Algunas cerámicas
andalusíes de Siyasa
Yeserías de Siyasa.
La visita al Museo de
Siyasa, en Cieza, nos acerca a la vida cotidiana de los habitantes
del yacimiento que hoy se conoce como despoblado islámico de Siyasa,
un asentamiento urbano que tras su abandono no se volvió a ocupar, y
que ha proporcionado interesantísimos materiales del ajuar
doméstico, entre otros.
Vista del Monte del Castillo desde el Museo. Se aprecia la riqueza del suelo y el regadío.
El Museo, distribuido en
tres plantas, es muy agradable de visitar y permite ver desde unos
ventanales el yacimiento, en la orilla opuesta del río, al pie del
Cerro del Castillo, y este a su vez al pie de otro más alto, la
Atalaya. En las márgenes del Segura una rica y afamada huerta nos da
idea de la bondad del lugar para la producción agrícola.
Maqueta del despoblado.
Junto a las colecciones de
prehistoria, ibéricas y romanas, destaca la medieval islámica, y
llama la atención la presencia de abundantes yeserías
arquitectónicas de gran calidad integradas en la reconstrucción de
dos casas del poblado, en el propio Museo.
Arco polilobulado.
Existió aquí en la Edad
Media una población dispersa, tanto en la huerta como en los campos
y montes próximos, pues la templanza del clima y la abundancia de
agua hacen de este lugar un sitio óptimo para establecerse.
Grafitti a carboncillo de una pared del despoblado islámico. Un caballo enjaezado y un personaje masculino de levanta una copa ante él. Se atribuye a los repobladores cristianos, a la guarnición del castillo tras el abandono del poblado.
Según los historiadores,
que recogen fuentes castellanas, los mudéjares que allí habitaban
se sublevaron en 1264, a lo que siguió una represión de la Corona
de Castilla que explicaría el despoblamiento, quedando sólo
habitado el castillo por un reducido grupo de repobladores
castellanos.
Olla de cocina. Cerámica de las llamadas de repoblación.
Siguiendo los trabajos de
Julio Navarro Palazón, sabemos que el caserío islámico, construido
con yeso, piedra y tierra, se divide en dos núcleos, extendiéndose
por la solana del monte el mayor de ellos.
Magnífica hebilla de cinturón cristiana.
Un gran acúmulo de
materiales de deshecho al pie de un escarpe desde el que fueron
arrojados durante el período de habitación del poblado ha
proporcionado materiales muy variados y notables, destacando, entre
toda clase de desperdicios, las cerámicas esgrafiadas y fragmentos
estampillados de grandes tinajas, es decir, lo habitual en todos los
despoblados islámicos resultado de la conquista cristiana de 1243 y
la represión que los mudéjares sufrieron en 1266, tras sublevarse.
Bajo ese primer estrato, apreció su excavador que disminuían los
fragmentos esgrafiados y aumentaban las producciones en cuerda seca
parcial.
Jarrita bícroma. Siyasa.
De ese basurero proceden
también varios fragmentos de loza dorada, algunos con motivos
esgrafiados. Junto al dorado amarillento verdoso, Julio Navarro
distingue el dorado purpúreo sobre engalba, y destaca además los
vidrios dorados, que igualmente presentan a veces esgrafiados.
Fragmentos de vidrio dorado.
Del vidrio dorado se nos dice que estos de Siyasa serían los únicos hallados en Occidente.Técnica del siglo VIII inventada en Egipto que se desarrolló en los tres siglos posteriores.
A los primeros trabajos
de estudio siguieron los de excavación y consolidación. La cerámica
hallada se ha clasificado según su función, siguiendo a Roselló
Bordoy: jarras, tinajas, cantimploras y orzas para el almacenaje,
transporte y conservación.
Fragmento de tinaja estampillada. Entre dos lacerías, nudo de Salomón, leyenda epigráfica.
Al servicio de cocina se adscriben ollas,
marmitas y cazuelas. Para la mesa, jarras, jarros, jarritas,
jarritos, copas, redomas, ataifores, jofainas y cuencos. También han
aparecido cangilones de noria, juguetes (un caballito), alcadafes de
uso múltiple, como barreños, además de candiles para iluminación
y contenedores de fuego como anafres u hornillos,
pebeteros...Tapaderas, reposaderos, aguamaniles son formas
complementarias del amplio ajuar.
Marmita con tapadera.
Marmita con cuatro asas de base plana.
Repertorio de fuego directo, de cocinar.
Cangilón o arcaduz.. Las norias debieron salpicar el paisaje para elevar el agua del Segura hasta los cultivos.
Candil de pie alto.
Candil de pellizco, melado.
Redoma para el aceite.
Jarra digitada.
Una jarra bícroma decorada con el sello de Salomón.
Otro fragmento bícromo y con aplicaciones, atípico.
Fragmento de jarra de técnica mixta: combina el pintado con el vidriado de cobre (verdugón)
Jarra pintada con manganeso.
La mayor parte del ajuar
cerámico recuperado en Siyâsa data del segundo cuarto del siglo
XIII y destaca su alta calidad técnica y decorativa.
Fragmento del cuello de una jarrita esgrafiada de gran calidad.
Cerámica en cuerda seca total.
En vidrio se hicieron
jarritas y redomas. El soplado en molde y la aplicación de hilos
demuestran gran maestría, y hoy sabemos que la manufactura del
vidrio en Murcia fue importante, produciéndose piezas finas para
exportación.
Jarrita de vidrio soplado con aplicación de asas e hilo.
Pie de vaso de vidrio con nervaduras aplicadas.
El vidrio con relieves se obtiene soplando sobre un nódulo (interior) o molde (exterior).
Asas de jarritas de vidrio coloreado.
Son más de cinco mil los fragmentos de vidrio hallados, lo que atestigua su producción local.
Cuello de limeta o botella con hilo de vidrio aplicado.
Verde y manganeso califal.
Fragmentos de loza dorada.
Reposadero de tinaja decorado con epígrafe y calados.
Junto a la cerámica, el
vidrio y los trabajos en yeso, están muy bien representados otros
objetos de uso doméstico. En metales, sea hierro o bronce, hay
herramientas y armas, espetones, barrenas, remaches y clavos,
cuchillos, herrajes, badila, pinzas, fíbulas, ponderales... En
metales nobles hay joyas, anillos con engarces, pendientes, hebillas
de cinturón...
En este detalle de una pila de reposadero arquitectónica, destaca la decoración incisa y el uso de desgrasantes muy gruesos.
Abundan los trabajos en
hueso: agujas, husos, placas decoradas, mangos de cuchillo, secciones
de flautas....
El mundo religioso está
representado por unos excepcionales amuletos en placas de yeso
apotropaicas modeladas, talladas y pintadas con manganeso, además de
amuletos diversos, como manos de Fátima, corazones y plaquitas
epigráficas.
Placas amuleto.
Decoración sobre el yeso.
Otro talismán para el mal de ojo que colgaría de la pared de una vivienda.Sobre las excepcionales placas amuleto de yeso, nos informa la cartelería del Museo de que se colgaban en las paredes de las casas com amuletos protectores, contra el mal de ojo, figurando representada la Mano de Fátima. Los espejitos o vidrios incrustados tendrían esa misma función de repeler el maleficio.
Destaca una serie de
fragmentos de tinajas magníficamente decoradas. Las tinajas estaban
profusamente decoradas con incisos, estampillados y elementos
aplicados, técnicas orientales que son asumidas y ampliamente usadas
en Al Andalus.
Secuencia de gacelas en un fragmento estampillado.
Los motivos son simbólicos, como la estrella de seis
puntas o sello de Salomón, las llaves del Paraíso... o frisos de
gacelas, aves con alas explayadas, y leyendas en caligrafía cúfica
que repiten versículos coránicos alusivos al poder, la prosperidad
o la felicidad como fórmulas propiciatorias. Llama la atención que
técnicamente, la reserva de los dibujos y los rellenados con
espirales son iguales a los usados en el esgrafiado del manganeso de
las jarras, coetáneo.
El estampillado es característico de las tinajas almohades.
La decoración se realizaba con punzones de estampillar, de barro cocido.
Epigrafía cúfica en el estampillado de una tinaja.
En este fragmento aparece el vidriado sobre el estampillado.
La complejidad y maestría
del diseño y decoración que supone el conjunto de tinaja, su
reposadero vertedor, el reposadero arquitectónico de jarritas de
ablución, nos hablan de una cultura que veneraba el agua como fuente
indispensable de vida.
Elementos complementarios de la tinaja de agua. Dibujo del Museo de Siyasa.
Los fragmentos esgrafiados
son excepcionales. Ya hemos dedicado entradas de este blog a la
cerámica esgrafiada islámica y su técnica.
Jarra con pavón.
Cuello de una jarrita decorada con epigrafía cúfica en reserva.
Aquí nos detenemos en
la altísima calidad de la jarra llamada de Los Pavones, así como
los fragmentos con figuras humanas de otra pieza, una jarrita.
Jarra esgrafiada llamada de Los Pavones, una obra maestra.
Estamos ante una obra maestra de la cerámica andalusí, de gran
refinamiento estético y con un mensaje de relevancia espiritual.
Mano de Fátima.
Arbol de la Vida invertido.
Dos
aves afrontadas guardan el Arbol de la Vida que, copa abajo, levanta
sus raíces al cielo. En el cuello, la Jamsa, o Mano de Fátima, con
su simbología del número cinco. Leyenda pintada cursiva bajo el
asa. El trabajo de esgrafiado es muy limpio, de gran perfección, una
producción palaciega.
Asa con inscripción.
Junto a la jarra de Villa Vieja, del Museo de
Calasparra, y alguna de Lorca, las mejores producciones de cerámica
esgrafiada técnicamente hablando.
Mgnífica pieza esgrafiada de Villa Vieja, en el Museo de la Encomienda de Calasparra.
Los fragmentos con
personajes, muy poco comunes, nos remiten a una escena cortesana
propia del repertorio fatimí de loza dorada.
Fragmento esgrafiado de Siyasa con escena cortesana.
La influencia persa en
evidente. A través de la poesía, de la miniatura sobre seda, del
bordado, la escena cortesana del coloquio amoroso de una pareja,
separada por un jarro o pebetero, y acompañados por un tañedor de
laud, se repite desde Oriente hasta las pinturas del artesonado de la
Capilla Palatina de Palermo, y también aquí, en tierras murcianas.
Otro tañedor de laud sobre fragmento esgrafiado.
Obsérvese el paralelismo con las pinturas del artesonado de la Capilla Palatina de Palermo.
Fácilmente nos evoca el
ambiente palaciego y la exquisitez que refleja la flautista del
palacio del Rey Lobo, una pintura al temple sobre estuco o adaraja
perteneciente a una cúpula de mocárabes datada en las segundas
taifas (1147-1172) del antiguo refectorio del monasterio de Santa
Clara la Real de Murcia, el palacio de Ibn-Mardanish.
Adaraja de Las Claras, Murcia. Pintura sobre estuco.
La reconstrucción de dos
casas dentro del propio Museo da una idea acertada del nivel de
prosperidad de la población islámica de Siyasa.
Fragmento de un arco polilobulado.
Piedra de molino.
Una visita más que
recomendable a complementar con un paseo por el despoblado y las
márgenes arboladas del Segura.
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