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miércoles, 25 de marzo de 2020

ISpanYa, la costa de los fundidores de plata. Fenicios en Tartessos.




ISpanYa, la costa de los fundidores de plata. Fenicios en Tartessos.


Por Juan Antonio Pérez Meca.

Galena argentífera.

El presente artículo es una breve síntesis divulgativa del estado de la cuestión sobre la producción de plata en el momento de la llegada de los fenicios a territorio tartésico.

La metalurgia fenicia de la plata no puede analizarse, para la Península ibérica, sino en términos de un debate abierto en función de las evidencias arqueológicas que arrojen luz sobre la incidencia real del fenómeno colonial sobre el conocimiento que del proceso metalúrgico y sus técnicas tuvieron los metalúrgicos indígenas.
Parece aceptable dar por cierto que quienes asumieron el riesgo de largas navegaciones en busca de la plata tartésica otorgasen valor al conocimiento de los procesos extractivos y de fundición que estaba a su alcance en áreas del oriente donde desarrollaban por generaciones su comercio, así como a aquel otro atesorado por generaciones de fundidores indígenas que explotaban zonas extraordinariamente ricas en metales.
A finales de la edad del bronce la metalurgia del cobre, fruto de una larga tradición desde el calcolítico, y la de su aleación con el estaño, alcanzaba cotas comparables a las de otras zonas del Mediterráneo por su calidad.
El mundo argárico del sureste peninsular precedía a la excelencia del florecimiento de la metalurgia del bronce en el área en torno a la faja pirítica del suroeste. Una minería basada en la explotación de filones de los bien reconocibles carbonatos de cobre, con sus coloraciones verdes y azules, y el proceso de reducción del mineral, primero seleccionado y limpio de gangas, y luego molido, constituían los pilares del proceso.

La tumba del prospector de plata.

Pero, ¿y la plata? Los objetos argáricos de plata más característicos son de adorno personal: anillos, aretes, pendientes, pulseras, diademas y cuentas de collar, y se suelen encontrar en tumbas.
Estas líneas tratan de responder a cómo se obtenía esa plata en el mundo argárico, de qué minerales, y con qué técnicas, como un conocimiento previo y necesario para comprender la aportación fenicia a la metalurgia de la plata.
Los yacimientos argáricos aparecen diseminados por el sureste peninsular ocupando algunas de las zonas más ricas en plomo y plata. Es conveniente formularse estas cuestiones desde el análisis previo de las técnicas de obtención del metal blanco.

Piedra con cazoletas y manos de machaqueo de mineral. Museo de Riotinto.

Partimos del proceso. Para fundir plata se pone el mineral molido, junto con un fundente, que puede ser cuarzo, o cal de conchas o huesos, en un crisol refractario, dentro del horno, y se lleva a temperatura de fusión, obteniéndose dos productos: la escoria, es decir, el desecho, y el régulo, que es un botón o bolita de amalgama, compuesta de plata y plomo, junto con otros minerales, cuya presencia se denomina traza. El plomo actúa como aglutinante de la plata. Puede estar presente en el mineral fundido, galenas de plomo argentífero, o añadirse a minerales de plata. Para separar la amalgama se utiliza la copelación, método llamado así por la forma de copa (copela) del vaso en que se realiza. Esta forma tiene su razón de ser en que, además de concentrar el calor, permite adherirse a sus paredes el metal volatilizado. El régulo puesto en la copela se somete de nuevo a la acción del fuego, y a determinada temperatura se separan plata y plomo. Parte del mismo se evapora, y otra parte queda adherida al fondo de la copela en forma de óxidos de plomo, uno de ellos el litargirio. Sobre esta capa queda la plata en estado líquido, vertiéndose al molde. Estos óxidos de plomo, o litargirios, del fondo de la copela, han sido hallados en el pecio fenicio denominado Mazarrrón 2, sumando dos toneladas de peso, más de cuatrocientas tortas, y su destino debió ser llevarlos a explotaciones mineras deficitarias en plomo para copelar plata, circunstancia común a las explotaciones argentíferas del suroeste. El litargiro es un óxido de plomo que aparece también de forma natural como mineral secundario en los yacimientos e plomo, junto a la masicotita.

Crisol. Museo de Riotinto.

De Rocío Izquierdo Montes, en su trabajo Sobre la copelación de la plata en el mundo tartésico, que centra su estudio en el área del suroeste, es decir, Riotinto como el gran centro productor tartésico y otros (como las sierras onubenses del Andévalo, junto a los de Aznalcóllar, Guadalcanal, y Cazalla, en Sevilla, y los cacereños de Plasenzuela y La Motilla), tomamos algunas referencias.
Esta autora describe el proceso siguiendo a Fernández Jurado, y estudia los tipos de copelas y de hornos.
¿Como era la copela? Siguiendo a Izquierdo, un tipo de copela descrita por un orfebre en el siglo XVI se prepararía con una pasta de huesos quemados, cal y agua, envolviendo la amalgama, que se apelmazaría en una especie de coladores de cerámica con orificios (del tipo de los aparecidos en el Cabezo Pequeño del estaño), si bien su función no está clara, atribuyéndole los excavadores de este yacimiento la de concentrar el calor .
Otras copelas, de las que una docena conteniendo plomo adherido interiormente se recogieron en la excavación de Monte Romero, en Almonaster, serían vasos cerámicos oblongos con borde engrosado.
El horno parece que debió ser similar a las fraguas de herrero, un hogar simple alimentado por carbón vegetal nutrido de oxígeno mediante uno o más fuelles conectado a unas toberas de cerámica.

Corta de la Peña del Hierro, Nerva, Huelva.


Una de las cuestiones debatidas por los especialistas es si conocían los habitantes del Argar la técnica de la copelación. Se han documentado más de setecientos objetos de plata de la cultura argárica del Bronce Medio, la mayor parte en la cuenca del río Vera. Pero no se han encontrado evidencias de copelación en esta zona para esas cronologías.
Es cierto que la propia actividad minera destruye de un modo muy significativo los restos arqueológicos de explotaciones mineras más antiguas, cuando la abundancia del mineral hace de su explotación una actividad prolongada durante siglos. Parece impensable localizar hoy en una de las grandes cortas mineras a cielo abierto, a menudo encuadradas sobre la superificie de antiguas minas de interior, o entre barrancos salpicados de antiguas escombreras, los humildes restos de una pequeña actividad metalúrgica de hace casi cuatro milenios. Incluso el reaprovechamiento de escombreras antiguas ha sido práctica común conforme han ido avanzando las posibilidades técnicas de extraer metal de lo desechado por otros antes.

Muestra del gossan de Peña del Hierro, Nerva, Huelva.

Esa abundancia de objetos de plata argárica, frente a su escasez en zonas productoras como el suroeste de objetos argénteos de esa cronología, se ha explicado tradicionalmente por la relativa abundancia de plata nativa y cloruros de plata de fácil laboreo en el sureste de la Península Ibérica. Decía Siret que Las Herrerías, junto a su casa, era la mayor concentración de plata nativa de la Península Ibérica. Aun hasta hace unos años, en que se soterró con escombros la corta Santa Matilde, se extraían de ella platas nativas. Es decir, el uso de plata nativa en la Edad del Bronce ibérica se había deducido principalmente por la falta de evidencias de copelación (La plata de la Cultura de El Argar del Sur de la Península Ibérica: una primera aproximación a su producción y distribución. (Bartelheim, Contreras, Moreno, Murillo-Barroso, Pernicka.)


Capacho de cargar mineral. Museo Arqueológico de Murcia.

En La Unión, en la sierra de Cartagena, la minería del siglo XIX buscaba los conocidos por los mineros como blanquetes, bolsadas de arcilla muy ricas en cloruros de plata. El hallazgo de una de estas bolsadas en el Cabezo Rajao supuso el renacimiento de las viejas explotaciones romanas.
Sin la técnica de copelación no podía extraerse plata de minerales complejos. Y la galena argentífera es un mineral excepcionalmente abundante en varias zonas de la Península Ibérica. Sin ir más lejos, junto a las Herrerías, en Almería, el descubrimiento del formidable filón de plomo argentífero del Jaroso fue el responsable del desarrollo económico de esa zona durante decenios.
Los resultados de los análisis de elementos traza (esos minerales secundarios que aparecen en ínfima proporción) de una serie de objetos de plata de varios yacimientos argáricos han suministrado por primera vez una evidencia del uso de plata nativa.

Crisol. Museo Arqueológico de Ciudad Real.

Por otra parte, los proyectos arqueológicos recientes basados en análisis de los isótopos de plomo de estos objetos argáricos parecen probar que la plata de la mayoría de ellos no procede de ninguno de los distritos mineros mejor caracterizados, y aun relativizando las limitaciones del método (escasez de la muestra, muy centrada en el cobre para alear bronce, y la cuestión de las aleaciones de reciclado) , nos conduce a una mayor complejidad del análisis donde el tráfico de metales adquiere un papel más relevante: “Apuntaríamos un patrón de movilidad del metal con un alto nivel de intercambio en los objetos que forman parte de los ajuares funerarios” (Ignacio Montero-Ruiz y Mercedes Murillo-Barroso, Análisis de la producción y consumo del metal en la sociedad argárica).
Este factor del reprovechamiento por refundición así como el mismo comercio del valioso metal es uno de los factores de distorsión del valor de los análisis de determinación de la procedencia de las menas en los productos a partir de la presencia porcentual de minerales secundarios.
Otro factor de distorsión de la cuestión de las cronologías en el conocimiento de la explotación minero metalúrgica sería el hecho citado de la escasez de evidencias antiguas en paisajes mineros explotados ininterrumpidamente: pocos y escasos restos.

Vaso orientalizante. Museo de Riotinto.

Respecto a la copelación de la plata, Blanco y Rothenberg ya en 1981 defendieron el conocimiento de esta técnica antes de la llegada de los fenicios. En su hipótesis continuista la metalurgia de Tartessos era heredera de la megalítica del suroeste y de la argárica del sureste. El problema era la falta de evidencias de dichos conocimientos metalúrgicos en época pretartésica.
.Indudablemente, los datos arqueológicos demuestran que se producía plata durante el Bronce Pleno, y, al igual que lo dicho para el Argar, aparecen objetos de plata de adorno personal en tumbas del horizonte de las cistas del Suroeste.
Igualmente, por la misma época se documentan restos de actividad metalúrgica que se han interpretado como producto del beneficio de la plata ( Pérez Macías).
Para unos, como Pérez Macías, los territorios del Suroeste habrían conocido la copelación como técnica extractiva de dicho metal, al igual que los argáricos (Harrison).
Otros autores, por contra, sostienen que se trataba de plata nativa o bien obtenida de minerales fácilmente beneficiables sin necesidad de copelación, y ello en ambas zonas productoras.
Para la hipótesis continuista no serían los fenicios quienes introdujeron la técnica de la copelación de la plata en Tartessos, En esta línea, J.A. Pérez Macías (1995) afirma que se aplicaba la copelación para beneficiar minerales de plata antes de la llegada de los fenicios, remontándola a plena Edad del Bronce. Los fenicios habrían tenido noticias de navegantes de la plata de Tartessos desde época micénica, lo que alentaría su búsqueda y la organización de una red de producción y comercial que alcanzó un nivel industrial en el Período Orientalizante.. De esta manera, la copelación se presenta como una de tantas innovaciones que llegan de la mano de los fenicios a Tartessos.

Cerámica polícroma orientalizante. Museo de Ciudad Real.

Quizás las hipótesis no debieran formularse exclusivamente al amparo de las evidencias arqueológicas conocidas, máxime por la dificultad de su conservación, sino también desde la lógica que asocia determinados productos metálicos para cronologías concretas a yacimientos de mineral de gran relevancia próximos a asentamientos, a la espera de constatar la actividad minera por evidencias arqueológicas. Por ejemplo, resulta impensable que en el Cabezo de la Fuente, o de la Mina, en Santomera, Murcia, donde se encuentra un poblado argárico sobre la misma mina de cobre, único yacimiento de este metal en muchos kilómetros a la redonda, se descartase la explotación en esas cronologías por falta de evidencias arqueológicas.
El asentamiento fenicio de Baria, Villaricos, datado en el s. VIII a.d.C., está pegado literalmente a la mayor masa de cloruros de plata y plata nativa de la península, las Herrerías, hoy soterrada la corta, por cierto, y al pie de la Sierra Almagrera, un verdadero emporio de galena argentífera. Abdera es de esa cronología, y es el acceso costero natural, a las grandes minas de galena argentífera que salpican la sierra de Gádor y Lújar, cuya Loma del Sueño es un cúmulo mítico de mineral de plomo argentífero.

Recipiente de alabastro.

Sabemos que los fenicios están asentados y diseminados a lo largo de la costa desde el siglo octavo a.C., desde el Algarve hasta la desembocadura del Segura.
Recientemente dos importantes hallazgos han alentado la investigacion arqueometalúrgica fenicia: el pecio de Mazarrón, cargado de lingotes de litargirio, y la excavación de un taller metalúrgico completo en la desembocadura del río Segura, el Cabezo Pequeño del Estaño, muy cerca de La Fonteta, donde hay galena desde su momento inicial, el siglo VIII a.d.C. También el propio taller del Cabezo del Estaño ha proporcionado un fragmento de galena y probablemente supondrá una interesante aportación al conocimiento de los procesos. La distancia en barco de cabotaje entre la desembocadura del Segura, y el descargadero natural de las minas de La Unión, el viejo Portus Magnus, Portman, es corta.

Fundiendo plata.

Por otra parte, aunque los fenicios ni eran mineros ni metalúrgicos, accedían sin duda a un amplio conocimiento en todo aquello útil a sus intereses comerciales. Las explotaciones de plomo y de plata como su valioso subproducto tenían una tradición milenaria en Oriente próximo, en Anatolia, donde se han encontrado evidencias en forma de litargirio. Según las escorias de aquellos primeros procesos, debieron explotar óxidos y carbonatos de plata de las monteras de alteración de los yacimientos de sulfuros, es decir, no las galenas argentíferas, sino minerales más superficiales, especialmente la cerusita. Quizá por ello no se han hallado pruebas de que en torno al primer milenio a.d.C. se conociera en Oriente el proceso de obtención de plata a partir de la galena argentífera, es decir, la copelación. Por otra parte, la carga de lingotes de litargirio del pecio de Mazarrón, la presencia de galena en el Cabezo del plomo del propio Mazarrón, o las ya citaf¡das evidencias de este mineral en ma¡ambos yacimientos de Guardamar atestiguan que en el siglo VIII a. d. C. los fenicios copelaban la plata en occidente.

Galena argentífera de la Berja, sierra de Gádor, Almería.

La publicación “Las metalurgias fenicias en el Mediterráneo”, de Martina Renzi y Salvador Rovira, aporta una respuesta desde el mismo proceso que parece aconsejar plantear la cuestión del conocimiento de la copelación por los fenicios en otros términos. La tostación, como primer paso en el proceso de la obtención de plata, al eliminar el azufre, transformaría la galena en óxido de plomo, con lo que la subsiguiente reducción tendría en el crisol el mismo material que si se hubiese partido de, por ejemplo, cerusita. No son dos procesos separados, sino uno con dos fases, desprendiéndose el gas sulfuroso entre los 500 y 600 grados de manera que cuando el mineral llega a la cámara de reducción se ha oxidado y convertido en buena parte en carbonato de plomo.
Estos autores entienden que hacia el Bronce Final se constata beneficio de la plata por copelación en la Corta Lago, en Riotinto. Es decir, se copelaba plata en Tartessos antes de aparecer el influjo fenicio. Y ello a partir de dos mineralizaciones superficiales: la jarosita argentífera, presente en el gossan ferrífero, y a partir del gossan cuproargentífero.

Proceso de fundición artesanal.

La copelación se habría introducido en suelo tartésico dentro de esa etapa mal conocida que es la Precolonización. El conocimiento previo de los indígenas para extraer minerales cupriferos y fundir cobre sería un factor esencial. Conocían bien estas monteras rojas de gossan ricas en metales.
La aportación tecnológica fenicia habría sido doble: el horno metalúrgico, y el uso del litargirio como captador de la plata, para separarla del plomo. Sin esa tecnología la reducción del gossan no daría plata. Esa sería la repuesta a la carga del pecio de Mazarrón, el uso del litargirio como captador, al igual que opera el mercurio en la extración del oro. Si fue la experiencia empírica de los fundidores nativos, si fue la difusión de nuevos conocimientos derivados de la explotación de las minas de Laurión, en Grecia, donde ya se copela plata en el siglo IX, no lo sabemos.
En las sierras plumbíferas de Murcia y Almería la explotación de sus ricos filones de galena argentífera continuará durante siglos bajo la influencia púnica o el poder romano,
así como en Sierra Morena, con el valle de Alcudia y Castulo como proveedores de
plata a Roma.


Bibliografia básica:

Análisis de la producción y consumo del metal en la sociedad argárica. Ignacio Montero-Ruiz y Mercedes Murillo-Barroso,
La plata de la Cultura de El Argar del Sur de la Península Ibérica: una primera aproximación a su producción y distribución. (Bartelheim, Contreras, Moreno, Murillo-Barroso, Pernicka.)
Análisis de la producción y consumo del metal en la sociedad argárica. Ignacio Montero-Ruiz y Mercedes Murillo-Barroso,
Las metalurgias fenicias en el Mediterráneo, Martina Renzi y Salvador Rovira Llorens, Phicaria.
Sobre la copelación de la plata en el mundo tartésico. Rocío Izquierdo Montes
La metalurgia fenicia en Abdera durante el primer milenio a.C. Susana Carpintero Lozano.
Metalurgia fenicia en el sureste ibérico:el taller del Cabezo Pequeño del Estaño. Prados, García Menárguez, Jiménez Vialás.Complutum
Pico del Oro,( Tharsis, Huelva). Contra argumentos sobre la crisis metalúrgica tartésica. Pérez Macías, Juan Aurelio.
Minas españolas de plomo, De la galena argentífera a la minería del plomo-cinc. Juan Antonio Pérez Meca, Arqueoceramica.
La plata argárica. Juan Antonio Pérez Meca, Arqueoceramica.


sábado, 30 de marzo de 2019

Cerámica prehistórica, últimas producciones del Alfar Ilici.






Cerámica prehistórica, últimas producciones del Alfar Ilici.


Vaso neolítico inciso realizado por Alfar Ilici.

Hace tiempo que no modelaba vasos a mano, y me he dedicado unos días a disfrutar haciendo cerámica de distintos períodos de nuestra prehistoria, con las técnicas correspondientes.

Cerámica cardial.

Cerámica del neolítico cardial.

Esta vez he querido ver el resultado de una cocción a muy baja temperatura, 700 grados.

Neolítico liso, estilo de la Cova de la Sarsa. Intenso bruñido a piedra.

Con técnica de horma y a rollos he levantado algunas piezas del neolítico cardial y otras del neolítico 2, en este caso lisas, engobadas a la almagra, e incisas, más propias de poblados que de cuevas y cercanas a la cultura almeriense.

Vaso neolítico liso con asas tubulares verticales.

He reproducido una pieza del eneolítico de Elche, un vaso de los hallados en el Promontorio del Agua dulce y salada, decorada con líneas alternas de puntos impresos y con incisos, versionando las retículas de líneas incisas rellenando los triángulos (como en el original) o dejando estos lisos y grabando el resto de la pieza.

Cerámica incisa del Neolítico 2.


Engobada a la almagra, lista para cocer.

Un vasito del bronce, varias piezas argáricas carenadas y bruñidas, engobada una a la almagra.
Las pastas han sido cuidadas, con barros naturales y adición de diversos desgrasantes de la zona o de arenas de rocas metamórficas de más al sur.

Botella del neolítico inciso.

El engobe de almagra ha sido aplicado frotando con las manos. Una vez terminada la decoración incisa se ha obtenido un leve bruñido por frotación a trapo.

La pieza terminada y ya cocida a 700 grados.

He trabajado con paciencia y esmero, desde la experiencia acumulada de cientos de piezas realizadas y barros a veces difíciles por no estar testados. 

Cerámica eneolítica del Promontori del Aigua Dolça i Salà, Elche.

La decoración es a base de puntos impresos alternos en las bandas del cuello y el resto inciso formando triángulos reticulados.

Según el excavador de este yacimiento ilicitano, la comunidad que allí habitó debió tener una dedicación especial a la producción alfarera, y utilizó arcillas de unas bolsadas próximas del río Vinalopó. 

Tengo un especial aprecio por estas piezas campaniformes de Elche pues tuve la suerte de muy joven de que me fuera permitido ayudar a la limpieza de los fragmentos, poco después del hallazgo.

Acadado del borde por lijado y humedecido a esponja.

La pieza del campaniforme de Elche ya cocida.

Creo que el resultado ha sido bueno. La cocción no ha dado problemas, excepto en una pieza argárica que presenta una raja vertical en el cuello, probablemente debida a la tensión de un bruñido muy intenso.

Bruñido de un cuenco a la almagra.


                                                  Alisado de una tulipa del bronce argárico.



Alisado y espatulado.

                                                            Vaso lenticular carenado.

                                  Pieza lista para cocción experimental a muy baja temperatura.

                       En este cuenco del bronce se aprecia el desgrasante y los planos del espatulado.

 En todo caso, como siempre, un verdadero disfrute. Dejo las fotografías y no me extiendo en el texto sobre las técnicas, que ya ha sido reiteradamente objeto de otras entradas de este blog.

Pieza que se rajó en cocción, aquí en crudo.

Hermosa pieza neolítica del Alfar Ilici, ya terminada.


viernes, 2 de marzo de 2018

Paseando por el emporion de la Illeta dels Banyets



                    Paseando por el emporion de la Illeta dels Banyets, El Campello, Alicante.

La Illeta dels Banyets es un yacimiento arqueológico enclavado en plena línea de la costa del Campello, entre el cabo de las Huertas, al sur, y la Serra Gelada, entre Lucentum y la vieja Allon, visitada por nautas desde tiempos remotos.
Un lugar inundado de la luz intensa de un cielo casi siempre azul, y los verdes transparentes del mar entre rocas y caletas.
Camino de Allon.
Frente a una torre defensiva, con su aljibe, de edad moderna, desciende el terreno en suave declive hasta el mar, adentrándose una plataforma rocosa en él, formando un istmo unido a tierra (fue istmo primero, luego isla, y ahora ha vuelto a estar unido a la costa), quedando a nuestra derecha una caleta abrigada, y a la izquierda una rada en forma de arco. 
La vieja torre vigía de La Illeta.
El aljibe junto a la torre.
Un enclave maravilloso.
La torre vigía y el aljibe.
La plataforma desciende a Levante, quedando unos asomos rocosos casi a ras del agua, con espacios cuadrangulares tallados en la misma roca, formando pasillos de acceso a piscinas de cría de peces.

Línea de costa del Campello.
El área circundante sin duda ampliará la zona arqueológica, que no se reduce al antiguo islote, pues al menos se conocen hornos de fabricación de ánforas.
Areniscas.
En los años treinta Figueras Pacheco había iniciado excavaciones, y, cuatro décadas más tarde, su excavador a lo largo de doce años, don Enrique Llobregat, identificó allí sucesivas ocupaciones humanas, desde la edad del bronce de perfil argárico, a la época ibérica, y además unas instalaciones romanas fechables en el siglo II.
La Illeta dels Banyets.
El carácter de los edificios fue en parte residencial, con un gran foso o cisterna de aguas pluviales, y unas termas romanas, pero contando con numerosas instalaciones ligadas a actividades económicas y cultuales: almacenes, piletas de lagar, hornos anfóricos en el exterior del recinto, cetaria o vivero de peces, un taller de esparto en la llamada casa del horno, y dos pequeños templos, lo que hace excepcional este lugar.
Aguas límpidas del Campello.
Por ello identificó la Illeta como un emporium o emporion, un puerto comercial donde se realizaban negocios bajo la tutela del poder político o religioso, con los templos vinculados a respaldar, proteger y testimoniar los contratos, a menudo celebrados con mercaderes extranjeros que arribaban por el mar.
Emporion.
Junto a los edificios, ese carácter de puerto franco lo atestiguarían materiales arqueológicos de origen foráneo, con una relativa abundancia de graffiti, en escritura grecoibérica y en púnico, sobre cerámica importada. Probablemente puntos de arribada comercial como este tengan mucho que ver con la evolución del alfabeto ibérico, pues en la tierra contestana se funden el ibérico del norte con el meridional y la escritura jonia.
Intercambiaban mercancías, pero también usos y costumbres, ideas y creencias.
Constituido en parque arqueológico, la musealización deja un regusto excesivamente artificial, a mi juicio, pues fuera de la belleza del paisaje, las ruinas son un pequeño conjunto de recintos separados por gravillas de color, bien explicados, cierto, y en parte bajo cubierta protectora. El concepto es más arquitectónico que arqueológico, con pasarelas de madera, ausente la personalidad y carácter de las ruinas en sí, y muy difícil al público en general imaginar la cultura material de las sucesivas ocupaciones, limitada a la reproducción de un ánfora. Resulta muy gratificante, por contra, admirar las excelentes reconstrucciones infográficas de los edificios publicadas en internet.
Espacio musealizado.
Contrafuertes del muro.
Siguiendo el iter cronológico, se citan vestigios neolíticos; una cabaña circular, hallazgos de sílex, y contenedores cerámicos. De la edad del bronce, fechada aquí en 3.800 a.C., se constata una tumba doble en cista de mampuesto insertada en fosa, en la que aparecieron cuatro botones piramidales de hueso, un pequeño cuchillo de bronce, brazalete de arquero, un vasito ovoide y una tulipa. Sería asi el asentamiento argárico más septentrional, saltando la frontera del Vinalopó.

Brazal de arquero.
Puñal.
Tulipa argárica.
Vasito ovoide.
Puñal argárico enmangado.
Vasija neolítica para guardar cereal.
Al fondo la Serra Gelada.
La gran cisterna se hizo en este momento (hay otra más), excavando la roca y forrando el hueco de gruesos cantos con argamasa, y el fondo con capas impermeables de arcilla, mejorándo su función cuatro siglos después con una balsa de decantación.
Una gran cisterna.
Revestimiento interior de cantos y argamasa, cisterna de La Illeta.
La ocupación ibérica arranca del siglo V, configurándose en el IV dos calles longitudinales unidas por transversales.
Llegaron los nautas.
Estructura muraria.
El almacén debió consistir en un suelo de madera y bajo cubierta, elevado sobre muretas paralelas de mampostería, para evitar humedad al cereal allí guardado, más un porche adosado, que luego fue ocupado y dividido en tres estancias.
Cerámica ibérica contestana, plato de pescado.
El templo llamado A es grande, un cuerpo central de tres naves, la central más ancha, con otras dos habitaciones al fondo, y dotado de pórtico in antis con dos columnas octogononales de basa y fuste jónicos, de las que se halló parte de una, fuste y basa. El muro de separación entre pórtico y cuerpo del edificio estuvo pintado de rojo cinabrio. La monumentalidad, disposición arquitectónica, un fragmento de escultura humana, y varios pebeteros femeninos de terracota, avalan su carácter sacro.
Quemaperfumes o altar de La Illeta.
Se elaboraba en la Illeta también vino, depositándose la uva a través de un vano en una pileta de prensado de donde el mosto caía a la pileta de decantación, ambas con cal enlucida.
Lagar.
Destacan en el paisaje los viveros para la cría de peces, en la orilla misma abierta al mar, y consisten en varias balsas talladas en la roca y comunicadas con el mar abierto, como los existentes en Jávea y Calpe.
Los baños de la Reina, Calpe.
Viveros de La Illeta.
El segundo templo, más pequeño pero de gruesos muros, destaca por haberse hallado en él un pebetero cuadrangular de arenisca tallada, de tipo oriental, que su excavador paralelizó, salvando el salto cronológico, con el de Megiddo o el del Templo de Salomón.
Altar de tipo oriental.
Altar de Villaricos, M.A.N.
Es un pequeño altar labrado en un bloque de piedra arenisca, pequeño (12 x 16,5 cms), dividido en tres cuerpos, con un rehundido en la parte superior para las ofrendas aromáticas, sin descartar que pudiera usarse para libaciones rituales.
El culto del lugar lo atribuyó Llobregat a la diosa Deméter Koré, diosa de la fecundidad y de los muertos en época ibérica, bajo un nombre que desconocemos.
Pebetero de La Illeta.
Sobre dos plataformas de adobe se depositarían ofrendas. El nivel inicial de la calle se refaccionó siglos después elevándolo para dotarlo de columnas de sustentación de la techumbre y escaleras de acceso.
Restos de garum de la cetaria de Santa Pola, Portus Illicitanus.
Sólo una casa se ha podido documentar con certeza, constando de dos plantas, cuatro habitaciones y un patio cubierto en parte. Uno de los espacios se identificó como lugar de culto doméstico por la presencia de un tymiatherion. Junto a este edificio, el lagar del vino.
Praefurnium.
A lo largo de los siglos I y II se levantó una villa con sus pequeñas termas. La explotación piscícola de las balsas o viveros labrados en la roca se inserta en el comercio marítimo y terrestre de productos del mar, como conservas y salazones.
Enlucido de opus signinum. La Illeta.
Mosaico del Museo de Santa Cruz de Toledo. Peces.
El valor cultural de la Illeta es muy elevado, por los rasgos singulares del yacimiento en sus distintos momentos de su ocupación. El entorno, muy hermoso, de azul intenso y aguas transparentes.
Un mar precioso.
Limonium.
Mediterráneo.