domingo, 30 de abril de 2017

Coroplastia ibérica, púnica y romana. reproducciones arqueológicas de terracotas.

Coroplastia ibérica, púnica y romana.
Algunas reproducciones de terracotas arqueológicas realizadas por Juan Antonio Pérez Meca, ceramista.


Figurillas de terracota púnicas e ibéricas

En esta entrada quiero mostrar algunas de las terracotas que forman parte de mi trabajo como coroplasta. Las hay ibéricas y algunas romanas. En sucesivas entradas se ampliará el catálogo de modelos. Ya hicimos referencia en anterior entrada a los procesos del modelado, obtención de moldes y copia de piezas.


Pintando un askos ibérico en forma de ánade.

Guttus ático. Pebetero en forma de pie. Original en barniz negro. Basado en ejemplares hallados en contextos de necrópolis, como la de la Albufereta, correspondiente al poblado ibérico del Tossal de Manises, o en el Puntal del Llops de Olocau, algunos autores les atribuyen carácter votivo. S. IV a.C. 16 cms.


Se ha considerado este guttus un recipiente para aceite de rellenar lucernas por el vertedor lateral en forma de cabeza de león.. Museo Arqueológico de Alicante.


Celebrante ibérico.

Celebrante ibérico.Extraordinaria terracota representando un personaje en pie, cubierto por túnica y manto de complejos pliegues, portador de mitra y rodetes sobre las orejas, que acaricia el medallón que pende de su pecho. El sexo es indeterminado, su concepción ibérica, con paralelos en las oferentes del Cerro de los Santos en cuanto al plegado de vestiduras, frontalidad y esquematismo y posición de pies. Guarda el arcaísmo de las cabezas de Corral de Saus. Cabeza velada, dignidad sacerdotal y manteo recuerdan la Dama de Caudete, del Museo de Villena. Inspirada en una pieza ibérica de procedencia desconocida, probablemente del área limítrofe de Murcia con Albacete.


Diosa madre del Tossal de Manises.

Kourotrophos o Dea Mater de la Albufereta. Figura muy esquemática de mujer sedente dando de mamar a un niño. Los precedentes de la Mater Nutricia son antiquísimos. Del mundo griego se conserva esta representación, con dos niños lactantes, en la monumental de Megara Hyblaea, en el romano, bajo la advocación de Mater Matuta, la de Clusium sigue un esquema formal similar.


Figura de Vestal romana. Terracota.

Vestal. Figurita romana femenina, de pie. Siglo I. Porta amplio manto en pliegues, cubriendo desde la cabeza hasta los pies, dejando asomar un peinado de tenacilla característico de la primera centuria. La imagen talar de la vestal representa el matronazgo como Virtus, encontrándose en reversos monetales como Pudicitia. Esta figurita quizás sirvió en algún lararium, y su factura, de calidad y ejecutada mediante molde “de apretón”, es típica de estas producciones romanas altoimperiales, aunque recuerda las series de Tanagra.


Busto de Tanit. Ibiza.

Busto de Tanit de Ibiza. Inspirada en los modelos del Puig del Molins, de Ibiza, parte de los cuales se guardan en el Arqueológico de Cataluña, esta representación de la diosa, de hombros desnudos, ojos almendrados y pelo rizado con bucles al frente, que cae por detrás de las orejas, de carácter indubitadamente púnico, acusa sin embargo el estilo jonio. Porta kálathos sobre la cabeza, y se adorna con un collar de colgantes. El modelo similar custodiado en Barcelona está datado en el S. V a. C. 20 x 18 cms.


Lucerna del Portus Illicitanus.

Lucerna romana. Esta lucerna altoimperial representa a un pastor provisto de cayado portando una piel gruesa por capa. Vigila a las cabras y ovejas que ramonean de un árbol. Nos remite a temas virgilianos, al pastor Tytirus. El original procede del Portus Illicitnus y se custodia en el Museo Arqueológico de Alicante.


Modelando un pebetero ibérico.


Pebeteros ibéricos llamados de Tanit.

Quemaperfumes de la Albufereta. Algunos autores interpretan como granadas, símbolos de Deméter-Tanit, los motivos redondos que enmarcan dos aves estilizadas sobre la frente. Sobre la cabeza, el kálathos. Tossal de la Cala, en Benidorm, o la necrópolis de la Albufereta, son yacimientos del sureste ibérico donde este tipo de hallazgos es frecuente. A veces la equematización es mucho mayor, quizas trabajos de imitación local, como en Guardamar del segura o Coimbra del Barranco Ancho, en Jumilla.


Quemaperfumes ibéricos de Alicante.

Los pebeteros en forma de cabeza femenin ibéricos son una de las colecciones más destacadas del MARQ, pues fueron muchos los hallados en la necrópolis ibérica del Tossal.

Thymiaterion ibérico de La Albufereta, Alicante. Vaso de terracota en forma de busto de mujer.Siglo II a. C. Museo Arqueológico de Alicante. La divinidad, identificada con Deméter o Tanit, adorna su cabello ondulado con racimos, hojas, y dos aves estilizadas; los talleres indígenas copiaban modelos de quemaperfumes suritálicos, si bien su uso no está acreditado por huellas de combustión, más bien parecen vinculados a usos rituales domésticos o como ofrendas funerarias en función de los contextos donde han aparecido. Ejemplares muy similares proceden de Olocau (Puntal del Llops), o del Verdolay de Murcia, aunque la colección más extensa es la de La Albufereta (necrópolis del Tossal).

Tossal de la Cala, Benidorm.


Reproducción del pebetero ibérico de Benidorm
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Thymiaterion Tanit Grande.Pebetero o quemaperfumes ibérico en terracota.S. IV a. C.Tossal de la Cala, Benidorm.Museo Arqueológico de Alicante.22 cms. La necrópolis de la Albufereta proporcionó un número elevado de estos vasos, llamados de Tanit cuando las representaciones probables de Deméter se asocian a ambientes de influencia cartaginesa, como es el caso de la Contestania Ibérica. Se supone que su depósito en tumbas era una petición de ayuda a la diosa para acompañar el alma del difunto.


Coroplastia romana. Gladiador de Córdoba.

Gladiador. Tumba de Sentia Mapalia, necrópolis de Puerta del Colodro, Córdoba, siglo II.



Sacerdotisa ibérica. Celebrante ibérica reconstruida a partir de dos terracotas fragmentadas, la parte superior de La Serreta de Alcoy, la inferior del Tossal de Manises.



Askos en forma de ánade o pelícano de la necrópolis ibérica del Cabezo Lucero de Guardamar. (S. V a.C.)



Caballitos del Cigarralejo de Mula. Aunque los exvotos originales de este yacimiento murciano, relacionados con el culto a la Potnia Hippon, son en piedra caliza de fácil labra, en este caso de han modelado en barro.


Pebetero ibérico del santuario del castillo de Guardamar. Sobre s. III a. C. De rasgos difuminados, representa el rostro, el cabello y dos aves estilizadas sobre la frente de la deidad. Su forma es cilíndrica, cerrada por la base y con una abertura triangular detrás. Esta simplificación permite el uso de un sencillo molde en forma de teja, de fácil desmoldado. Con paralelos en otros santuario al aire libre, como la Serreta de Alcoy, o el Santuario de Coimbra de Barranco Ancho (Jumilla). Uno de estos moldes cilíndricos similares se encontró en el Tossal de les Basses, yacimiento muy próximo a la necrópolis de la Albufereta.


El orellut. Exvoto ibérico en terracota del Tossal de Manisses, Alicante. Se le atribuye influencia púnica a sus rasgos.



Terracotas púnicas representando a Tanit, Es Cuieram, Eivissa.

viernes, 28 de abril de 2017

Réplicas de cerámica arqueológica y arqueología experimental.


                                 Réplicas de cerámica arqueológica y arqueología experimental.


                                                         Bruñido de un vaso argárico.

El objeto arqueológico encierra una carga subjetiva. Esa exclusiva de aquel que lo contempla con curiosidad, con interés, con admiración a veces. La arqueología contemporánea parece interesada exclusivamente en la información objetiva que contiene. Como si cualquier valoración subjetiva contaminara el objeto de una visión anticuada, superada, ajena a la ciencia.


                        Réplica de un vaso del Acebuchal de Carmona. La metalurgia del cobre, las 
                                                            excavaciones de Bonsor...




                       Réplica de un pebetero ibérico de la necróplis de la Albufereta. Coroplastia ibérica.


Es bien conocido que a la arqueología en su concepción científica precedió una larga etapa en la que primaban intereses que para muchos hoy serían espúreos. Pero aquello que ha sido una realidad no deja de serlo porque hoy se mire con un enfoque distinto: ¿podríamos concebir la tarea de Schliemann, o de Schulten, por citar a alguien, desligada de un sentido de la Historia cargado de evocaciones literarias, de mitos, de belleza...? ¿Qué alentaba las expediciones a lugares remotos en busca de la Historia perdida? ¿Cuántos artistas reflejaron en plumillas y acuarelas lugares abandonados de antiguo, llenos de leyendas, buscando reflejar ese misterio oculto entre las ruinas más que cualquier otra cosa?




                          Las lucernas paleocristianas nos remiten al mundo romano tardía y al arraigo del cristianismo en todo el imperio. Taller de recreación de lucernas.

El coleccionismo de objetos arqueológicos, desde colecciones reales, o pertenecientes a la nobleza, como un signo de aristocracia cultural, a los gabinetes privados de burgueses ilustrados, o de sabios clérigos, estuvo ligado a la subjetividad que cada objeto arqueológico suscitó en cada poseedor. Para unos fue Tartessos y sus fuentes de plata, para otros fueron los palacios cretenses que mostraban una cultura llena de vitalidad y color, quizás otros quisieron interpretar las migraciones de los pueblos del mar a partir de las cerámicas micénicas, o imaginaban las naves cagadas de madera de cedro y púrpura de los fenicios.




                                          Esgrafiado hispano árabe. Decoración de una jarra.


 Cuántos otros se enamoraron de la cultura griega, empezando por Lord Byron, y ésta parecía contenerse en alguna porción en una dracma de Egina o una cílica ateniense. Aquí, muchos de los padres de la arqueología ibérica quisieron encontrar en la escultura o la pintura vascular ibérica algo mas que dataciones, cronologías, o reflejos mudos de un modo de vida perdido.


                                           Decoración puntillada de un vaso campaniforme.


Juan Antonio Pérez Meca levantando la maqueta a escala de un área minera de Huelva.


Creo que hoy podemos permitirnos el lujo de disfrutar de esta visión, romántica si se quiere, y si el espíritu de cada uno así le permite ese deleite, sin dejar de valorar esa otra visión moderna que nos va acercando a un conocimiento objetivo mejor acreditado.


Unas manos hacían esto en la campiña bética, en la puerta de una estancia iluminada, sobre un alcor, con tierra, agua, sus manos y fuego.


Para un modesto artesano como el que escribe, entusiasta desde la niñez de la historia antigua, los objetos arqueológicos contienen historias. Y ese poder de evocación va más allá de lo que alcanza a extraer de ellas el análisis científico.


                                       Bruñido de una réplica de campaniforme marítimo.

Conocí a una persona que viajaba a Grecia con cierta frecuencia, movido por su amor a la cultura griega clásica. Me relató que durante una visita a las ruinas de Corinto encontró una moneda de bronce, griega. Le otorgaba a su hallazgo un valor de talismán, el objeto quizás no había pasado por otras manos desde que un habitante de Corinto lo extraviara más de dos mil años antes. Esto puede analizarse desde el punto de vista de las leyes de protección del patrimonio, desde la óptica también del nulo valor informativo de una moneda que estaba exactamente donde tenía que estar, pues era corintia y del período de ocupación de la ciudad... para él era algo muy distinto. Cada signo alfabético, cada relieve del cuño, en lo que representaba y en cómo lo había representado el artista abridor de cuños, el mismo peso y color... eran otra cosa, ajena a valoración económica, algo que producía una satisfacción casi mística y personalísima.



                                                           Calcolítico de Los Alcores.


Como la posesión de objetos arqueológicos está muy restringida por las leyes, quizás con mi trabajo puedo aportar algo de esa satisfacción personal a través de reproducciones de objetos que hago con cariño y, a veces, alguna pericia conforme pasan los años y mejoro las técnicas. Ya sé que no es lo mismo, pero sin merma para el patrimonio de todos podemos disfrutar en parte de la posesión de esos evocadores objetos. Para mí lo importante es crearlos, más que poseerlos, y tengo la gran fortuna de que nunca me canso. Si después de largas jornadas consigo mejorar un poquito el aspecto de una pieza, ello me complace. Nunca abro un libro de arqueología o visito un Museo local sin que se suscite el deseo de, como un nuevo reto estimulante, reproducir o al menos imitar una nueva forma, una decoración, un color. No perder nunca la pasión en el trabajo es algo impagable.

lunes, 17 de abril de 2017

La Plata Argárica.



La Plata Argárica.

Diadema argárica de plata.

Hemos dedicado entradas a cuestiones de arqueometalurgia: al cobre y bronce, al plomo, al latón u oricalco, al hierro... abordando procesos, evidencias arqueológicas de los mismos, minería y mineralogía.
 Ahora hacemos un escueto estado de la investigación sobre la plata en época argárica.
Los objetos argáricos de plata más característicos son de adorno personal: anillos, aretes, pendientes, pulseras, diademas y cuentas de collar, y se suelen encontrar en tumbas.

Lámina de Siret con ajuar argárico característico, que incluye brazaletes y anillos de plata.

 ¿Cómo obtenían plata en el mundo argárico? ¿De dónde procedía el mineral? Los yacimientos argáricos aparecen diseminados por el sureste peninsular ocupando algunas de las zonas más ricas en plomo y plata. Es conveniente formularse estas cuestiones desde el análisis previo de las técnicas de obtención del metal blanco.

Poblado argárico de Fuente Alamo.


Vaso de cerámica argárica procedente de La Almoloya de Pliego. Sobre la cerámica, dos bandas decorativas de lámina de plata. En alguna ocasión Siret encontró este encintado con lámina de plata en un pie de copa, según sus láminas.

Para fundir plata se pone el mineral molido, junto con un fundente, en el crisol refractario dentro del horno, y se lleva a temperatura de fusión, obteniéndose dos productos: la escoria, es decir, el desecho, y el régulo, que es un botón o bolita de amalgama, compuesta de plata y plomo, junto con otros minerales, cuya presencia se denomina traza.

Crisol argárico.

 El plomo actúa como aglutinante de la plata. Puede estar presente en el mineral fundido, galenas de plomo argentífero, o añadirse al mineral de plata. 

Fundiendo el metal.

Para separar la amalgama se utiliza la copelación, método llamado así por la forma de copa (copela) del vaso en que se realiza. El régulo puesto en la copela se somete de nuevo a la acción del fuego, y a determinada temperatura se separan plata y plomo.

Filón de galena argentífera con blenda de Corta Sultana, Llano del Beal, Murcia.

 Parte del mismo se evapora, y otra parte queda adherida al fondo de la copela en forma de óxidos de plomo, uno de ellos el liargirio. 


Pendiente argárico de plata.
Moldes y crisoles argáricos.


Sobre esta capa queda la plata en estado líquido, vertiéndose al molde. Estos óxidos de plomo, o litargirios, del fondo de la copela, han sido hallados en el pecio fenicio denominado Mazarrrón 2, sumando dos toneladas de peso, más de cuatrocientas tortas, y su destino debió ser llevarlos a explotaciones mineras deficitarias en plomo para copelar plata, circunstancia común a las explotaciones argentíferas del suroeste.

Tortas lingote de óxido de plomo o litargirio, procedentes del pecio fenicio Mazarrón 2.

Moneda fenicia de plata.

Pero, ¿conocían los habitantes del Argar la técnica de la copelación? 
Se han documentado más de 700 objetos de plata de la cultura argárica del Bronce Medio, la mayor parte en la cuenca del río Vera. Pero no se han encontrado evidencias de copelación en esta zona para esas cronologías.

Poblado del bronce argárico del Castellón Alto de Galera.

 Es cierto que la propia actividad minera destruye de un modo muy significativo los restos arqueológicos de explotaciones mineras más antiguas, cuando la abundancia del mineral hace de su explotación una actividad prolongada durante siglos. Parece impensable localizar hoy en una de las grandes cortas mineras a cielo abierto, o entre barrancos salpicados de antiguas escombreras, los humildes restos de una pequeña actividad metalúrgica de hace casi cuatro milenios. Incluso el reaprovechamiento de escombreras antiguas es práctica común conforme han ido avanzando las posibilidades técnicas de extraer metal de lo desechado por otros antes.

Brazalete de Antas, plata argárica.


Esa abundancia de objetos de plata argárica, frente a su escasez en zonas productoras como el suroeste, la zona de Huelva, y dejando de lado la cuestión de que está muy ceñida a contextos funerarios, se ha explicado tradicionalmente por la relativa abundancia de plata nativa y cloruros de plata de fácil laboreo en el sureste de la Península Ibérica. 

Casa de Louis Siret en Las Herrerías.

Decía Siret que Las Herrerías, junto a su casa, era la mayor concentración de plata nativa de la Península Ibérica. Aun hasta hace unos años, en que se soterró con escombros la corta Santa Matilde, se extraían de ella platas nativas. 



Corta Santa Matilde, Las Herrerías, Almería.

Galena argentífera. A través de la copelación se extrae la plata que contiene.

Es decir, el uso de plata nativa en la Edad del Bronce ibérica se había deducido principalmente por la falta de evidencias de copelación (La plata de la Cultura de El Argar del Sur de la Península Ibérica: una primera aproximación a su producción y distribución. (Bartelheim, Contreras, Moreno, Murillo-Barroso, Pernicka.) Sin la técnica de copelación no podía extraerse plata de minerales complejos. Y la galena argentífera es un mineral excepcionalmente abundante en varias zonas de la Península Ibérica. Sin ir más lejos, junto a las Herrerías, en Almería, el descubrimiento del formidable filón de plomo argentífero del Jaroso fue el responsable del desarrollo económico de esa zona durante decenios.


Instalaciones mineras en el barranco Jaroso, en Sierra Almagrera, Almería, durante el auge de las explotaciones de plomo y plata.
Konsbergita.

Los resultados de los análisis de elementos traza (esos minerales secundarios que aparecen en ínfima proporción) de una serie de objetos de plata de varios yacimientos argáricos han suministrado por primera vez una evidencia del uso de plata nativa.

Galena argentífera. Sierra de Cartagena.

Por otra parte, los proyectos arqueológicos recientes basados en análisis de los isótopos de plomo de estos objetos argáricos parecen probar que la plata de la mayoría de ellos no procede de ninguno de los distritos mineros mejor caracterizados, y aun relativizando las limitaciones del método (escasez de la muestra, muy centrada en el cobre para alear bronce, y la cuestión de las aleaciones de reciclado) , nos conduce a una mayor complejidad del análisis donde el tráfico de metales adquiere un papel más relevante. “Apuntaríamos un patrón de movilidad del metal con un alto nivel de intercambio en los objetos que forman parte de los ajuares funerarios” (Ignacio Montero-Ruiz y Mercedes Murillo-Barroso, Análisis de la producción y consumo del metal en la sociedad argárica).

Plata nativa de Las Herrerías.



Fundiendo minerales.

Toberas de arcilla para inyectar oxígeno al proceso de fundición. 

Plata nativa de las Herrerías. Junto con los cloruros de plata son los minerales con mayor contenido en plata.
Ajuar argárico con mineral de galena argentífera.

Galena argentífera.


Moneda de Arados. Los fenicios buscaron la plata del sureste que los pobladores argáricos ya procesaban  más de un milenio antes.

Tulipa y copa argáricas, galena argentífera.

Galena de Berja, Almería. Galena granuda, también llamada ojo de perdiz.

Galena del valle de Carranza, Vizcaya, mina Angela, Matienzo. Textura hojosa.

Galena de cantera Tomasa, La Unión, pseudomórfica de pirrotina.

Galena. Detalle del grano fino conocido como ojo de perdiz. Berja, Almería.

Galena de Albuñol de la mina Balduino y Fabiola.