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domingo, 1 de noviembre de 2015

Cerámica andalusí y vida cotidiana en Murcia. Algunas cerámicas islámicas del Museo de Santa Clara.

 
Cerámica andalusí y vida cotidiana en Murcia. Algunas cerámicas islámicas del Museo de Santa Clara.

  Jarrita esgrafiada sobre óxido de manganeso.

El Museo de Santa Clara se encuentra en pleno centro de la ciudad de Murcia y ocupa parte del Real Monasterio de Santa Clara, clausura donde residen las Hermanas Pobres de la Orden de Santa Clara. El complejo arquitectónico que integra el museo constituye uno de los conjuntos monumentales más destacados de de Murcia.
Dice la historia que extramuros de la Medina de Murcia el rey murciano Ibn Mardanís, el rey Lobo, edificó una residencia de recreo que llamó Al Dar Sugra, o Alcazar Seguir. Los almohades lo arrasaron a comienzos del siglo XII. Medio siglo más tarde fue reedificada por Ibn Hud Mutawakkil, pasando a denominarse el Alcázar Hudí. 

 
Cerámica verde y morado.

De residencia palacial de recreo de la nobleza durante los siglos XII y XIII pasó a ser, desde el XIV, edificio religioso y convento de clausura, cuya dilatada vida ha permitido la conservación de este patrimonio.

Cuerpo globular de una botella califal. La producción califal decorada con esmaltes verde de cobre y óxido de manganeso sobre barniz blanco de plomo está ampliamente difundida en el territorio de Al Andalus.
 
Junto a un gran patio del siglo XIII, con una gran alberca, y la recreación de un jardín árabe, en un ala se disponen las colecciones visitables. En el piso alto, coro gótico de la Iglesia contigua, obras de arte sacro, destacando un imponente Crucificado de Salzillo. En la baja, llamada Sala Tudmir, una colección de restos de la cultura hispano árabe murciana: arquitectónicos, yeserías, epigráficos y numismáticos, … de distintos lugares de la geografía regional, completando para el período medieval las colecciones del Arqueológico Provincial.

                                Ataifor epigráfico califal murciano, con paralelos cordobeses.

Se expone una amplia representación de cerámica característica de este período: desde las primeras producciones con decoración verde manganeso, de época califal, a las espléndidas jarras esgrafiadas de los siglos XII- XIII, así como ajuares utilitarios y sencillos propios del ámbito doméstico andalusí.

Vasito y redoma con vidriado melado. Estas piezas formarían parte del ajuar de mesa más común.

                                                   
                        Candil de piquera sin decorar elaborado con abundante desgrasante grueso.

                           Cuenco de ala y repié decorado con pequeños trazos de manganeso.

     Candiles de piquera de las Claras de Murcia, barro muy claro y decoración de trazos de óxido de hierro en disco y borde de la piquera. La forma y decoración del que aparece en primer plano es casi idéntica a un ejemplar hallado en la Rábita califal de Guardamar del Segura.

Candil múltiple hispano árabe de Murcia. Sobre el cuerpo discoidal torneado y cerrado en cono, el alfarero pegó cuatro piqueras levantadas para evitar que se derramase el aceite, y sobre cada unión modeló un murete o espejo protector, que evita el riesgo de verse la pieza entera envuelta en fuego si el aceite se desparrama. estos espejos han sido decorados con tres almenillas talladas a cuchillo. La terminación mediante talla se aprecia también en las piqueras.

Una pieza singular procedente de Monteagudo. Un modelado arquitectónico semejando un patio central con un ala cubierta a cada lado, y dos torres sobre la mitad de estas cubiertas aterrazadas, sirve de reposadero de dos jarritas esgrafiadas y pintadas al manganeso. El agua que rezumaba quedaba en el reposadero que servía de bebedero de pájaros. La decoración de la arquitectura combina incisiones e impresiones. 

Detalle de la decoración epigráfica esgrafiada sobre el manganeso antes de cocer, y leyenda esquematizada pintada con el mismo óxido en el cuerpo de la jarra. Asas arrolladas. Procede de Monteagudo, Murcia, otro conjunto palacial, y se expone en el Museo de Claras.


Detalle de la decoración incisa e impresa del soporte arquitectónico o maqueta.

Las terrazas del reposadero tienen una perforación de recogida de agua y se sustentan mediante una columnilla central.

Precioso ejemplar murciano de cuerda seca parcial, jarra de dos asas de cinta, cuerpo globular con pie de anillo,  y cuello muy esbelto dividido en frisos decorativos, ajedrezados y leyenda epigráfica delimitadas con manganeso y rellenos de esmalte de cobre.

                                                 Cántaro con digitaciones de manganeso.

Al final se exponen cerámicas mudéjares de transición entre el mundo medieval islámico y el cristiano.

Jarritas hispano árabes.
Hemos reservado para el final esta evotadora muestra de pintura mural, temple sobre estuco,  una rareza por tratarse de representación de un rostro, un flautista, y, además de gran belleza en el trazo y colorido.


Adaraja o  ladrillo superpuesto en el muro y destinado a servir de trabazón con distintos fines, que perteneció a una cúpula de mocárabes del palacio del Rey Lobo, datado en la segunda mitad del XII.                                                         
                                 Flauta hispano árabe torneada en hueso. Museo de las Claras, Murcia.











jueves, 9 de octubre de 2014

Cerámica, cobre y bronce. Del cobre metal al cobre como esmalte cerámico.

       

El cobre: de su uso como metal al esmalte cerámico.

       Dedico esta entrada a escribir unas notas sobre la importancia del cobre en la evolución humana, desde una perspectiva arqueológica.
       Las primeras sociedades que explotaron los filones de carbonatos de cobre aprovecharon la facilidad para su detección que brinda su hermoso colorido: azules y verdes intensos aparecian diseminados en las montanas de Irán, en Chipre, o en las sierras de Huelva. La especialización minera, la transformación metalúrgica, dieron lugar a la cultura tartésica.
Mineralización de secundarios de cobre. La asociación de estos minerales a las culturas del calcolítico y del bronce es clave.

Ajuar campaniforme: cerámica, punta de Palmela, puntas de flecha con pedúnculo y aletas de sílex.
       La obtención del mineral en los orígenes se centraba en la localización y vaciado a pico de los filones superficiales ricos en azurita y malaquita,
Minerales de cobre. Cabezo de la Mina, Santomera. En esta mina que ya explotaba la sociedad argárica se extrajeron cobres grises, calcosina, hasta el siglo pasado.



Cuchillos, punzones, aretes, alabardas.... forman parte del ajuar metálico de las culturas calcolíticas y del bronce, junto a un repertorio cerámico característico en cada una de ellas. 

Masa de calcopirita de la Corta Brunita, la Unión.
       Los sulfuros de cobre igualmente suelen presentar colores muy llamativos, brillo intenso dorado o irisaciones. Ello debió ser determinante en las prospecciones antiguas.
Calcopirita irisada, muy abundante en toda la franja pirítica onubense.
       La introducción de las técnicas metalúrgicas supuso una revolución que permitió ir desarrollando todo tipo de utensilios de cobre, así como su comercio. En cualquier museo arqueológico encontraremos pequeños punzones de cobre, aretes, hachas, puntas de flecha, cuchillos... todo un repertorio de herramientas y objetos de adorno que conviven con la industria lítica.
Hachas de cobre sobre un molde de fundición y punta de Palmela.

        El descubrimiento de la aleación del cobre, raramente puro en estado natural, con antimonio, arsénico, plomo o estaño, quizá se pueda comprender desde la coexistencia de unos poblados metalúrgicos especializados que iban tratando los minerales con sus composiciones naturales a la vez que experimentaban de forma empírica con aleaciones intencionales, transmitiendo los secretos del oficio de generación en generación. Lo que sí sabemos es que la dureza del cobre aleado con estaño en una pequeña proporción, es decir el bronce, supone el hallazgo de un metal mucho más duro y, por lo tanto, estratégico y codiciado desde la antiguedad lo suficiente como para incentivar viajes de exploración y apertura de rutas comerciales entre ambos extremos del Mediterráneo, incluso la circunnavegación del litoral atlántico peninsular en busca del estaño necesario. 
Hacha de cubo, bronce.

       La minería del cobre se desarrolló en toda la rica fraja pirítica peninsular, pero también en muchos pequeños enclaves mineros diseminados. Simultáneamente la minería del plomo argentífero fue un gran atractivo para las compañías de negotiatores romanos, arrendatarios y explotadores de la riqueza de Castulo y de la sierra de Cartagena.
Mineros romanos en un relieve de Palazuelos, cerca de Linares.
Las aguas del Río Tinto cargadas de lixiviados minerales de la zona más rica en cobre de Europa.

         El bronce fue limitadamente utilizado en época prehistórica, pero su uso fue incrementándose paulatinamente al ir desarrollándose nuevas técnicas, como la cera perdida que permitía un trabajo de mucha mayor calidad a la vez que exigía una especialización artesanal muy alta.
          El uso de la moneda de bronce constata este uso intenso del metal aleado.
Tesaurización de monedas.
     
        La monetización de los pueblos ibéricos, si bien tiene sus precedentes en las colonias griegas y púnicas, con sus emisiones de plata, es con la llegada de Roma cuando alcanza su desarrollo con acuñaciones propias y leyendas en alfabeto indígena, romano o púnico en las costas meridionales.

Moneda púnica de plata acuñada en Siracusa.
 
As ibérico de Iltirta. Reproducción en bronce.

  La sociedad romana utilizó el bronce con profusión, tanto para usos funcionales como ornamentales. 
Copa romana de bronce.


Sextercio de bronce de Germánico.

Bronce romano


           Interesa destacar que el uso del cobre no fue sólo como metal. Desde la evolución de la cerámica abre el capítulo de una técnica nueva, el esmalte. El óxido pulverizado de cobre, mezclado con un fundente, se ha venido utilizando para bañar las piezas de barro torneado y embellecerlas con un hermoso color verde intenso, que además impermeabiliza la pieza. De este hallazgo, que arranca de las técnicas de pastas vítreas egipcias y fenicias, eran conocedores los romanos, pero por alguna razón son muy escasas las piezas romanas trabajadas con barnices. presentamos una lucerna de doble piquera procedente de la colonia romana de Illici, que puede admirarse en el Museo de La Alcudia de Elche.
Lucerna de la Alcudia de Elche, con esmalte de cobre.
       Pero la técnica del vidriado o esmaltado de la cerámica será en época islámica cuando alcance su uso generalizado, tanto utilizando cobre como óxido de hierro para la obtención del color melado.
Candil de piquera islámico de Córdoba vidriado con óxido de hierro.
Epigrafía califal en verde de cobre y óxido de manganeso para delimitar el dibujo, sobre baño de plomo.

Cerámica califal del taller de Medina Azahara con la técnica del verde y manganeso. Puede observarse la alteración delas sales del vidriado de cobre que adquieren tonalidades turquesa.
Cerámica verde y manganeso de Medina Azahara. El manganeso da una coloración morado oscuro.
Tesoro romano de monedas de bronce
Tesorillo romano: recreación. Las monedas de bronce están alteradas por los cloruros de cobre.