jueves, 3 de agosto de 2017

Talleres ibéricos en el Puig de la Nao de Benicarló.



Talleres ibéricos en el Puig de la Nao de Benicarló.

Vista del mar con la fértil plana litoral desde el Puig de la Nao. Al sur, Benicarló, al norte Vinaroz.


En el poblado íbero del Puig de la Nao, en Benicarló, ha sido posible acercarse a la vida cotidiana de aquella época en unas jornadas en las que, por segundo año, se han realizado dramatizaciones de aspectos de lo que fue la vida del poblado, con participación de público. A cargo de Ibercalafell la puesta en escena de esos instantes, intercalada con la visita al yacimiento explicada por personal del Museo Arqueológico local.


Acuñación de monedas ibéricas a cuño y mazo.

 Los talleres ibéricos han contribuido igualmente a la mejor comprensión de los modos de hacer de aquellos artesanos iberos, destacando los de cerámica pintada, trabajos de esparto, reducción de mineral de hierro, y acuñación de monedas ibéricas. 


Glandes de honda de plomo.

Otros, de contenido lúdico, han permitido al público asistente disfrutar del ocio a partir de elementos del patrimonio histórico, como el tiro con honda. Un pequeño mercadillo artesano ligado a estas actividades, y con productos de gran calidad, como terracotas, monedas, cerámica pintada, trabajos de esparto, incluido el vino local, complementaban la idea.


Pebeteros ibéricos de terracota.


El Puig de la Nao, muy cercano al mar, entre Benicarló y Vinaroz, es un poblado ibérico elevado, perteneciente al territorio de los ilercavones,  bien conservado en sus estructuras y restaurado con acierto, a pesar de que una cantera destruyó hace años buena parte.

Calle ibérica en el Puig de la Nao, sobre la roca natural.

Su posición permite una vista diáfana de la franja litoral y la costa inmediata. Su momento de apogeo se data en torno al siglo V a. C., con fases más antiguas de ocupación. Asentamiento fortificado, cuenta con muralla, torres adosadas, calles que separan espacios de habitación de talleres, almacenes y otras estructuras.

Espacios del habitat ibérico. el yacimiento está bien conservado y acondicionado para hacer comprensible la visita.



Calle del poblado ibérico.

Al pie del mismo, en una explanada de tierra, se han llevado a cabo varios talleres artesanales que bien pueden relacionarse con las formas de vida iberas. Nur-Arq era la empresa organizadora, y el personal del Museo de Benicarló coordinó las visitas al yacimiento del público.




Horno ibérico de reducción de hierro recreado por Artifex.

Pintando cerámica ibérica, con la excelente pintora Gloria, los niños han disfrutado. Niños y adultos han podido ver realizar trabajos tradicionales en esparto a cargo de Amparo, de Cadira de Boga, que con amor al trabajo textil y manos hábiles hizo una demostración de distintos trenzados.

Trenzado de esparto tradicional.

También pudo verse la recreación explicada del proceso de acuñación de monedas a cuño y mazo, una serie de ases ibéricos.

Taller de acuñación de monedas ibérico.

José Miguel, de Artifex, levantó con tierra un pequeño horno cónico para reducir mineral de hierro y obtener una masa enriquecida en metal, que con un laborioso trabajo posterior de forja daría una mínima cantidad de hierro metálico.
Mineral de hierro molido listo para fundir.


 Para ello, rellenado el horno con capas de mineral y carbón vegetal, estuvo durante horas insuflando oxígeno (inducción) mediante fuelles manuales hasta superar los mil doscientos grados. El momento de apertura del horno, ya de noche, fue el más espectacular por los colores del fuego, diferenciables en su tonalidad según la temperatura.


Unos iberos esperan pacientes que el horno alcance una temperatura muy elevada.

Fundidor ibero.

Escena intemporal de metalúrgicos.

Diferencia de color según temperaturas en el horno de inducción artesanal.

Abriendo el horno.

Masa de escoria enriquecida en hierro o esponja.

Esponjas de hierro listas para su forjado y procesos posteriores.


Toda iniciativa para dar a conocer nuestro patrimonio histórico es deseable y digna de apoyo. Recrear el pasado nos ayuda además a conocer nuestros propios orígenes, otras formas de vida que han permitido la subsistencia de nuestros ancestros durante milenios, adaptadas a un medio natural concreto, y ello conforma nuestra propia raíz cultural. Enhorabuena.


Els ibers.

Fundiendo hierro como nuestros ancestros.

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