Réplica de algunos vasos campaniformes del Acebuchal de Carmona.
Segunda parte.
Vaso terminado. El original en la Hispanic Society de Nueva York.
La tarea
previa comporta recolección de arcillas y desgrasantes, preparación
de pastas, engobes y utensilios. Obtención de imágenes
ampliadas.
He
utilizado pastas de tres tipos: terracota con adición de manganeso,
castaño claro calcárea de cuenca sedimentaria neógena (Lorca),
amarillenta muy calcárea de la cuenca neógena del Vinalopó.
Desgrasantes. Además de los naturales contenidos en dos de las
arcillas mencionadas, básicamente calcáreos, he utilizado, en unos
u otros casos, incluso combinados, jumillita con presencia de mica
de Jumilla, filitas gris plata de sedimentos finos de la Sierra de
Cartagena, polvo volcánico de las dacitas de Carboneras (Almería).
La proporción en todo caso ha sido a ojo, buscando un punto de
consistencia de la pasta que permitiese el levantado de la pieza a
rollo con la plasticidad adecuada.
Lijado con esparto.
Los granos de los tres tipos de
desengrasantes han sido tamizados algo por debajo del milímetro.
Su
utilización venía aconsejada por la posibilidad de cocción en
hoguera, para mejor resistir el choque térmico, aunque finalmente
esta opción ha sido descartada. En todo caso, he constatado la
presencia de desgrasantes gruesos en la ficha descriptiva de los
vasos campaniformes de La Minilla, en la Rambla de Córdoba,
precisamente en vasos de gran delicadeza en su decoración incisa,
lo que evidencia un engobado grueso.
Vaso campaniforme puntillado del Acebuchal, de los publicados por Harrison.
También en
los fragmentos de Porto Torrâo, Ferreira de Alemtejo, publicados por
Jorge Santos, en su blog A Lente Verde, puede apreciarse una pasta
con abundante desgrasante de tamaño diverso como soporte de la
decoración puntillada o impresa.
La mayor
resistencia a roturas que supone el uso de abundantes desgrasantes no
dificulta el trabajo de impresión si el grano es pequeño. Pero hace
muy dificultoso el trabajo inciso, incluso cuando la pasta ha sido
cubierta con un engobe. El punzón tropieza con los granos más
gruesos y descascarilla el engobe, las líneas son imperfectas.
Decoración incisa de una copa del Acebuchal de Carmona.
En “Moravian
bell beakers. A production experiment”, Universidad de Brno, los
autores sugieren, tras varios análisis y experimentos, varios
aspectos técnicos de interés: una posible doble cocción (reductora
primero hasta 600 grados en foso, otra oxidante hasta 900 en horno de
doble cámara proto-eneolítico), la reorientación de las partículas
visible al microscopio que atribuyen a la técnica del rollo, el uso
de óxido de hierro mezclado con arcilla fina como engobe, visible en
lámina delgada, el engobado posterior a la impresión, y la
incrustación de pàsta blanca (caolín) post cocción. Además,
presentan una serie de peines o punzones para puntillar de madera.
Campaniforme puntillado. Engobe gris negruzco sobre pasta castaño. Rebruñido.
El dato del
engobado, constatado en cerámicas campaniformes de
Olomouc-Slavonín, hay que relacionarlo, a mi entender con dos
cuestiones técnicas. Para cerámicas impresas, sobre pastas con
desgrasantes, afecta directamente la posibilidad del bruñido,
además de dar el color buscado. Pero no sería imprescindible si no
se pretende un bruñido muy fino y brillante, ni alterar el color
natural de la pasta (bruñido somero en dureza de cuero). En cambio,
para decoración incisa, si la pasta contiene desgrasantes
apreciables a la vista, el engobado es imprescindible para bruñir, y
el bruñido fino es previo a realizar la decoración incisa. Si se
pretende obtener un buen bruñido, no es posible hacerlo sobre pasta
con mucho desgrasantes en superficie. Los granos son arrastrados y
arañan la superficie. Pero el bruñido muy brillante compacta y seca
la pasta, reorientando las partículas de arcilla, y dificulta o
imposibilita utilizar la técnica de impresión, el barro está
demasiado duro. Ese mismo bruñido es óptimo para la técnica
incisa.
Cruz de Malta, campaniforme del Acebuchal.
He utilizado un
engobe de arcilla oscura con adición de óxido de manganeso, que,
aplicado en dos capas sucesivas a brocha, dota a la superficie de
cierta humedad y una capa homogénea que facilita la impresión
puntillada a peine. Hay que dejar secar después antes de rebruñir
con caña, piedra y trapo de lana, para evitar emborronar la
decoración impresa.
Decorando a punzón. Antigua colección Bonsor.
Los punzones han
sido realizados haciendo pequeñas escotaduras en palitos planos de
madera.
Para los círculos
concéntricos se ha combinado la técnica incisión previa, y sobre
la hendidura el puntillado, en ese caso con herramienta de madera de
borde curvo, en semicírculo, una aproximación a la ruedecilla
alfarera.
Tras el levantado a
rollo de la pieza sobre soporte cerámico, en dureza de cuero se ha
retocado el borde. En una fase más avanzada de secado se procede
mediante una esteca o herramienta metálica (serviría una hoja de
Palmela) se procede al raspado, para igualar, quitar bultos, mejorar
la simetría.
Tras el raspado, utlizando
una madeja de esparto, alisado interior y exterior, produce un lijado
fino. A continuación, mediante un trozo de trapo mojado, se extiende
la arcilla tapando arañazos, nivelando la superficie en movimientos
amplios y rápidos siguiendo las curvas para terminara de alisar y
homogeneizar la superficie.
Pulido con cuero sobre el bruñido con canto rodado.
Por último se da el primer bruñido,
combinando caña con piedra pulida en movimientos a veces rotatorios,
a aveces en el mismo sentido, según van pidiendo las curvas de la
pieza, orientada al reflejo de la luz para poder ver el avance por el
contraste mate-brillante.
Tras dos capas de
engobe y un suave rebruñido, impresión de la decoración
puntillada.
Si la pieza va a
tratarse sólo con incisión, el bruñido más enérgico y esperar el
secado del engobe.
El pulimentado
final, con trapo de lana.
Dorso de la pieza.
La cocción, por
limitaciones técnicas, una sola y oxidante. Una serie se ha cocido a
900 grados, otras piezas, de modo experimental al límite de
vitrificación, 710, según lo sugerido por los autores del estudio
de las piezas de Monturque.
En cuanto a la
adición final de pasta blanca, por incrustación, he optado
directamente por hacerla en postcocción, pues con la experiencia de
aplicar pasta a piezas crudas demuestra lo fácilmente que se
producen borrones de la decoración cuando, al humedecerse, se retira
después por raspado el excedente. He utilizado directamente
carbonato cálcico, Las citadas experiencia de Brno son también
incrustaciones post cocción y a la cal, al hueso molido y al caolín
suman el sulfato cálcico (yeso) como opciones.
Bruñido de una tablilla experimental para incrustar pastas blancas.
Preparando pasta de carbonato cálcico.
Todavía no he visto el
resultado de comparar la incrustación en crudo de carbonato de
calcio frente a ceniza de huesos, y posterior cocción a 710 grados.
Sí he observado, que al retirar el excedente de pasta sobre la
plaqueta de arcilla cruda y bruñida, el hueso se va con mayor
facilidad, se peierde en parte, siendo la cal más estable para la
misma densidad de pasta.
Pasta de ceniza de huesos.
Durante el proceso
experimental, he hallado dos pequeños pero interesantes recursos
técnicos, al alcance de aquellas gentes del calcolítico, que me han
permitido obtener mejores resultados en cuanto al brillo y contraste
de las piezas. Pero, no siendo de interés científico, y sí
afectando al aspecto final de las piezas, me los quedo para mí.
Secreto.
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