El barro de las jarras islámicas de Ils, Elche.
Desde pequeño me
fascinaba la imagen de unas jarritas islámicas de barro blanco
decorado a pincel que, junto a un conjunto de delgadas monedas de
plata -dirhemes- de caligrafía armoniosa pero indescifrable para mí
se exponían en una vitrina del llamado Huevo del Parque, un recinto
singular de arquitectura neoárabe, enclavado en el corazón del
magnífico Parque de Elche, y que hacía de pequeño museo
arqueológico. Esta imagen ha sido siempre para mí evocadora del
pasado islámico de mi pueblo, que en época medieval se llamó Ils.
el Huevo del Parque.
Dirham califal de plata. El tesorillo que se exponía en el Museo
fue catalogado por Lafuente Vidal.
A estas jarritas,
hoy en el Museo de Arqueología e Historia de Elche, MAHE, se han ido
sumando otras: la última encontrada, en la excavación de la Plaça
de la Fruita, intacta, decorada con óxido de hierro; las procedentes
de la donación Aniorte, halladas durante unos trabajos de
repoblación en el Castellar de Morera, hoy en el MARQ. Los
materiales del alfar de la calle Curtidores con Filet de Fora.
También las procedentes de un silo que debió situarse próximo a
una alquería islámica al norte de la ciudad, cerca del camino que,
desde las sierras, penetra en la población en dirección sur hasta
la Alcudia, la vieja Elche ibérica y romana.
Muros de La Moleta de Elche.
Muros de La Moleta de Elche.
El tópico de la
fisonomía de oasis oriental de Elche tiene una base real, y más la
tuvo hace apenas un siglo. Lo que fascinó a muchos viajeros
románticos se conserva en parte si la mirada se completa con la
información de lo que fue; así, la rambla desértica del Vinalopó,
tan maltratada, rodeada del vergel de los huertos de palmeras,
compone un paisaje único y lleno de historia.
El oasis de Elche.
La Figuera Reona, el Promontori, Caramoro, la Moleta, el Puntal del Búho, el Castellar de Morera..., yacimientos que siguen el cauce del río al norte de la ciudad, son un libro más cerrado que abierto al pasado, desde el eneolítico hasta la Ils medieval. Allí, en el Promontori, hubo una primera comunidad alfarera que elaboraba cerámica campaniforme.
Campaniforme de Elche, en Mahe. Promontori del Aigua dolça i salá.
No conocemos los alfares ibéricos, pero sí sus ricas creaciones. Sabemos también de alfares romanos al sur de la ciudad, en el Arsenal. Finalment, conocemos el alfar islámico de la calle Curtidores, que aprovechó el agua de la acequia Real y del ramal de venía desde los baños árabes. Allí se fabricaron candiles en el siglo XII. Primero, de piquera con decoración pintada con óxido de hierro. Después, en el primer tercio del siglo XIII, sabemos que también se hacían candiles de pie alto, vidriados en blanco.
El oasis de Elche.
La Figuera Reona, el Promontori, Caramoro, la Moleta, el Puntal del Búho, el Castellar de Morera..., yacimientos que siguen el cauce del río al norte de la ciudad, son un libro más cerrado que abierto al pasado, desde el eneolítico hasta la Ils medieval. Allí, en el Promontori, hubo una primera comunidad alfarera que elaboraba cerámica campaniforme.
Campaniforme de Elche, en Mahe. Promontori del Aigua dolça i salá.
No conocemos los alfares ibéricos, pero sí sus ricas creaciones. Sabemos también de alfares romanos al sur de la ciudad, en el Arsenal. Finalment, conocemos el alfar islámico de la calle Curtidores, que aprovechó el agua de la acequia Real y del ramal de venía desde los baños árabes. Allí se fabricaron candiles en el siglo XII. Primero, de piquera con decoración pintada con óxido de hierro. Después, en el primer tercio del siglo XIII, sabemos que también se hacían candiles de pie alto, vidriados en blanco.
Jarra de agua.
De
este segundo momento serían los materiales hallados en el silo del
Campus de la Universidad Miguel Hernández, pues los excavadores
encuentran en el repertorio
de formas de agua, servicio de mesa y fuego una enorme similitud con
las documentadas en los testares del alfar ilicitano de la calle
Curtidores, afirmándose
que
prácticamente la totalidad de las formas de agua y servicio de mesa
presentan pastas de tonalidad ocre blanquecina, con desgrasante
de pequeño tamaño. Y
la no menos interesante notocia del hallazgo de una jarra esgrafiada
en el alfar local.
En el Castellar de
Morera se documentan, por excavaciones del MARQ, cerámicas pintadas
predominando la serie de las flores de loto entre metopas, tan
típicas del Ribat de Guardamar, y que identifican con los materiales
del primer contexto del alfar islámico de la calle Curtidores,
además de en el cercano Castellet de la Murta en Agost, el Castillo
de Petrer o el Castillo de Sax, cuya cronología recorre la segunda
mitad del siglo X y las primeras décadas del siglo XI.
Mi interés se
centra en una experiencia concreta: probar distintas arcillas
recogidas en lugares próximos a estos yacimientos, buscando
concretamente obtener ese barro ocre, blanquecino, con desgrasante
pequeño, poroso y ligero, que caracteriza las cerámicas dedicadas
al agua en la mesa, es decir, jarras y jarritas.
Descartadas las
arcillas que darán coloraciones rojas, me intereso por pequeños
afloramientos de arcillas margosas, margas y arcillas calcáreas, con
especial interés por los afloramientos próximos al cauce del
Vinalopó, y dejando para otro momento experimentar con tierra de
bancal.
El criterio de
partida es que las arcillas utilizadas por los alfareros árabes de
Elche serían recogidas a corta distancia de los centros de
producción. O, mejor, los alfares no se ubicarían muy lejos de
los puntos de aprovisionamiento de materia prima, además de contar
con el abastecimiento de agua y leña.
Arcillas margosas ocres al norte de La Moleta de Elche
He experimentado a
la fecha con materiales de una docena de puntos de los alrededores
del cauce del Vinalopó, intentando obtener conclusiones
experimentales.
En este punto es
conveniente hacer una distinción entre lo que son propiamente
arcillas, las margas y la greda. Esto no es fácil.
Se llaman margas a
un tipo de roca sedimentaria, impermeable, de fractura mate, concoide
o astillosa, formadas por deposición en entornos marinos o
lacustres, y compuestas de calcita y arcillas. Se denominan calizas
margosas cuando el carbonato cálcico es superior a un tercio de la
masa, y arcillas margosas, o calcáreas, cuando es inferior.
Las definiciones de
“greda” son problemáticas; para este trabajo me quedo con la que
llama greda a la roca detrítica mixta compuesta a partes iguales
(no inferiores al 20% cada una) de componentes de distinta
granulometría: arena, arcilla y limo.
Conos de arcillas detríticas.
Acumulación de los detritos en conos surcados de canales de erosión de la lluvia.
En la zona
prospectada, por debajo de la cobertera cuaternaria rojiza, se
encuentran sedimentos post manto, es decir, capas sedimentarias que
del neógeno a la actualidad han producido una sedimentación casi
continua de rocas de origen marino procedentes de la destrucción del
substrato subbético, englobándose las series de edad miocena y
pliocena. En las terrazas del Vinalopó aparecen, bajo niveles
conglomeráticos bien cementados, y en ocasiones con sílex nodular,
paquetes de niveles detríticos.
Sílex nodular procedente de los conglomerados.
La compacidad de las calizas no nos
es útil para la recogida de muestras, pero sí lo son las arcillas
margosas que en tonos ocre algo verdoso y en ocasiones con
estructuras de yeso en filoncillos; otras, similares pero con una
pátina superficial blanquecina, y finalmente otras gris claro, han
sido objeto de pruebas. Las amarillentas u ocre, algo verdosas, han
sido recogidas al norte de la Moleta; las blanquecinas y grises, al
norte del Castellar de Morera.
Decantando la arcilla margosa ocre amarillenta del Vinalopó.
Las sencillas pruebas
de plasticidad determinaron que la pasta gris es la más magra,
arenosa y homogénea, dando un blanco sucio su cocción a 1000
grados. Está bastante limpia de impurezas vegetales. La pasta
blanquecina probada es la más cremosa y plástica, pero en exceso
para servir al trabajo de torneado. Finalmente, las más parecidas a
los colores de las cerámicas islámicas han sido las amarillentas,
ocres claros. Estas dos últimas, mucho más ricas en materia
orgánica, que flota durante la decantación.
Decantado de arcilla margosa gris, recogida al norte del Castellar de Morera.
Los puntos de recogida
han sido los barranquillos formados por las escorrentías, buscando
el material más puro, más libre de impurezas visibles.
La escorrentía de las lluvias acumula sedimentos de finos, arcillas depuradas como se aprecia en el surco de la imagen.
El método de
depuración ha sido el tamizado en seco y sucesivas decantaciones
hasta descartar el sedimento grueso.
Estas arcillas margosas
presentan una importante cantidad de arena calcárea como desgrasante
natural, y su comprotamiento plástico es idóneo para el torneado,
dejando un estriado de huellas de giro muy definido y característico
de estas producciones islámicas. La coloración a mil grados es ocre
claro, con zonados en la misma pieza más tostados, y un aspecto
poroso, arenoso al tacto. A veces se han producido agrietamientos en
cocción, pues estimamos, de visu, que la proporción de arcilla es
algo inferior a la idónea para tal proporción de carbonatos.
Presenta abundantes restos orgánicos.
Por último, registrar
que durante el secado pueden aparecer eflorescencias filamentosas
blanquecinas.
Aparición de eflorescencias blancas filamentosas (sulfatos) durante el secado de una lucerna paleocristiana.
Después de cocidas y mojadas las piezas, aparece a
veces una capa blanquecina muy fina, no filamentosa, calcárea.
Puede apreciarse la capa blanquecina aparecida tras cocer, mojar y dejar secar este cuenco islámico. Se aprecian también estrías en la mitad inferior, de tono más ocre.
Para las pruebas se
elaboraron jarritas de agua islámica a torno con arcilla margosa
ocre, así como una lucerna paleocristiana con molde de apretón; con
arcilla blanquecina se torneó una jarrita hispano árabe que se
decoró con esgrafiado al manganeso, y para probar la arcilla gris
clara arenosa se torneó un ungüentario romano. La arcilla ocre dio
el color más similar a las piezas antiguas, pero presentó
agrietamientos; la gris rajó en horno.
Torneando un balsamario romano.
Igualando el cuello del unguentario romano.
El unguentario ya cocido y rajado en el horno.
La blanca, de más difícil
torneado, no dio estos problemas.
pierden a ocres al excavar.
Jarrita esgrafiada islámica elaborada con la arcilla margosa gris amarillenta, presenta una pátina blanquecina en la mitad superior formada después de ser cocida y mojada.
Rajadura de las finas paredes de una jarrita realizada en barro ocre.
Una aproximación de
conclusión: en el entorno inmediato del cauce del Vinalopó, al
norte de la ciudad, pueden recogerse arcillas que, una vez procesadas
manualmente, sirven para el torneado y dan buen resultado en cocción
si la selección es la adecuada. El aspecto de estos barros, de color
ocre claro, poroso, ligero y arenoso al tacto, se asemeja mucho al
usado para las jarras y jarritas islámicas.
De estas arcillas
margosas detríticas, las más adecuadas son de aspecto amarillento,
abundantes en zonas concretas.
Una curiosidad: no abundan los nódulos de sílex grandes en el término de Elche, en general son cantos pequeños con el córtex blanquecino y tonos grisáceos, semitranslúcidos a veces, incluso de buena calidad. Pero en una prospección de arcillas del Racó de Morera, al norte del término de Elche, encontré un gran nódulo que rompí en varios trozos, Calculo que pesaba al menos diez kilos. Esto debería dar alguna pista sobre áreas de aprovechamiento de recursos líticos en la prehistoria. Lo hallé en el camino que conduce al manchón messiniense, a la izquierda del camino de acceso al Rincón de Morera desde Elche. Dejo algunos de esos fragmentos de sílex ilicitano como curiosidad.
Sílex de Elche, Racó de Morera.
El nódulo pesaba más de diez kilos. Dos fragmentos de sílex de Elche.
Gran fragmento del nódulo de sílex de Elche.
Aunque su calidad no es alta, por el tamaño y ausencia de fracturas es utilizable para la talla lítica. Sílex del Racó de Morera, Elche.
Una curiosidad: no abundan los nódulos de sílex grandes en el término de Elche, en general son cantos pequeños con el córtex blanquecino y tonos grisáceos, semitranslúcidos a veces, incluso de buena calidad. Pero en una prospección de arcillas del Racó de Morera, al norte del término de Elche, encontré un gran nódulo que rompí en varios trozos, Calculo que pesaba al menos diez kilos. Esto debería dar alguna pista sobre áreas de aprovechamiento de recursos líticos en la prehistoria. Lo hallé en el camino que conduce al manchón messiniense, a la izquierda del camino de acceso al Rincón de Morera desde Elche. Dejo algunos de esos fragmentos de sílex ilicitano como curiosidad.
Sílex de Elche, Racó de Morera.
El nódulo pesaba más de diez kilos. Dos fragmentos de sílex de Elche.
Gran fragmento del nódulo de sílex de Elche.
Aunque su calidad no es alta, por el tamaño y ausencia de fracturas es utilizable para la talla lítica. Sílex del Racó de Morera, Elche.
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