Volcanes de Fortuna. Los
Cabecicos Negros y sus rocas encajantes.
La Sierra de Abanilla desde Los Cabecicos Negros de Fortuna.
En término de Fortuna hay
dos afloramientos de rocas volcánicas, los Cabecicos Negros y
Derramadores. En Abanilla, un tercero, llamado El Tale.
Cabecicos negros de Fortuna.
A finales del siglo XIX
Ramón Adán de Yarza de la Torre Lequerica estudió estos lugares
tan singulares. Designó como fortunitas a las rocas que se
encuentran en el borde del pitón de Cabecicos Negros, y consideró
como traquitas a las rocas de la zona interna del mismo.
Fortunita, roca volcánica.
Un decenio más tarde,
otro geólogo, Ossan, dedicó un estudio a las rocas alcalinas de
España que incluia numerosos datos mineralógicos a partir de los
análisis químicos de estas rocas. Como había estudiado el
vulcanismo de Vera, Almería, pudo comprobar semejanzas dentro de la
rareza de estas rocas lamproíticas, y en su estudio de las rocas
alcalinas del Sureste de España llamó veritas a estas rocas.
La alineación de los Cabecicos Negros va en paralelo a la carretera de Fortuna a La Jineta.
Según los estudiosos, son
tan poco comunes estas rocas que sólo han sido descritas en puntos
concretos de Toscana, Australia o California, además de en el
Sureste español, donde se les ha ido asignando nombres locales, como
las jumilllitas de Jumilla o las fortunitas de Fortuna, cancalitas
del volcán de Cancarix o la verita de Vera.
Este lugar de los
Cabecicos Negros de Fortuna está considerado como Lugar de
importancia internacional.
Contacto de las margas miocenas con la masa lamproítica eruptiva.
El vulcanismo neógeno que
produjo estas rocas está escasamente representado a nivel global, y
tiene su mejor representación en seis volcanes de la región de
Murcia. Además de esta zona de Fortuna y Abanilla de que tratamos,
los volcanes del Salmerón, Cabezo Negro de Zeneta, de Barqueros y
Cerro Negro de Calasparra.
Su importancia para el
conocimiento de la geodinámica y la vulcanológica reside en que
posibilita estudiar los magmas del manto terrestre.
El suelo adyacente está sembrado de cantos con variedad de colores.
Desde el punto de vista
mineralógico (Bellido Mulas) estas rocas lamproíticas se
caracterizan por la presencia de minerales máficos potásicos y
otras fases, entre las que se encuentran: fenocristales de flogopita,
richterita, olivino, clinopiroxeno, sanidina y leucita., además de
otros accesorios comunes en estas rocas scomo priderita, wadeita,
apatito, perovskita, magnesiocromita, magnetita, jeppeita,
armalcolita, scherbakovita, ilmenita y enstatita. Es característica
la presencia de contenido en titanio en varios de ellos, y el escaso
contenido en aluminio.
Naturalmente, cito esa
relación sólo para resaltar la idea de la importancia petrológica
del lugar, quedando para especialistas el conocimiento que de ello se
pueda derivar.
Un canto de caliza amarillento.
En todo caso, de una breve
visita a estos desiertos parajes de los Cabecicos Negros me ha
llamado la atención la abundancia y variedad de formas y colores de
las rocas que aparecen dispersas en su entorno, un canturrial en
contraste con la coloración general del paisaje, que es parduzca
oscura en la alineación de cerros, destacando con el gris blancuzco
de las margas adyacentes, donde apenas medran el esparto y el
tomillo.
Abundancia de cantos.
Entre estos cantos
dispersos, aparecen ofitas angulosas, de color marrón a granate por
la pátina de la erosión y verdes al corte fresco, areniscas
amarillentas, verdes, calizas grises, otras marrones y tan compactas
que parecen cuarcitas, y otras carbonatadas, yeso, escasos bolos de
origen recifal, nódulos silicificados.
La silicificación hace parecer cuarcitas piedras muy compactadas que no lo son.
Canto de caliza gris.
Cantos fisurados surcados de venas de calcita.
Canto cuarteado.
Predominio de los materiales carbonatados.
Todo el entorno del asomo lamproítico está sembrado de cantos fruto de la descomposición de conglomerados.
Estos materiales deben
proceder de la meteorización de potentes bancos de brechas.
Las metabasitas son más
antiguas que las lamproítas del afloramiento, pues se encuentran en
brechas de edad burdigaliense.
Metabasitas.
Fractura concoide y angulosa de las diabasas.
Otra ofita.
Las diabasas, más duras que los materiales carbonatados, conservan aristas. Su color verde original suele estar cubierto por una pátina rojiza de oxidación.
Textura porfídica.
De los crestones alineados
de oeste a este, en paralelo a la carretera que desde Fortuna va la
Jineta, destaca el segundo desde el occidente, de apenas diez metros
de altura y aproximadamente esa misma anchura.
Lava almohadillada.
El volcanismo mioceno del
Sureste español está relacionado con la orogénesis del Sistema
Bético, y por ende, con la formación del borde oriental del
Mediterráneo, afectado por un proceso de colapso extensional durante
el que se produjeron los eventos volcánicos.
Alteración térmica en la aureola de contacto.
Bolo de fortunita.
Parece ser que el origen
de estos cabecicos de Fortuna fue la intrusión de coladas de lava a
través de una chimenea volcánica en margas durante el Mioceno.
Según la hoja geológica de Fortuna, llegarían al Plioceno, si bien
los textos son más antiguos que posteriores estudios de detalle.
Esto produjo una serie de efectos térmicos en el contacto: cambio en
la coloración, con manchas marrones en bandas circulares en la
aureola de contacto, acusado endurecimiento, microfracturaciones con
fractura concoide, mineralizaciones de óxidos de hierro y manganeso
como relleno de superficies de fractura y una notable silicificación.
De hecho los contenidos en sílice y potasio son los determinantes
para la clasificación.
Cabecicos Negros, vulcanismo del sureste.
La antigua chimenea fue
denudada por la erosión, dando lugar a un paisaje de morfología
irregular.
El contacto de la roca
volcánica con las margas es visible claramente en varios puntos.
Las rocas cercanas a la
extrusión son compactas, y, por el escape de gases, las más
alejadas presentan textura vacuolar y amigdaloide.
Crestón de uno de los cabezos.
Las rocas están muy
diaclasadas, y a simple vista destacan pequeños cristales
pardo-rojizos de mica flogopita, pequeñas oquedades producto de la
alteración de piroxenos y una matriz entre vítrea y
microcristalina.
En los bancales adyacentes
se localizan pequeños nódulos de aspecto botrioide de calcedonia
blanca o de suave coloración azulada.
Difícil la supervivencia.
De vuelta hacia Abanilla
nos detenemos para fotografiar los bandlands de la Rambla del
Ajauque, un paisaje desolado de margas blancas y lomos de suave
cresta con caídas abruptas hacia las ramblas, dominios de la erosión
del viento y el agua, de belleza desnuda.
Paisaje de bad lands margosos de la cuenca del Chícamo. Al fondo, la Sierra de Abanilla.
Abanilla, desierto.
Bibliografía: El
Patrimonio geológico de la Región de Murcia. Mapa IGME Hoja de
Orihuela.
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