domingo, 20 de enero de 2019

Un vaso singular de Los Saladares, Orihuela. Una cazuela orientalizante, geométrica incisa, polícroma y decorada con aves esquemáticas.




Un vaso singular de Los Saladares, Orihuela. Una cazuela orientalizante, geométrica incisa, polícroma y decorada con aves esquemáticas.

En la publicación de Oswaldo Arteaga y María R. Serna “Las primeras fases del poblado de Los Saladares (Orihuela-Alicante), una contribución al estudio del Bronce Final en la Península Ibérica”, se describe un vaso singular a partir de los fragmentos hallados en la excavación. La singularidad del vaso, adscrito al final de la edad del Bronce y comienzos de la del Hierro, estriba en su decoración geométrica incisa con un friso de pájaros esquemáticos, y los restos de color rojo y amarillo que rellenaron los dibujos y fueron aplicados post cocción.


Dibujo tomado de la citada publicación del profesor Arteaga et alt.

La rareza del vaso nos ha invitado a realizar una serie de réplicas y alguna pieza inspirada en su forma y decoración. Hemos experimentado la aplicación del color, en nuestro caso previa a la cocción, con óxidos de hierro amarillo y rojo, básicamente hematites y limonita, y dejado de lado los eventuales rellenos de pasta blanca que se plantean con muchas reservas dada la escasez de restos de pigmentos en los fragmentos conservados. Todo ello a partir de la reconstrucción dibujada por los autores.

Uno de los varios vasos replicados siguiendo el dibujo y la descripción .

Realizando incisos a punzón.

Se trata de una cazuela o fuente de boca ancha, levantada a mano, y que los autores describen así:“Presenta un borde alargado, ligeramente abierto, que le sirve al mismo tiempo de cuello y se halla separado de la parte inferior de la vasija por una carena de hombro. Esta última, fuertemente marcada por el exterior del vaso, se encuentra indicada también por el interior, mediante un surco profundo.

Bruñido intenso.

Bruñido del interior. Se ha utilizado como desgrasante, además de cuarzo,  yeso sacaroide, que deja en la superficie cocida puntitos blancos como la caliza pero sin los problemas asociados a esta para cocciones por encima de 650 grados.

La pasta es de coloración grisácea, con núcleo más oscuro y la textura escamosa fina. La superficie, algo bruñida, tiene color gris-verdoso-claro. La decoración, que resulta profusa y está hecha toda a base de incisiones, se encuentra distribuida de la siguiente manera: a) Cuerpo superior de la vasija: Con metopas alternas que se rellenan, invariablemente en su campo superior o inferior, con trazos cruzados formando reticulados. El resto de dichas metopas debía encontrarse pintado de rojo o de amarillo, aunque éste detalle no se pueda describir con mucha facilidad, puesto que las materias colorantes se hallaban perdidas casi totalmente. Los espacios que se intercalan entre las metopas presentan en su parte inferior reticulados, como los anteriormente mencionados; y en su campo superior se decoran con los motivos que más resaltan en la vasija. Éstos consisten en siluetas de aves, esquematizadas geométricamente.

Otro vaso, esta vez inspirado en los motivos sin replicarlos.

La pasta ahora es mas grisácea.

 Los campos triangulares que sirven para representar el cuerpo de tales figuras, están rellenos por líneas cortas, inclinadas y paralelas entre si. b) Hombro carenado: Con una franja horizontal, delimitada entre varias líneas horizontales (dos encima y tres debajo) que contornean a la vasija. En su campo se dispone una cadena de rombos, que también se rellena: con trazos cortos, paralelos e inclinados. C) Fondo: Delimitado en su diámetro máximo por las líneas que contornean a la vasija, por debajo de la carena. y por una orla zigzagueante que solamente se corta, si bien simétricamente, para darle espacio a dos triángulos, que se oponen diametralmente y se rellenan interiormente con líneas inclinadas, como en los casos anteriores. El campo que se aprecia perpendicularmente entre dichos triángulos se halla cruzado por cuatro haces de líneas horizontales, quedando los dos grupos más centrales separados por sendas filas de pequeñas incisiones. 

Aplicación a pincel de óxidos de hiero rojo y amarillo (hematites, limonita/goethita).

También en el fondo tendría que haber espacios resaltados con pintura roja y amarilla. Las incisiones se encontraban en algunas partes rellenas de pasta blanca.. Sin embargo, este detalle pudiera ser más bien accidental, debiéndose tomar con muchas reservas. En otros fragmentos encontrados en estos mismos estratos, también con decoración incisa, la materia ~calcárea,, cubría totalmente la superficie. 

La franja de rombos resaltada con engobe de arcilla blanca.

El amarillo en preccoción dará un naranja a la pieza ya cocida.

El yacimiento de procedencia, Los Saladares, está situado en un cerro de tres colinas en término de Orihuela, y abarca una cronología que va desde época argárica hasta el iberico pleno, siglos IX a IV.
El vaso listo para cocer.

creemos que en el Sudeste y Levante, donde habían florecido las culturas del Argar y valenciana, no sólo se pueden intercalar varios periodos entre la plenitud del Bronce Medio y la Cultura Ibérica,"'
Las aves esquemáticas representadas se han relacionado por algunos autores con influencias centroeuropeas, pero para otros, son de origen egeo.

Vaso con pasta color terracota suave.

Personalmente me ha llamado la atención al ejecutar la serie de réplicas y piezas inspiradas que las técnicas utilizadas son las mismas del campaniforme inciso, cuando la distancia cronológica de este vaso respecto del calcolítico es enorme.

El desgrasante cuarzo de grano medio produce irregularidades por arrastre en las líneas incisas.
Quizás el vaso original se realizó con limos del Segura.

Como en otros casos de la costa andaluza oriental, tras la llegada de otras influencias del Bronce Final llegarían las importaciones fenicias, un débil comercio de penetración que en el caso de Saladares habría que vincular al emporio de la Fonteta de Guardamar, en la desembocadura del mismo Segura que, navegable, llegaba a las proximidades de Saladares. 


Para los excavadores existiría una relación que arrancaba de la baja Andalucía donde ya florecía la cultura tartésica, y esta época marcaría el fin del Bronce Final propiamente dicho abocando al desarrollo de una etapa protoibérica, paralela con un primer periodo orientalizante occidental.

Bruñido de aspecto metálico.

Para los aspectos técnicos nos ha interesado el estudio de un vaso del Cerro Borreguero, en el término municipal de Zalamea de la Serena, muy próximo a Cancho Roano, “Las cerámicas pintadas con bicromía postcocción de la vertiente atlántica ibérica”, realizado por Sebastián Celestino Pérez, Esther Rodríguez e Inmaculada Donate, basado en multitud de análisis de fragmentos pintados de once yacimientos, que califica el vaso de Cerro Borreguero de vaso para un ritual.

El vaso polícromo de los Saladares de Orihuela conformado a mano y según las medidas obtenidas a partir de los fragmentos.

Confirma dicho estudio que este tipo de cerámicas pintadas son muy comunes en el valle del Guadiana, y abundan en la Meseta norte, habiéndose denominado pintadas del Bronce Final primera Edad del Hierro por Blasco, pintadas tartésicas por Ruiz Mata o pintadas geométricas del Bronce Final/Hierro por Werner.


Técnicamente destacan su pasta rica en cuarzo, cocida en reducción, sobre la que se aplicó a toda la superficie una fina capa de pintura roja. Sobre esta se dibujó la decoración geométrica con un pigmento amarillo.
Entre los motivos decorativos, enrejados y metopas que encierran diseños geométricos menores, mencionan la sucesión de motivos en forma de ‘s’, a modo de ánades.
Anotan que la vulnerabilidad de la decoración aplicada postcocción aumenta al haberse bruñido intensamente la superficie, lo que dificulta la adherencia. Ello significaría un uso de forma muy puntual, quizás para rituales muy determinados.

Rebruñido postcocción.

Se apunta la hipótesis de que los vasos pudieran haber sido utilizados un tiempo sin pintar, decorándose con pigmentos en el momento de su amortización, relacionada con un ritual concreto.
El profesor Manuel Pellicer, en su trabajo “Las cerámicas a mano del bronce reciente y del orientalizante en Andalucía occidental” , propone para esa zona una periodización que divide en dos el bronce reciente III: entre 750-650, la fase A: a la tradición anterior se sigue el impacto fenicio, y la denomina Orientalizante Antiguo. Las casas de piedra son rectangulares y las necrópolis tumulares de incineración. Adscribe a esta fase las cerámicas de retícula bruñida, y las pintadas a mano, junto con cerámica a torno importada y manufacturas orientales.

La réplica terminada. En primer plano, figura de ave esquemática.

La fase B, entre 650-550, la considera Orientalizante Pleno, con gran arquitectura, túmulos y fosas de incineración e inhumación, pervivencia del Bronce, cerámica de retícula bruñida y pintada, torno indígena, cerámica polícroma orientalizante, manufacturas orientales u orientalizantes abundantes y orfebrería.




Destaca el profesor Pellicer de estas cerámicas la calidad de las pastas con cuarzo y esquisto, el conformado de los vasos siempre a mano, el perfecto bruñido de acabado metálico, la cocción reductora, que no superaría los 800 grados, una rica decoración con nuevos motivos alejada de la pobreza del bronce pleno.


Califica de infrecuente la técnica incisa para vasos finos, que adopta los mismos motivos decorativos que las cerámicas pintadas: geometrismos, triángulos rellenos de paralelas, meandros, escaliformes, trenzados e, incluso, aves estilizadas, y la asocia a la fase III A, la más rica y variada del bronce reciente.

Base. El pigmento amarillo a pasao a naranja, y el rojo de hematites a rojo vinoso.

Será en el siglo VII y primera mitad del VI a. C. cuando esta cerámica vaya siendo sustituida por la cerámica a torno orientalizante: barniz rojo, gris de occidente y pintada.
Por cuanto ha quedado expuesto, consideramos que el vaso de Los Saladares de Orihuela, inciso y policromado, es excepcional en su singularidad, y tenemos la esperanza de que este trabajo divulgativo y experimental pueda contribuir a la valoración de tan interesante yacimiento para el conocimiento del período protoibérico en nuestra tierra.

Vaso de los Saladares de Orihuela.

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