Los testares de Agost, memoria de la alfarería árabe del agua.
Dedico esta entrada a mis maestros en cerámica, y amigos: a Roque Martínez Izquierdo, ceramista de Agost, que me inició en el torno y las técnicas básicas, y a Vicente Bernabeu Plaza, restaurador del Museo Arqueológico Provincial de Alicante, que aprendió y trabajó la cerámica también en Agost, y de quien he aprendido técnicas de reproducción de cerámica arqueológica y realización de moldes en muchas conversaciones a lo largo de los años.
Dedico esta entrada a mis maestros en cerámica, y amigos: a Roque Martínez Izquierdo, ceramista de Agost, que me inició en el torno y las técnicas básicas, y a Vicente Bernabeu Plaza, restaurador del Museo Arqueológico Provincial de Alicante, que aprendió y trabajó la cerámica también en Agost, y de quien he aprendido técnicas de reproducción de cerámica arqueológica y realización de moldes en muchas conversaciones a lo largo de los años.
Agost, tierra muy blanca y cielo muy azul. |
Agost
es conocida por sus alfares y por el hallazgo de dos esfinges
ibéricas en el lugar llamado Campo del Escultor. Pero su ocupación
neolítica está atestiguada en la Cova de Sant Martí, donde
aparecen las primeras cerámicas de Agost, con decoraciones incisas y
a peine. El yacimiento del Negret documenta la edad del Bronce en su
término. El Castellet de la Murta, con sus covachas y abrigos, fue
ocupado también dos milenios antes de Cristo, y luego por romanos y
árabes. La presencia ibérica se ha reconocido en el entorno de la
actual ermita.
Esfinge ibérica representada en una moneda. Dos esfinges y un toro ibéricos en piedra caliza dan cuenta de la ubicación de una antigua necrópolis ibérica en el centro de la población actual de Agost. |
El Terrer dels Pobres de Agost con la Sierra del Cid al fondo. |
Aprovecho
un paseo por las antiguas canteras de tierra blanca, un lugar
conocido por Els Terrers o Las Lomas de la
Beata, singular por su interés geológico y paleontológico, y por
ser la primitiva cantera de arcilla que dio renombre a la producción
alfarera de Agost.
Allí
se encuentra el Terrer dels Pobres, pues de entre las explotaciones
privadas una de ellas se reservaba por el municipio como lugar de
extracción para los alfareros que no tenían la suya propia.
Dice
el salmo 62: “Como tierra reseca, agostada, sin agua...” y se me
viene a la cabeza que “agostado” debería venir de Agost, aunque
no venga, pues así es esta tierra reseca y sin agua, como el mes de
agosto.
Es
un paraje árido de natural y erosionado por la actividad extractiva,
en el que se alternan los bancos calizos retorcidos entre bolsadas de
arcilla blanquecina, salpicado de testares de los últimos decenios.
Allí se sacaba la tierra y se arrojaban los tiestos rotos, las
cocciones defectuosas, a veces sobrepasadas de horno.
Ladrillo sobrecocido y tirado al testar. Obsérves la coloración del corye y la presencia de vacuolas. |
Millares de
tiestos de tonalidades amarillentas y verdosas. La arcilla calcárea
empieza a deformarse a partir de los 1030º,
temperaturas que a veces se alcanzan en ciertas zonas del horno,
dando lugar a la sinterización y gresificación , pasando a color
verde oscuro y a deformarse. Un desastre para el alfarero que queda
reflejado en los miles de cacharros rotos esparcidos por aquí.
Caliza nummulítica de Agost. |
Llama
la atención el suelo blanquecino salpicado de nummulites, o
monedetes que se decía en Agost. Este terreno de edad eocena es
conocido por los paleontólogos por su gran riqueza en fauna
luteciense, especialmente foraminíferos y equinodermos. A
principios del siglo XX, D. Daniel Jiménez de Cisneros citaba estas
explotaciones por su riqueza en fósiles, incluso nódulos de ámbar.
En estos terrenos se han identificado especies nuevas, incluido un
cangrejo que lleva el apellido de un maestro del pueblo, don José
Pastor, que estableció el holotipo del dromilites pastoris para la
ciencia.
Celestina o sulfato de estroncio de Agost. |
Sobre
las calizas fuertes se desarrollan los sulfatos, de calcio y de
estroncio, es decir, yesos y celestinas. Los yesos fueron explotados
en él término, incluso hoy en su variedad alabastro en la partida
del Verdegás.
De
estos terreros pegados al pueblo se extraían las arcillas plásticas
que se utilizaban en las alfarerías para la fabricación de
cacharros: tinajas, cantarería, botijos, macetas... especialmente
contenedores de agua. Cacharros amarillentos con formas de tradición
árabe. La
arcilla extraída se esparcía en eras para que por efecto de la
intemperie se fuera meteorizando, deshaciéndose los terrones, que
luego se desmenuzaban y decantaban en unas balsas de muy poca
profundidad, donde se obtenía el barro por evaporación del agua.
Aún pueden verse estas balsas junto al taller familiar de Roque.
Esta
arcilla no es útil para cerámica fina por contener abundantes
partículas de caliza, sin embargo es ideal para cantarería por su
fácil torneado y su porosidad, produciendo
un agua más fresca en verano. La adición de sal a la masa aumenta
la porosidad, y consiguientemente la sudoración del barro, que por
ósmosis y evaporación, rezuma y refresca el agua. De
por sí ,las arcillas calcáreas
y margas, contienen una alta proporción de carbonato de calcio, por
lo que en la cocción ya adquieren ese aspecto blanquecino, a veces
amarillento en los materiales de construcción.
Cerámica ibérica. Caliciforme torneado con arcilla calcárea de Elche. |
La
adición de sal les da una coloración blanca. Esta técnica es
empleada en la Rambla de Córdoba, o la isla de Djerba, en Túnez,
donde se mezcla la arcilla con agua del mar. A
cierta temperatura el cloruro sódico funde e impregna la
superficie de las piezas (la sosa) limpiándolas y dándoles una
blancura inmaculada.
Pintando con manganeso sobre el barro blanco antes de esgrafiarlo a punzón. |
La
industria cerámica de Agost emplea otras arcillas, las triásicas
versicolores muy presentes en el término, con sus tonos rojo oscuro,
verdosos, azulados., y machacadas, no decantadas, para ladrillos y
elementos de construcción.
Arcillas de Agost. |
Las
técnicas alfareras no son consecuencia de la casualidad, sino
el resultado de siglos de lenta evolución y observación que conduce
a la depuración de las formas. Al igual que el resto de la artesanía
tradicional, la alfarería responde a dos principios básicos: las
propiedades de la materia prima (en este caso, la arcilla blanca
calcárea) y la técnica secular, que se transfiere de generación en
generación sin cambios sustanciales porque su esencia es funcional.
Se impone siempre la naturaleza de la arcilla en origen. Para
la alfarería tradicional del agua conviene un material poco pesado y
sobre todo muy poroso. Pero además la
arcilla es en parte la
responsable de la forma, puesto que según las características del
barro se aplican unas u otras técnicas de trabajarla, de
conformarla. Por
eso el origen geológico determinará el uso tradicional: así, los
alfares de prolongada tradición,
como Agost, se relacionan con abundancia de depósitos de fondos
continentales y marinos terciarios o cuaternarios, que afloran a la
superficie. De ahí la abundancia de fósiles característicos de
fondos marinos.
El
grupo de las
arcillas calcáreas presenta diversas calidades al hallarse repartido
por una amplia extensión geográfica, con rocas calcáreas de
composición variada; son distintas, aunque todas presentan una alta
proporción de carbonato cálcico, a menudo con pequeñas
proporciones de hierro y manganeso. Esta composición mineralógica,
de fina granulometría, hacen que sean idóneas para alfarería
común, para utensilios de todo tipo: almacenaje, agua y vajilla
ordinaria, aunque no para el fuego directo por no ser refractarias.
Los romanos llamaban a esta obra, la cacharrería pequeña, opera
figulina. Se caracterizan, una vez cocidas, por su color blanquecino
debido a la calcita. Igualmente estas arcillas son apreciadas para
materiales de construcción. La teja plana o marsellesa del Levante
se fabricaba con barro amarillento. Además, las cubiertas vítreas
se adhieren fácilmente sobre la arcilla calcárea.
Paisaje desértico de Agost desde el Terrer dels Pobres. |
Su
contracción es extremada, pues son muy plásticas y absorben mucha
agua en el amasado. Precisan por ello las piezas de un secado muy
prolongado y lento, protegidas las s de las corrientes de aire
y los cambios térmicos bruscos. En el horno requieren horas de
temple y un enfriamiento muy lento, hasta una semana con el horno
completamente cerrado, de lo contrario cualquier corriente de aire
frío las fractura.
Reproduciendo una jarrita almohade. |
Jarra almohade pintada parcialmente con manganeso antes del esgrafiado. El barro de Agost produce un contraste óptimo para esta técnica |
En
la jarrita almohade de la fotografía se ha empleado una arcilla
calcárea muy similar a la de Agost, procedente de Elche. La elevada
contracción y la finura de la pared donde se sujetan las asas a
menudo generan agrietamientos durante el secado. El color muy claro
es idóneo para destacar los incisos sobre el manganeso aplicado a
parte de la superficie; es la técnica denominada esgrafiado, que se
combina con pintura al manganeso sin esgrafiar en otros motivos
decorativos, a menudo pseudoepigráficos., y que se considera un
fósil director del período almohade.
Cerámica hispanoárabe.Técnica mixta, pintura al manganeso y esgrafiado, vidriado de cobre (en la foto, gris antes de dar el verde característico una vez cocido). |
La
combinación del esgrafiado del manganeso con aplicaciones en crudo
de óxido de cobre con fundentes es la técnica mixta denominada
esgrafiada y cuerda seca parcial, que puede verse en la fotografía
siguiente, todavía sin cocer el vidriado. El color gris de la banda
epigráfica se transformará en verde translúcido.
Jarrita almohade de cuerda seca parcial combinada con esgrafiado. |
Los
testares aparecen salpicados por estas lomas, y también hay un
importante espesor de tiestos rotos en un barranco a levante del
pueblo, junto a un antiguo puente desde donde se volcaban los
productos defectuosos. Entre los millares de fragmentos aparecen
todas las formas tradicionales de Agost: botijos
carreteros,valencianos o de tambor, huchas, pitos o ruiseñores,
cántaros gandianos, de col, chatos, aragoneses, ponedores y
comedores de animales, medidas o cetrills, porrones, morteros,...
incluso las formas más decoradas, trabajadas con lágrimas de
barbotina que se pegaban con jeringa de lata, como gallos o jarras de
novia, técnica que aquí llaman bordado. También los sellos de los
talleres, muchos ya desaparecidos.
Sirva esta entrada de homenaje a
tantos alfareros que con su maestría y esfuerzo llevaron el agua
fresca por todos los rincones de España y, en sus mejores tiempos,
hasta la costa argelina.
Paisaje de Agost. |
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