domingo, 14 de mayo de 2017

Rocas verdes, hematites y arcillas de Santomera.


Rocas verdes, hematites y arcillas de Santomera.



El Pico Bermejo de Santomera.

En la provincia de Murcia se encuentran abundantes metabasitas, en general como coladas eruptivas en materiales carbonatados.
Estas rocas, reconocibles en el paisaje por su coloración, a veces contienen minerales apreciados por los coleccionistas, por lo que son objeto de exploración.


Frente de cantera de diabasas en Santomera.

En Santomera, nada más salir de la población en dirección a Murcia, a un lado y otro de la carretera se aprecian rocas verdosas al pie de unos cerros de coloración rojiza. Son los afloramientos de metabasitas del Pico Bermejo, explotados hace años para gravas y ripios. 


Diabasas de Santomera.

Entre estas rocas aparecen llamativos brillos metálicos: la hematites de hierro, generalmente pulverulenta y muy brillante, en filoncillos verticales que rellenan las fisuras de las diabasas a veces con un cierto espesor, y otras veces como fina cubierta superficial, de brillo de espejo, pues en estos casos permanece el hábito de hoja o especular, más resistente que el pulverulento a la erosión. 

Hematites de Santomera.


De esta condición, especular, lo son también las hematites del túnel y barranco de las Minas de Orihuela, las que acompañan a la jumillita de la Celia o las del cabecico del Rey de Valladolises.
La zona está formada por calizas y dolomías, con intercalaciones de yesos y metabasitas.


Hematites de Almendricos, Murcia.


Hematites especular de la Celia, Jumilla.


Presencia de hierro y cobre en las diabasas de Almendricos.

Las mineralizaciones de esta zona han sido estudiadas por R. Arana, M. Jaén y R. Ortiz, de la Universidad de Murcia. Uno de sus estudios está centrado en las arcillas que acompañan estas diabasas, como productos de su alteración y meteorización.

Acopio de diabasas.


Las metabasitas son rocas ígneas básicas que han sufrido un proceso metamórfico.
A este grupo pertenecen las rocas conocidas con la denominación de ofitas, nombre que se aplicó hace muchos años por el aspecto visual, unas diabasas con una coloración verdosa y abundantes manchas blanquecinas.


El color de las ofitas es reconocible en el paisaje.

Químicamente estas diabasas pertenecen a la familia de las diabasas y basaltos, y su textura es a veces ofítica, y a veces porfídica, esto es, una trama de cristales de feldespato en cuyos intersticios se encuentran otros de piroxeno o anfíbol.
Las características de las metabasitas varían grandemente de unos afloramientos a otros.
También varían el tipo y en la intensidad de los procesos geológicos formadores de estas rocas, especialmente puede variar la acción del metamorfismo alpino, que puede ser inexistente o manifestarse en grado bajo o medio.



Polvo brillante de la hematites de Santomera.

Es también variable la actividad hidrotermal asociada a la etapa de tectonización, por lo que los minerales acompañantes pueden ser muy distintos entre afloramientos.
A escala del afloramiento, las metabasitas presentan marcadas diferencias en cuanto a la coloración, coherencia y grado de alteración, que reflejan los mecanismos de intrusión y posterior enfriamiento, que comportan una paragénesis metamórfica sobre la magmática, es decir, una nueva transformación en condiciones de menor presión y temperatura.


Calcita espática de las mineralizaciones de las diabasas de Santomera.

La actividad mineralizante en estas rocas ha continuado debido a la acción de soluciones derivadas de la transformación y alteración de minerales previos, con diferencias locales. El fuerte diaclasado ha proppiciado esta alteración. En la mayoría de los afloramientos aparecen rellenos de óxidos de hierro y calcita. Más raramente, como en el cabezo Negro de Albatera, cuarzo.


Calcita con hematites. Santomera.

Destacan los autores como significativa la presencia de talco en el afloramiento de Santomera, probablemente originado por transformación hidrotermal de estas rocas debido a la acción de fluidos ricos en magnesio.

La edad de las metabasitas la relacionan con la de las rocas encajantes y los correspondientes movimientos tectónicos del área. Su afectación en mayor o menor grado por el metamorfismo alpino, indicaría que la intrusión se produjo antes que la tectónica de mantos de corrimiento, y por ello se las considera triásicas.


Filón de hematites de Santomera.

De entre los minerales acompañantes es abundante y reconocible a simple vista la hematites, diseminada en la trama en forma de haces de cristales prismáticos y tabulares, que deja una trama porosa, interpretada por los citados autores como reflejo de su carácter tardío y cristalización en medio abierto. Algunas calcitas de los rellenos de las diaclasas presentan carácter espático de exfoliación limpia, como las que abundaban en la extinta cantera del Mos del Bou de Albatera.


Cerro en la zona al sur de la carretera general,. A su pie continua la explotación de diabasas.

Según un estudio de estos autores sobre las arcillas producto de la meteorización de estas metabasitas de Santomera (Murcia), su principal componente es una esmectita de la serie beidellita-nontronita, 
con cantidades menores de clorita, anfíbol, ilita y, ocasionalmente, talco.


Relleno de las diaclasas con hematites.



La zona es árida.


En una posterior visita hemos explorado la zona del otro lado de la carretera general, siempre al sur del Cerro o Pico Bermejo.


Cerro o Pico Bermejo


Un frente de diabasas de escasos metros de altura corre perpendicular a la carretera, y una explanación del terreno invadida de maleza delata la zona de laboreo de la antigua explotación de los filones de hematites.

Frente de diabasas muy meteorizadas.


Espejos de falla. Estas superficies de contacto presentan una coloración rojiza, y cierran los rellenos de hematites.

Algunas masas de hematites expuestas a la intemperie durante años presentan mayor compacidad.

Las masas arrancadas de los filones presentan un carácter más deleznable y pulverulento.

A ras de suelo aflora algún filoncillo.  Alguno presenta un brillo micáceo y coloración rojiza.

Aspecto filoniano de la hematites.

Las masas de hierro a veces se presentan como bolsadas en las fisuras de las ofitas.

La mena es brillante y de elevada pureza.

Más raros son los fragmentos de masas escamosas casi negras, de gran brillo y belleza.





domingo, 7 de mayo de 2017

Prospección de arcillas eocenas: la cantera de los Morteros en Aspe.

Prospección de arcillas eocenas: la cantera de los Morteros en Aspe.


Paisajes de La Garganta de Aspe.

Desde Aspe hacia Crevillente discurre la carretera por el paraje denominado La Garganta. Antes de llegar a las Amoladeras, hacia Levante, se abre una cantera de margas y arcillas de gran tamaño, abandonada no hace mucho, conocida como de Los Morteros.


Margocalizas, margas, arcillas, areniscas y calizas en la cantera de Los Morteros de Aspe.

Dos enormes bocados en el terreno, y alguno más pequeño, configuran básicamente el espacio desnudado por la actividad extractiva. En los fondos de las hondonadas, la condición impermeable de las arcillas ha retenido aguas pluviales y ha conformado en ecótopo de charca, con avifauna de paso, limícola. Crecen cañas, tarays, el carrizo. El lugar es frecuentado por cazadores.


Charcas con tarays y carrizos son refugio de aves de paso.

El paisaje es árido, acarcavado con abarrancamientos y erosión diferencial.
El recurso que se aprovecha en esta cantera es la arcilla que se destina, tras mezclarse con otras clases de arcilla, a fabricar ladrillos de cerámica para la construcción.
La potencia de la capa arcillosa alcanza en el fondo de a cantera unos 40 metros. El sistema de explotación empleado es a "cielo abierto", con bancos descendentes y talud forzado.

Cantera de los Morteros. la Garganta, Aspe, Alicante.

Margas y calizas terciarias rodean y se entrecruzan por todas partes en la zona de explotación. Destacan dos colores predominantes: el gris claro de las margocalizas, y el amarillento de las calizas y areniscas, a menudo recubiertas de abundante fauna de foraminíferos planctónicos, nummulites y assilinas como géneros. Se encuentran, además, erizos fósiles y macroforaminíferos bentónicos. Los paleontólogos han asignado estas margas al Eoceno medio, interpretándolas como depósitos de cuenca, de carácter pelágico, que recibían periódicamente aportaciones turbídicas.


Calizas y areniscas nummulíticas salpican la cantera. Pertenecen al Eoceno Medio.

Hay abundantes montones de tierras de escasa altura, quizás frentes bajos de explotación muy lavados por las lluvias, de un color pardo a verdoso, sin vegetación, surcados de pequeñas fisuras y algunas laminitas de yesos, que dan al paisaje un tercer tono.


Arcillas y margas pardas y verdosas. Aspe.

Recogemos muestras de tres puntos para comprobar sus colores y propiedades como arcillas para uso artesanal, manual o a torno: grises azuladas, verdosas y pardas.


Arcilla gris.

El verde debe indicar la presencia de glauconita. Los amarillentos comportan presencia de algún óxido de hierro, visible en las bancadas de calizas blanquecinas duras de fractura concoide. El pardo quizás se origine por la mezcla de ambas, o por la alteración de la glauconita.


Margas del Eoceno de Aspe.

Otro mineral, esporádicamente presente en las fisuras de las calizas a techo, es la celestina, el sulfato de estroncio, que aparece en cristales agregados en abanico o círculos.


Cristales de celestina, sulfato de estroncio, formando abanicos en las cavidades de algunas calizas.

Salir al campo, aunque sea visitar una cantera abandonada, siempre me invita a observar lo que nos rodea. Dejando de lado la variada y sorprendente floración primaveral, me detengo en unos montones de ladrillos rojos mal cocidos y rotos que alguien dejó en algunos puntos, junto al camino, con la más que probable intención de fragmentarlos con la pala excavadora para cubrir los caminos por donde transitaban las máquinas, dándoles así compacidad y evitando el pegajoso barro de las lluvias. 



Aspecto oqueroso de una cerámica sobrepasada de temperatura en horno.

Algunos de estos elementos para la construcción están sobrepasados de temperatura en el horno, se han deformado y ennegrecido, en algunos casos transformado en materia oquerosa o recubierto de un vitirficado de formas caprichosas.


El color rojo ha pasado a violáceo y la superficie se ha llenado de burbujas por sobre exposición al calor en el horno. 

También me ha llamado la atención una voluta fósil de Cerythium Giganteum, arrastrada por las lluvias.

Voluta de Cerythium giganteum, Aspe. calizas de foraminíferos. Eoceno Medio.

He podido ver filoncillos de yeso fibroso, de en torno a un centímetro de espesor, a veces muy brillantes, y otros rellenados por óxido de hierro en las calizas, que presentan una estructura de lineas rectas y paralelas.


Filoncillos de yeso en las margas. Aspe.


Calizas tableadas en el fondo de una torrentera. aspe.

 La disyunción de las rocas es a veces muy didáctica, formando ángulos bien definidos en placas de calizas blancas o de hábito columnar en calizas grises.


Yeso especular entre las margas. Aspe.


Calizas margosas grises. disyunción columnar.


Filoncillos de óxido de hierro en las calizas. disposición recta y paralela.

Desde la cantera se avista el Murón de la Horna, un hito geológico blanco de origen recifal en medio de la llanura fértil y salpicada de casas de campo, con un poblado de la Edad del Bronce del mismo nombre, y la cima apenas asomando del Peñón de la Ofra, una zona más umbría y con vegetación abundante.


Murón de La Horna, Aspe. Poblado del Bronce.

Cima del Peñón de la Ofra, Aspe.

Ahora diluiré en agua las muestras después de tamizarlas, las decantaré sucesivas veces para ir eliminando el exceso de agua y, una vez en el punto de secado adecuado, realizaré pruebas de elaboración de cerámica a mano y a torno para verificar su color y comportamiento. Una buena excusa para combinar el trabajo del taller con el siempre grato momento de salir un domingo al campo en busca de arcillas diferentes.


Calizas con foraminíferos de Aspe.