lunes, 6 de abril de 2020

La Unión, Sierra de Cartagena, Murcia.Un paseo geológico por las faldas del Sancti Spiritus




Un paseo geológico por las faldas del Sancti Spiritus, La Unión, Murcia.

Parece que el fundido se pegó al crisol.

Un día más aprovecho para dar un paseo por una barranca en las cercanías del monte Sancti Spiritus, en La Unión.
Lodos y estériles .

Este paisaje minero que muchos parecen no apreciar, lo encuentro maravillosamente estimulante.

Filones de cuarcita surcan en paralelo una pizarra. 

Recorro unos gacheros o depósitos de escorias de fundición al pie del citado monte, y me decido a subir por una de las barrancas. Arriba se encuentran las instalaciones de la mina La Belleza.

Pegote fundido en el molde. 

 No tengo ninguna pretensión concreta, simplemente contemplar la sierra minera en su esencia, tomar unas fotos y alguna muestra de rocas o minerales sin más valor que el que mi propio gusto quiera otorgarles.

Opalo amarillo.

El brillo craso del ópalo.


Esta estética de acumulaciones de restos de la vieja minería, bajo el cielo mediterráneo muy azul, y salpicada de una naturaleza que, a pesar de todo, está viva, verde, y es densamente aromática, es para mi paseo, además de relajante, excitante, pues aquí y allá parece que la historia y la naturaleza se han conjugado para construir un paisaje singularísimo y rico.

Galena diseminada en la greenalita, un mineral muy poco común, y característico de La Unión. 
El brillo plateado de la galena era el objeto de tanto trabajo.

Hierro de La Unión. Siderita, goethita, oligisto, limonita...
Después del plomo buscaron el hierro.

La negrura de los restos de escoria, los marrones y rojizos oxidados de los cortes del terreno, las escombreras, los lodos homogéneos y estratificados que parecen de algún desierto, las rocas variadas y coloridas que delatan los procesos del vulcanismo formador, de su metasomatismo, de su meteorización, son, con las flores modestas y arbustos, y el zumbido de algún insecto, un deleite para la curiosidad.

Un bloque de ópalo.

 No echo aquí de menos ni los hermosos parajes boscosos, ni las praderas verdes, pues es aquí donde la geología se observa mejor, y donde la historia de los que aquí trabajaron se manifiesta por doquier. Paisaje arruinado, bellísimo de color, riquísimo en su geología.

Fragmentarlo puede ser una sorpresa.

Alguno pensará que tengo algún extravío por esta tierra, pero le diría yo que si supiera lo que ve, de otro modo lo vería. 


Blanco, amarillo, ocre, rosa.

Reivindico este paisaje minero y mediterráneo, esta tierra sorprendente, este fenómeno parido de la entraña de la tierra de un modo que sólo en algunas cuencas mineras se alcanza a ver. Era preciso desnudarlo, llenarlo de reliquias del esfuerzo de generaciones que levantaron sus sueños de ladrillo, de pozos y galerías, de piedra seca entibada, de vetas reales y quimérícas, de riquezas para fuera, de trabajos para adentro..., para darse cuenta de que lo que aquí se guarda es para conservarlo en su ser: no para borrarlo, no para taparlo, no para hacer lo que no es...ni fue. Pinos tapando un suelo que es un libro abierto, tierras para cubrir la historia...qué despropósito! La Unión es belleza mineral, es roca desnuda, es paisaje único.

Y también gris azulado, verde oliva y rojo sangre.

En mi paso lento cuesta arriba miro entretenido y asombrado la infinita variedad de piedras que arrastró el ramblizo. Para mí, de belleza y valor inestimable, irrepetible. Pizarras, filitas, cuarcitas, óxidos, sulfuros, escorias...marrones, rojas, amarillas, verdes, azules y plata. Y un gran silencio.
Te dejo algunas de esas piedras que me han ido llenando los ojos.

Opalo sardo, jaspeado, multicolor.


Precioso ópalo de La Unión.

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