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lunes, 1 de diciembre de 2014

Minas de Riotinto y Nerva: geología desnuda, emporio tartésico de plata entre dehesas verdes.



      

Minas de Riotinto y Nerva, emporio tartésico de plata entre dehesas verdes


. Al dirigirme a Minas de Riotinto desde el oriente voy descubriendo un entorno privilegiado de dehesas verdes y limpias y bosques de pinos piñoneros. La vegetación indica un substrato geológico diferente y singular, confirmado por el encuentro con las viejas minas del Castillo de las Guardas.
Una geología singular, formada entre el devónico y el carbonífero, abundante en pizarras grises o negras, que vemos pardas o rojizas cuando el tiempo las ha meteorizado. También rocas volcánicas, riolitas, y cuarzo, tobas esquistosas a menudo conteniendo piritas, de color amarillento. Se da el verde en los pórfidos, el rojo del gossan, las pizarras moradas, los jaspes manganesíferos...


Riotinto, geología desnuda.
        Llegando desde Nerva aparece un paisaje sorprendente, donde la mano del hombre ha actuado intensivamente durante cinco mil años arrancando a la tierra sus riquezas minerales, conformando un relieve artificial pintado con todos los colores de la paleta de un pintor. Estamos en el territorio del mito, visualizamos la entraña mineral de Tartessos.


Corta Lago.
      El cerro Colorado, nos indica la riqueza de esta tierra roja, donde hierro, cobre, oro y plata se han confundido en rojos que ya los romanos sabían identificar como tierras ricas en minerales. El cerro Salomón, con su topónimo remoto y desconocido, parece retar al sabio que busca acreditar el mito y sólo encontró ruinas almohades sobre restos de una minería antiquísima, pero donde el rey de Tiro no levantó ningún palacio. Eruditos arqueólogos han buscado los orígenes más remotos de la metalurgia de Occidente entre las escorias.

Pirita, sericita, filitas moradas, escorias, gossan de Riotinto.
        Estamos en el territorio más rico del mundo en piritas de cobre. Sobre los lentejones de pirita, visibles en gris claro en las cortas, las monteras rojizas de gossan, que, alterados los sulfuros de las rocas que las conformaron, son ricas en hierro y sus óxidos, pero también en oro y plata, concentrados en su base y explotados por los romanos. Estas monteras rojas han señalado desde siempre las concentraciones masivas de sulfuros metálicos.

Bloque de calcopirita, minas de La Nava.

El Río Tinto.
        Son muchos los atractivos para pasear por este lugar, especialmente si a uno le atrae la geología o la arqueología, y disfrutar de la visita, entre otras varias posibles, al Museo minero, rico en contenidos y muy didáctico, excelente opción para aprender y comprender, que sin duda alguna vale la pena. 

Pórfidos en las cortas de Riotinto.
Erica Andevalensis, endemismo de la minería onubense.
Excavaciones en el poblado minero romano de Cortalago, Riotinto.
        Allí, entre muchísimas cosas de interés, me detengo en los objetos que atestiguan el origen de la metalurgia peninsular: crisoles, toberas, escorias, fragmentos de plata y cobre, … pero también la vida cotidiana de estos pobladores de la edad del bronce, que explotaron los veneros más superficiales de cobre, naturalmente destacados en el entorno, antes de aprender a extraer la plata codiciada por los fenicios.

Cuenco a mano del dolmen de La Lancha, Nerva.
        Vasos a mano de poblados metalúrgicos, humildes cerámicas del mundo megalítico del Andévalo, de dólmenes y tholoi, y vasos a torno policromados de filiación tartésica. De la importancia de las explotaciones romanas da cuenta, entre muchas otras cosas, una riquísima colección de ungüentarios de la necrópolis de La Dehesa. El patrimonio arqueológico de la zona es muy grande.

Jarra a torno polícroma de filiación tartésica.
  
Ungüentarios romanos de la necrópolis de La Dehesa, Minas de Riotinto.
  
Machacadora de mineral. Riotinto.
  Si este blog fuese literario tendría que explicar porqué el barrio inglés de Bella Vista huele a madreselvas y eucaliptus. Pero me quedo con las piedras. Quizás a algunos les parezca un paisaje desgarrado, pero para mí es un lugar donde una naturaleza muy hermosa se da la mano con la historia humana, con el esfuerzo de los hombres, un enclave privilegiado y singular, único, ahora protegido, donde no te cansas de admirar.

Lingote de hierro. Museo minero de Riotinto.

Cuppa romana. Cipo de incineración labrado en media caña sobre el gossan de Riotinto.


         
Corta Atalaya, Minas de Riotinto.
Estériles de minería. Zarandas, Riotinto.
Bancada de corta. Riotinto.
  La visita a la Peña del Hierro en Nerva es de singular belleza. No siempre es posible atravesar una galería de mina bien acondicionada para deleitarse con la belleza de una corta multicolor reflejada en una lámina de agua, como en un calidoscopio. Las ruinas del poblado, el aroma del monte verde, un centro de interpretación bien acondicionado, nos acercan al pasado de este pueblo minero que ahora rescata de sus paisajes de hierro y su arqueología industrial unos valores con futuro.
Sinfonía cromática en Peña del Hierro, Nerva.
Mina de Peña del Hierro, Nerva.

Montera de gossan en Peña del Hierro, Nerva.

Malacate de Peña del Hierro.

Corta de Peña del Hierro reflejada en el agua.
Vagonetas y aguas mineralizadas del Tinto.
El patrimonio minero de la zona es enorme, hoy protegido. Sirva esta entrada de homenaje a tantos hombres que trabajaron aquí en condiciones muy duras. Y de reclamo para el curioso de sitios singulares. Una escapada muy interesante. Volveré seguro, es uno de los lugares más fotogénicos que conozco, se disfruta.

jueves, 9 de octubre de 2014

Cerámica, cobre y bronce. Del cobre metal al cobre como esmalte cerámico.

       

El cobre: de su uso como metal al esmalte cerámico.

       Dedico esta entrada a escribir unas notas sobre la importancia del cobre en la evolución humana, desde una perspectiva arqueológica.
       Las primeras sociedades que explotaron los filones de carbonatos de cobre aprovecharon la facilidad para su detección que brinda su hermoso colorido: azules y verdes intensos aparecian diseminados en las montanas de Irán, en Chipre, o en las sierras de Huelva. La especialización minera, la transformación metalúrgica, dieron lugar a la cultura tartésica.
Mineralización de secundarios de cobre. La asociación de estos minerales a las culturas del calcolítico y del bronce es clave.

Ajuar campaniforme: cerámica, punta de Palmela, puntas de flecha con pedúnculo y aletas de sílex.
       La obtención del mineral en los orígenes se centraba en la localización y vaciado a pico de los filones superficiales ricos en azurita y malaquita,
Minerales de cobre. Cabezo de la Mina, Santomera. En esta mina que ya explotaba la sociedad argárica se extrajeron cobres grises, calcosina, hasta el siglo pasado.



Cuchillos, punzones, aretes, alabardas.... forman parte del ajuar metálico de las culturas calcolíticas y del bronce, junto a un repertorio cerámico característico en cada una de ellas. 

Masa de calcopirita de la Corta Brunita, la Unión.
       Los sulfuros de cobre igualmente suelen presentar colores muy llamativos, brillo intenso dorado o irisaciones. Ello debió ser determinante en las prospecciones antiguas.
Calcopirita irisada, muy abundante en toda la franja pirítica onubense.
       La introducción de las técnicas metalúrgicas supuso una revolución que permitió ir desarrollando todo tipo de utensilios de cobre, así como su comercio. En cualquier museo arqueológico encontraremos pequeños punzones de cobre, aretes, hachas, puntas de flecha, cuchillos... todo un repertorio de herramientas y objetos de adorno que conviven con la industria lítica.
Hachas de cobre sobre un molde de fundición y punta de Palmela.

        El descubrimiento de la aleación del cobre, raramente puro en estado natural, con antimonio, arsénico, plomo o estaño, quizá se pueda comprender desde la coexistencia de unos poblados metalúrgicos especializados que iban tratando los minerales con sus composiciones naturales a la vez que experimentaban de forma empírica con aleaciones intencionales, transmitiendo los secretos del oficio de generación en generación. Lo que sí sabemos es que la dureza del cobre aleado con estaño en una pequeña proporción, es decir el bronce, supone el hallazgo de un metal mucho más duro y, por lo tanto, estratégico y codiciado desde la antiguedad lo suficiente como para incentivar viajes de exploración y apertura de rutas comerciales entre ambos extremos del Mediterráneo, incluso la circunnavegación del litoral atlántico peninsular en busca del estaño necesario. 
Hacha de cubo, bronce.

       La minería del cobre se desarrolló en toda la rica fraja pirítica peninsular, pero también en muchos pequeños enclaves mineros diseminados. Simultáneamente la minería del plomo argentífero fue un gran atractivo para las compañías de negotiatores romanos, arrendatarios y explotadores de la riqueza de Castulo y de la sierra de Cartagena.
Mineros romanos en un relieve de Palazuelos, cerca de Linares.
Las aguas del Río Tinto cargadas de lixiviados minerales de la zona más rica en cobre de Europa.

         El bronce fue limitadamente utilizado en época prehistórica, pero su uso fue incrementándose paulatinamente al ir desarrollándose nuevas técnicas, como la cera perdida que permitía un trabajo de mucha mayor calidad a la vez que exigía una especialización artesanal muy alta.
          El uso de la moneda de bronce constata este uso intenso del metal aleado.
Tesaurización de monedas.
     
        La monetización de los pueblos ibéricos, si bien tiene sus precedentes en las colonias griegas y púnicas, con sus emisiones de plata, es con la llegada de Roma cuando alcanza su desarrollo con acuñaciones propias y leyendas en alfabeto indígena, romano o púnico en las costas meridionales.

Moneda púnica de plata acuñada en Siracusa.
 
As ibérico de Iltirta. Reproducción en bronce.

  La sociedad romana utilizó el bronce con profusión, tanto para usos funcionales como ornamentales. 
Copa romana de bronce.


Sextercio de bronce de Germánico.

Bronce romano


           Interesa destacar que el uso del cobre no fue sólo como metal. Desde la evolución de la cerámica abre el capítulo de una técnica nueva, el esmalte. El óxido pulverizado de cobre, mezclado con un fundente, se ha venido utilizando para bañar las piezas de barro torneado y embellecerlas con un hermoso color verde intenso, que además impermeabiliza la pieza. De este hallazgo, que arranca de las técnicas de pastas vítreas egipcias y fenicias, eran conocedores los romanos, pero por alguna razón son muy escasas las piezas romanas trabajadas con barnices. presentamos una lucerna de doble piquera procedente de la colonia romana de Illici, que puede admirarse en el Museo de La Alcudia de Elche.
Lucerna de la Alcudia de Elche, con esmalte de cobre.
       Pero la técnica del vidriado o esmaltado de la cerámica será en época islámica cuando alcance su uso generalizado, tanto utilizando cobre como óxido de hierro para la obtención del color melado.
Candil de piquera islámico de Córdoba vidriado con óxido de hierro.
Epigrafía califal en verde de cobre y óxido de manganeso para delimitar el dibujo, sobre baño de plomo.

Cerámica califal del taller de Medina Azahara con la técnica del verde y manganeso. Puede observarse la alteración delas sales del vidriado de cobre que adquieren tonalidades turquesa.
Cerámica verde y manganeso de Medina Azahara. El manganeso da una coloración morado oscuro.
Tesoro romano de monedas de bronce
Tesorillo romano: recreación. Las monedas de bronce están alteradas por los cloruros de cobre.