitudinales unidas por transversales.
Llegaron los nautas.
Estructura muraria.
El almacén debió consistir en un suelo de madera y bajo cubierta, elevado sobre muretas paralelas de mampostería, para evitar humedad al cereal allí guardado, más un porche adosado, que luego fue ocupado y dividido en tres estancias.
Cerámica ibérica contestana, plato de pescado.
El templo llamado A es grande, un cuerpo central de tres naves, la central más ancha, con otras dos habitaciones al fondo, y dotado de pórtico in antis con dos columnas octogononales de basa y fuste jónicos, de las que se halló parte de una, fuste y basa. El muro de separación entre pórtico y cuerpo del edificio estuvo pintado de rojo cinabrio. La monumentalidad, disposición arquitectónica, un fragmento de escultura humana, y varios pebeteros femeninos de terracota, avalan su carácter sacro.
Quemaperfumes o altar de La Illeta.
Se elaboraba en la Illeta también vino, depositándose la uva a través de un vano en una pileta de prensado de donde el mosto caía a la pileta de decantación, ambas con cal enlucida.
Lagar.
Destacan en el paisaje los viveros para la cría de peces, en la orilla misma abierta al mar, y consisten en varias balsas talladas en la roca y comunicadas con el mar abierto, como los existentes en Jávea y Calpe.
Los baños de la Reina, Calpe.
Viveros de La Illeta.
El segundo templo, más pequeño pero de gruesos muros, destaca por haberse hallado en él un pebetero cuadrangular de arenisca tallada, de tipo oriental, que su excavador paralelizó, salvando el salto cronológico, con el de Megiddo o el del Templo de Salomón.
Altar de tipo oriental.
Altar de Villaricos, M.A.N.
Es un pequeño altar labrado en un bloque de piedra arenisca, pequeño (12 x 16,5 cms), dividido en tres cuerpos, con un rehundido en la parte superior para las ofrendas aromáticas, sin descartar que pudiera usarse para libaciones rituales.
El culto del lugar lo atribuyó Llobregat a la diosa Deméter Koré, diosa de la fecundidad y de los muertos en época ibérica, bajo un nombre que desconocemos.
Pebetero de La Illeta.
Sobre dos plataformas de adobe se depositarían ofrendas. El nivel inicial de la calle se refaccionó siglos después elevándolo para dotarlo de columnas de sustentación de la techumbre y escaleras de acceso.
Restos de garum de la cetaria de Santa Pola, Portus Illicitanus.
Sólo una casa se ha podido documentar con certeza, constando de dos plantas, cuatro habitaciones y un patio cubierto en parte. Uno de los espacios se identificó como lugar de culto doméstico por la presencia de un tymiatherion. Junto a este edificio, el lagar del vino.
Praefurnium.
A lo largo de los siglos I y II se levantó una villa con sus pequeñas termas. La explotación piscícola de las balsas o viveros labrados en la roca se inserta en el comercio marítimo y terrestre de productos del mar, como conservas y salazones.
Enlucido de opus signinum. La Illeta.
Mosaico del Museo de Santa Cruz de Toledo. Peces.
El valor cultural de la Illeta es muy elevado, por los rasgos singulares del yacimiento en sus distintos momentos de su ocupación. El entorno, muy hermoso, de azul intenso y aguas transparentes.
Un mar precioso.
Limonium.
Mediterráneo.






sábado, 2 de enero de 2016

Metalurgia y cerámica argáricas.




                                                       Metalurgia y cerámica argáricas.






                       Crisol con mineral de cobre. Reconstrucción en el Museo de Ciudad Real.

    Impresiona la cantidad e importancia de los yacimientos argáricos murcianos; a quienes nos gusta la cerámica arqueológica nos atrae esta cultura de la edad del Bronce porque desarrolló cerámicas excelentes, modeladas a mano y por lo general sin decoración, con bases convexas y superficie bruñida, de gran personalidad, a veces finas, de muy buen acabado.





    Tulipa con pie, forma poco común.



    Tulipa, forma 5 de Louis Siret, Museo de Murcia, con la característica carena.



     Los poblados, casi siempre en altura, sobre escarpes del relieve, estaban protegidos en sus lugares más accesibles con murallas y torreones, como en el Cerro de las Viñas de Lorca, controlando así el territorio circundante y las vías de comunicación próximas.







     Escarpes junto al Cabezo de la Mina, Santomera.




    Tulipa del Museo de Almería.

     

     Se conocen algunos otros poblados que se asientan en llano o pie de monte, con casas aisladas, sin ningún tipo de construcción defensiva, como el Rincón de Almendricos o los Cipreses.




    Enterramiento argárico en cista conformada por lajas de pizarra, Almendricos.


    Lugares como Bagil, Bolvax, Cerro de la Viñas de Coy, Cobatillas la Vieja, Ifre, La Bastida de Totana, la impresionante Almoloya de Pliego, La Placica, la Morra del Moro, Las Covaticas, Los Cipreses, Monteagudo, Murviedro, El Capitán, Punta de Gavilanes, Rincón de Almendricos… 



    Sierra de Enmedio, minas de hierro con asomos de cobre.
    El Cabezo de la Mina de Santomera se halla junto a una vieja explotación de cobres grises con abundancia de tinciones de azurita y malaquita. El poblado de Ifre, junto a los carbonatos de cobre de Pastrana, en Mazarrón.







    ... allí trabajaron también los metales, de forma destacable: elaboraron armas, herramientas y adornos en cobre, bronce, plata y oro, con una tecnología desarrollada, perfeccionando los procesos de fundido, forjado en frío, recocido (para recristalizar y hacer dúctil el metal estirado en frío), laminado y pulido, concentrados en algunos poblados centrales con talleres especializados, ubicados en las partes más elevadas o acrópolis, probablemente relacionados con la proximidad de veneros de materia prima, mineral explotable.



    Filón de carbonatos de cobre. Fácil de detectar por su intensa coloración.



    Molde de arenisca para fundir varillas. Museo de Alcoy.




    Alabarda argárica con remaches.



    Puñal argárico de cobre, a menudo arsenical.
    El cobre o, más tardíamente, el bronce se emplearon para la fabricación de espadas, alabardas, hachas, puñales, cuchillos, punzones, remaches y pequeños adornos, mientras que el oro y la plata se reservaron de brazaletes, pendientes, ensanchadores del lóbulo, anillos y diademas. La plata se obtenía nativa o de los cloruros (querargirita), al desconocerse la copelación (Proyecto Arqueometalurgia de la Península Ibérica), se usaba con más profusión que el oro, y es más abundante en el Sureste Peninsular que en el resto de Europa para esta época, especialmente en el bajo Almanzora (Plata Argárica, Montero, Rovira, Gómez).



    Arete de plata.


    Hasta hace unos años las únicas muestras de plata nativa españolas que se podían localizar en colecciones mineralógicas eran de la corta Santa Matilde, en Herrerías (Cuevas de Almanzora), junto con barita, hasta que se cerró la explotación y se cubrió de estériles. La presencia de este mineral justificaría las trazas de plomo, pero no un proceso de copelación. El metal aparece aleado con pequeñas proporciones de cobre.







    Barita de Corta Santa Matilde, Herrerías. Plomo junto a la plata nativa.

    Plata nativa de Herrerías, Almería.

    En Alicante, aparecen estas cerámicas y estos trabajos en metal en Laderas del Castillo en Callosa y San Antón en Orihuela, antiguas excavaciones del jesuita Julio Furgús, el Cabezo Pardo en la Vega Baja del Segura; y, limitando con el Vinalopó, entremezclando producciones del bronce llamado valenciano, la Horna de Aspe, El Tabayá , Puntal del Búho y Caramoro en Elche, y la Illeta dels Banyets en El Campello, que a esta fecha cierra el límite norte de influencia argárica.



    Brazalete de arquero de pizarra de la Illeta dels Banyets, El Campello, Alicante.
     Tulipa argárica.
    Puntal del Búho, Elche, junto al Vinalopó. Se conoce un pie de copa argárico entre materiales del bronce valenciano.




    Laderas del Castillo de Callosa. Aquí y en San Antón de Callosa excavó el jesuita Julio Furgús.

     
    Como elementos característicos de su cultura material, citar la abundancia de dientes de hoz de sílex, relacionados con la base alimentaria de cereales, trigo y cebada. Las leguminosas, guisantes y habas, se consumían también. En hueso son característicos los botones piramidales y acabados de los enmangues de ciertas armas. La actividad textil se documenta por pesas de telas de barro.



    Molino de mano, museo de Alcoy.




    Trigo, cebada y leguminosas eran la base de la dieta.


    A menudo los dientes de hoz presentan el lustre que sobre el pedernal deja la fricción de la siega.


    Pero la singularidad está centrada en la metalurgia. Paradójicamente, el yacimiento que está proporcionando mejor y más abundante información está en el límite sur de esta cultura, es Peñalosa, en Baños de la Encina, Jaén. Allí, sobre un espolón de pìzarra aterrazado artificialmente han aparecido restos que muestran todo el proceso metalúrgico del cobre y del trabajo de la plata (mineral, crisoles, moldes, lingotes, escorias y gotas de fundición, y piezas acabadas). Se halló un depósito de galena y el molino para su machaqueo, molde para brazaletes, y crisoles con restos de plata en sus paredes. Galena, sin embargo, poco argentífera.



    Moldes de fundición y productos fundidos procedentes de otro contexto cultural, el Cabezo Juré de Alosno, en Huelva.




    Fuelle de piel unido a la tobera. Museo de Ciudad Real, reconstrucción.
Se explotaban filones de óxidos y sulfuros de cobre por medio de martillos de minero, se procedía al molido del mineral, separándose la mena de la ganga por flotación o sedimentación. Este mineral machacado y separado se tostaba fuera de las áreas de habitación , en hornos simples o en las denominadas vasijas-horno, alimentados con aire impulsado por toberas.
 



 Superficie de un lingote de cobre fundido chipriota.




Cobre nativo.

Las impurezas de la masa resultante eran eliminadas con un intenso triturado, y el polvo limpio se fundía en crisoles, en espacios abiertos pero dentro de las casas del poblado. Una vez fundido el metal era vertido en diferentes moldes para la obtención de piezas o lingotes. Predominan punzones, leznas, cinceles y puntas de flecha. En los ajuares funerarios, además de punzones, aparecen objetos de adorno en plata y oro, como aretes y pulseras o brazaletes, y armas: puñales y espadas.




Vasos argáricos en el Museo de Almería.


Ajuares argáricos según Siret.