El
vidriado en la cerámica andalusí.
Plato en melado y manganeso. Candil melado. Museo de Alcoy.
Denominamos
barniz, esmalte o vidriado (vedrío) a la masa vítrea con la que se
recubren las pastas cerámicas para darle un acabado superficial,
liso, brillante e impermeable. La vitrificación se produce al fundir
la sílice o el boro bajo los efectos del calor sobre la pasta misma
a la que quedan adheridos.
Cuencos en melado y manganeso, o cobre y manganeso sobre esmalte blanco.
Llamamos
barnices a los revestimientos más usuales de las lozas, de los
objetos de alfarería.Son transparentes, funden a bajas temperaturas
y en la segunda cocción vitrifican. Para darles color se usaron
antiguamente óxidos metálicos: de cobre, para verde, de manganeso,
que da un morado a negro, o de cobalto, para el azul ya en cerámicas
de edad moderna. Para darles adherencia se adicionaba un fundente.
Jarro con chorreones de vedrío, de Bayanna, la antigua Pechina, en Almería, Museo de esa capital.
Llamamos
más propiamente esmaltes a los revestimientos vitrificables opacos,
blancos o coloreados mediante la adición de óxidos metálicos en su
masa.
La
aplicación de estos esmaltes y barnices en piezas arqueológicas se
hacía por inmersión, por chorreo o a pincel.
Ccandil islámico vidriado en miel oscuro o achocolatado, Museo de Baza.
La
decoración pictórica puede aplicarse antes o después de aplicar el
barniz o esmalte crudo, denominándose las técnicas respectivas bajo
o sobre cubierta. Estas técnicas fueron introducidas en Europa por
los árabes a través de la cerámica andalusí. Dicha decoración
puede aplicarse antes o después de su cocción, aunque suele ser más
común realizarla tras una primera cochura del barro.
Sobre un engobe blanco se ha pintado con óxidos de verde y manganeso. Posteriormente se ha aplicado un baño transparente.
El
método de pintar llamado “bajo cubierta” consiste aplicar la
decoración pintada sobre la superficie de arcilla, antes de aplicar
un esmalte transparente. Al fundirse la decoración con la capa de
esmalte durante el proceso de la cocción queda permanente y
protegido el dibujo.
Cerámica verde y manganeso califal.
En
la pintura islámica esta técnica parece que tuvo su epicentro a
finales del XV en la cerámica de Iznik, en Turquía.
Redoma monocroma en verde de cobre, Museo de Almería.
Un
problema fundamental, común a la técnica que comentamos y a la
pintura aplicada sobre una capa de esmalte crudo, o método “sobre
cubierta”, consiste en dar con la carga justa de pigmento: esto
condiciona los diferentes grosores del trazo, el espesor de la capa,
sea en acuarelado transparente o en opacos densos que cubren
completamente la base bizcochada.
Decoración verde y manganeso en crudo, antes de recocer la pieza ya bizcochada.
Las sales de cobre se han evaporado durante la cocción, tiñendo de azul.
La
carga del pincel no será homogénea si la dilución del pigmento no
es estable, y dada la densidad de algunos de ellos, metálicos, que
les hace hundirse al reposar, es difícil mantener la solución con
la misma densidad si no se remueve constantemente. Sobre todo para
delinear, una carga excesiva de pigmento en polvo impedirá el
deslizamiento del pincel. Por otra parte, si se intensifica la
densidad por la carga de pigmento, los colores tienden a romper,
agrietarse durante la cocción.
Pintura al óxido de manganeso sobre cubierta melada.
Bajo
cubierta, si la superficie es lisa, el pincel deslizará y permitirá
trazos finos; más difícil será hacerlo sobre cubierta, pintando
sobre el polvo que la capa de esmalte crudo, sea plúmbico o sea
alcalino, ha dejado sobre la superficie de la pieza, especialmente
si esta es gruesa: la textura del polvo del esmalte dificulta el
trazo, tanto más cuanto más gruesas sean la capa de esmalte y la
densidad del pigmento diluido. El esmalte en crudo es una materia muy
delicada, de aspecto harinoso, de consistencia polvorienta y muy
higroscópica que se desprende por el roce. Hoy se trabaja con
pigmentos formulados listos para usar, que se deslizan fácilmente
sobre el esmalte crudo o sobre el bizcocho.
Baño melado (transparente con óxido de hierro) y decoración al manganeso sobre cubierta, en crudo.
Pieza ya cocida.
La
técnica del vidriado fue conocida por los romanos. En la Alcudia de
Elche, por ejemplo, puede verse una lucerna de doble piquera con
prótomo de caballo a cada lado del disco, barnizada en verde de
cobre. La técnica no se ha constatado en cerámicas visigodas.
Escudilla o platito con una grulla, motivo característico de Mertola.
Será
en el S. IX cuando esta técnica vuelva a penetrar, desde oriente o
el norte de Africa, en el Sureste andalusí, constatándose un alfar
con una abundante producción vidriada, junto a un horno de vidrio,
en Pechina, seguramente el primer centro productor, que copia modelos
orientales (Elena Salinas, Las primeras producciones vidriadas en
época emiral de Córdoba). Luego seguirían Málaga y Murcia.
Felús emiral llamado del guerrero, una excepción al aniconismo de la numismática islámica.
Redoma andalusí. Bayanna.
Jarra de Bayanna. MAN.
Según la profesora Sonia
Gutiérrez Lloret, existe un primer tipo de vitrificación
documentada en contextos altomedievales anteriores al vidriado emiral
característico de la segunda mitad del siglo IX. Cubiertas vítreas
espesas y de irregular grosor que recubren los bordes y el interior
de piezas de cocina de boca amplia - como cazuelas u ollas en Mérida,
el Tolmo de Minateda o Valencia-, y de forma excepcional se aplican
a formas abiertas (documentado en Mérida y Barcelona).
Felús emiral.
Aplicada esta
cubierta sobre pastas con abundante desgrasante machacado, su aspecto
va desde el recubrimiento casi transparente al vidriado espeso,
opaco o traslúcido, grueso, resultando superficies craqueladas,
opaca, o rugosas.
Juguetes con vedrío monocromo. Museo de Córdoba.
Siguiendo el trabajo de
Miguel Alba y la citada autora (Las producciones de transición al
Mundo Islámico: el problema de la cerámica paleoandalusí (siglos
VIII y IX), hoy se acepta que el primer vidriado islámico es siempre
monocromo, verde de preferencia, aunque también se documentan tonos
melados y achocolatados - talleres como los de Málaga-.
Dirham de plata de Abderraman I.
Su fabricación aparece
asociada a alfares urbanos de la zona sureste de Al-Andalus, como
Pechina y Málaga, con piezas de servicio de mesa con decoración
impresa, incisa o en relieve bajo cubierta, cuyo inicio sitúan estos
autores a mediados del siglo IX, “convirtiéndose en un indicador
preciso para la segunda mitad de esa centuria y los primeros años
del siglo X, en ausencia de los primeros, verde y manganeso”.
Advierten que fuera de esta zona su difusión es escasa, limitada a
piezas pequeñas como candiles, jarritos de forma oriental y a veces
alguna botella.
Cerámica califal cordobesa. Museo de Medina Zahra.
La conexión entre estas
primeras producciones y la posterior palatina de Medina Zahra está
por resolver, pues en Córdoba son muy escasos los vidriados
emirales. Será en la segunda mitad del S. X cuando se imponga el
negro para siluetear y el verde para los rellenos de color.
Cuenco en verde y manganeso. reproducción.
Decoración zoomorfa. Medina Zahra.
El pavón, motivo singular de la cerámica califal, silueteado con manganeso y rellenos de óxido de cobre.
Redoma andalusí vidriada con melado.
Vidriados monocromos andalusíes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario