martes, 25 de diciembre de 2018

Cerámica ibérica de Jumilla procedente del poblado de Coimbra del Barranco Ancho, su santuario y sus necrópolis.



Cerámica ibérica de Jumilla procedente del poblado de Coimbra del Barranco Ancho, su santuario y sus necrópolis.

Detalle de la decoración de un kalathos estrangulado ibérico de Coimbra del Barranco Ancho.

Del Museo Arqueológico de Jumilla destaca su excelente ubicación, en la hermosa plaza del Rollo, frente al Museo de Jesús Nazareno, y al pie de la Iglesia de Santiago, además de su diáfana presentación, muy limpia y didáctica.

Plato de borde vuelto.

De las colecciones, siendo las de Prehistoria y la medieval muy interesantes, son los fondos ibéricos procedentes de las excavaciones de Coimbra del Barranco Ancho los que singularizan el Museo. Máxime cuando algunas de las piezas son poco comunes, y único y espléndido el cipo funerario, la pieza más destacable.

Candil islámico de pellizco, casco urbano de Jumilla.

El yacimiento del que proceden los materiales ibéricos del Museo, Coimbra del Barranco Ancho, cuenta con el poblado, un santuario y tres necrópolis de incineración (del Poblado , la Senda y el Barranco).

Botella de cuello acampanado decorada con semicírculos a compás.

Se sitúa cerca de la ciudad, en el cerro del Maestre, a dos vertientes, muy próximo al monasterio franciscano de Santa Ana, lugar de peregrinación anual de los jumillanos, un lugar poblado de pinar elevado sobre la planicie, y con agua de manantiales. 

Fusayola ibérica. Jumilla.

Se le reconoce como el asentamiento ibérico más importante del altiplano murciano. Desde allí pudo controlarse el acceso a la cuenca del Segura desde esa parte de la Meseta y también las comunicaciones hacia el Vinalopó, a través del corredor de Pinoso, desde Hellín y el antiguo yacimiento del Tolmo de Minateda.

Cerámica ibérica. Copa de pie alto y plato usados como urna cineraria y tapadera. Coimbra del Barranco Ancho.

Su influencia comercial queda reflejada en el repertorio cerámico de importación.
Más de ciento veinte objetos, fragmentos o piezas completas, se han documentado, tanto en cerámica ática de barniz negro (cántaros, bolsal, platos de pescado, fuentes), como de figuras rojas (crátera de campana, cílicas, escifos y lecito), además del repertorio campaniense, boles en su mayor parte, producido en los talleres de las Pequeñas Estampillas y Campaniense A.

Cílica ática de Coimbra, Jumilla.

Detalle de la kylix.

Plato de barniz negro griego usado como tapadera de urna.

Plato de figuras rojas.

Lecito. 

Dos personajes en una pieza ática de figuras rojas.

El conjunto ibérico es abundante, un repertorio formal algo más limitado que el de yacimientos costeros señalados, pero muy rico y con gran expresividad en sus sencillas decoraciones geométricas.

Decoración de esvásticas y olas encrespadas.

La vajilla de mesa es cuidada, con pasta depurada, generalmente pintada con motivos geométricos en tonos rojos (líneas y bandas, círculos, semicírculos y cuartos, olas encrespadas, tejadillos, grecas...)

Botella con escritura ibérica.

Forma muy corriente son los enócoes de boca trilobulada, a menudo con asa doble o geminada. También botellas, caliciformes, ensaladeras, platos (de ala vuelta y planos, de labio recto o reentrante con pie alto). Algunos platos, siguiendo la tradición fenicia, de barniz rojo obtenido por bruñido del engobe.

Plato ibérico decorado con trazos gruesos y acusada simetría.

Como vasos de almacenaje abundan en Coimbra cazuelas de boca ancha y kalathos. Hay toneletes y cantimploras fragmentarios, además de grandes ánforas, conservándose un pithos muy bello conocido como de las granadas, única cerámica con decoración fitomorfa del conjunto.

Hojas de hiedra y granadas en una hermosa tinaja vertical.

Cerámica más grosera, de cocina, y formas para otros fines (soportes de carrete, pondera de telar, fusayolas, macitas de mortero...incluso una supuesta clepsidra de agua) completan el ajuar cerámico de Coimbra.


Un parte de este ajuar la presenta el Museo recreando mediante murales pintados un ambiente doméstico ibérico con personajes masculinos y femeninos en los espacios de almacén y cocina.


Destaca allí el pithos o tinaja mencionada, recta y alta con tres asas acanaladas decorada en franjas con grandes motivos pintados en rojo: hojas de hiedra, granadas y semicírculos concéntricos que se encuentran.

Anaquel o estante de cocina ibérico. Recreación.

Resulta muy verosímil y didáctica la disposición de unos estantes de madera sujetos a la pared con cuerdas de esparto, a modo de alacenas, donde se disponen los cacharros más pequeños y diversos, habituales en el repertorio iberico, que nos permiten imaginar su disposición en la cocina.

Decantador ibérico.

Un repaso por algunas de las piezas nos permitirá disfrutar de las producciones ibéricas del altiplano murciano.
Una forma singular, escasa y de imitación griega, es la sítula o vaso ovoide con asa horizontal, a modo del asa de un cubo, decorada con cenefas donde se alternan círculos y semicírculos a compás con series de líneas onduladas paralelas conformando tejadillos, separado cada motivo en metopas verticales.

Sítula ibérica.

Detalle de la decoración.

Son varios los enócoes a o jarras para vino, de buen tamaño: engobado en gris, uno presenta unas líneas de zigzag en la panza, a ruedecilla, con círculitos en los ángulos.



 Otro, cuya superficie bruñida y anaranjada parece una sigillata, también presenta decoración impresa en triángulos a peine. 



Enócoe.

Decoración impresa sobre oinochoe ibèrico.

De este color y aspecto, con la base plana, un tercero dispone las líneas dobles a peine rematadas con pequeños círculos en torno a un círculo central, radialmente. 


Detalle.

Un cuarto, con gola en el cuello como los otros, está decorado con círculos concéntricos y un friso de series verticales de tres cuartos de circulo, a compás.

Pieza polícroma.

 Otro oinochoe, de mayor tamaño, está profusamente decorado con pintura de cabelleras y otros motivos, mezclándose el rojo vinoso de la decoración con el gris quemado de la superficie.


Hay un pequeño recipiente que se ha identificado como clepsidra o reloj de arena, profusamente decorado con impresiones muy definidas de soles y otros, con un asa en el cuello estrecho y amplio labio plano, que recuerda los unguentarios fenicios. Los agujeritos de la base permitirían la salida del agua al levantar el dedo de la boca, después de sumergido.

Clepsidra de agua ibérica.

Una copa de pie alto en forma de craterita, sin asas, decorada con semicírculos y rombos. Estas formas cerámicas, copas y enocoes, acreditan el consumo de vino en una tierra que lo produce desde siempre.

Copa de pie alto.

Abundan los platos con alto repie, unos de borde ligeramente reentrante y decoración barroca de líneas finas oblícuas y cuartos de círculo en torno al tondo central, otros de ala vuelta, planos, de fuerte personalidad por sus geometrismo limpio, de trazo grueso, con semicírculos, romboides, cuartos de círculo anclados al círculo de fondo como en rotación...

plato ibérico de borde vuelto.




Plato ibérico con decoración de círculos concéntricos.

Plato ibérico de borde reentrante.

Hay decantadores, caliciformes de cuello estrecho y amplia ala, urnitas, macitas de molino on aplicaciones ornitomorfas, botellitas, tinteros, una muy buena representación del ajuar cerámico ibérico.

Botellas ibéricas.

Urna de perfil quebrado. Una caprichosa tinajilla con dos carenas en el perfil, pintada.

Vaso piriforme.

Decoración del ala de un caliciforme .

Macita de mortero ornitomorfa.

De entre los vasos destaca la urna de la tumba 32 de la necrópolis de la Senda, una de las tres de este importante poblado.
Urna de la tumba 32 de la necrópolis de La Senda.

Magnífico también el kalathos de cuello estrangulado decorado con semicírculos y melenas a peine en su primer friso, y cuartos de círculo debajo, de muy fina ejecución las líneas, entre anchas bandas de pintura que por su tono rojo y brillo más parece barniz rojo que óxido de hierro común, destacando sobre un engobado de color beige claro o crema.

delicada decoración del kalathos de cuello estrangulado.

Las cerámicas ibéricas polícromas de Jumilla merecen un comentario detenido, no son nada comunes. Por lo general la gran mayoría de las cerámicas ibéricas están pintadas con óxido de hierro sobre pastas claras. Los tonos del rojo son muy variados, desde anaranjado a marrón o violáceo. Pero en algunas piezas de Coimbra se utilizó pintura blanca para definir franjas sobre las que se pintaba la decoración, conformando la tricromía: engobe blanco, rojizos de la decoración, y pasta no cubierta de blanco.

Tinajilla polícroma.

Una tinajilla, un enócoe y un caliciforme o vaso de boca de trompeta grande resultan singulares y forman un conjunto.

Piezas polícromas.

La decoración juega con los contrastes de una pintura rojo intenso sobre engobes grises y blanco, en la tinajilla, o blanco y avellana, en la jarra vinaria, y además presenta motivos atípicos, en orlas, como ELES afrontadas o grecas, o esvásticas, que recuerdan la cerámica daunia por la expresividad de la policromía y los motivos protogeométricos, o algunas piezas celtibéricas de Numancia o de Teruel con ese tipo de grecas destacadas sobre engobe blanco. También presentan motivos atípicos, como el ciempiés y el capitel protoeólico.


Algún autor afirma que la pintura es aplicada postcocción, circunstancia que no hemos podido comprobar de visu en vitrina, aunque cuesta admitir algún tipo de pintura ibérica que aplicada postcocción perdurase con el uso en el tiempo .

Enócoe con frisos engobados en blanco sobre los que se pinta la decoración con óxido rojo.

Dentro del repertorio cerámico, hay elementos de culto en terracota, pebeteros representando la deidad femenina de factura algo descuidada o más sencilla que en otros lugares, vinculados a la presencia del santuario.

Pebetero y exvoto de bronce.
Area del santuario de Coimbra del Barranco Ancho.

Es mucha la riqueza de otras colecciones, como la de armas procedentes de las necrópolis. Y singularidades como unas diminutas mascarillas repujadas en lámina de plata, sin duda votivas.

Cuchillo ibérico.

Anillo ibérico.

Plomo escrito con caracteres griegos en lengua ibérica.

También la escritura ibérica aparece representada en un vaso de difícil lectura, y especialmente en un plomo en alfabeto griego hallado cerca de la torre de acceso al poblado, junto al interior de la muralla. La lámina se encontró doblada cuatro veces, inscrita la cara interna. Se interpreta de contenido comercial y se ha fechado en el siglo IV a.C.

Fragmento ibérico con decoración zoomorfa del Museo.

Exvoto ibérico sobre lámina de plata.

Pero de todos los fondos del Museo es el cipo del monumento funerario de la Necrópolis del Poblado la pieza más extraordinaria. Un bloque prismático de piedra arenisca de algo menos de un metro de altura y esculpido en alto relieve en sus cuatro caras laterales. Iría situado muy probablemente sobre la tumba 70, sobre un túmulo, a modo de pilar estela. 

El cipo de Coimbra del Barranco Ancho.

En un lado, una figura femenina sedente posa su mano sobre la frente de un joven. En las tres caras restantes aparecen jinetes, que quizás representen un cortejo funerario.


La visita al Museo Jerónimo Molina es una muy agradable experiencia para disfrutar y aprender del pasado de esta importante población del altiplano de Murcia, y permite hacerse una idea clara de los modos de vida indígenas antes de la romanización. Muy recomendable para una escapada.

Fragmentos de cerámica islámica verde y manganeso. la colección romana, rica en exvotos de terracota; la medieval islámica y, por supuesto, la prehistórica, completan los fondos de este interesante Museo.

Cuenco de la Cueva de los Tiestos, Jumilla.