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viernes, 1 de marzo de 2019

Cerámica a la almagra, preparando un pigmento para cerámica.




Cerámica a la almagra, preparando un pigmento para cerámica.

Pintando un vaso argárica con almagra recolectada y procesada manualmente.

El almagre o almagra es una variedad de ocre rojo natural, compuesto de arcilla y cuarzo coloreados por hematita, es decir óxido de hierro deshidratado por la acción de los elementos.
La palabra procede del árabe, y significa tierra roja. Otras formas de denominar la almagra son hematites roja o almazarrón, de donde viene el topónimo Mazarrón, abundante en este óxido natural.

Oxidos e hidróxidos de hierro, Sierra de Cartagena.

Es el pigmento más usado en la antigüedad, desde la Prehistoria. Su tonalidad intensa es muy llamativa, y resulta abundante a menudo en muchas formaciones geológicas, por lo que se ha usado como pintura corporal, para la pintura parietal, para decorar las cerámicas, para señalar el carácter sagrado a un lugar, en ritos de inhumación... 

Cañada del Fenollar, triásico de Alicante.

El negro de carbón, la arcilla blanca, el óxido de manganeso, compartieron con la almagra los usos más primitivos. Hoy se obtiene ocre rojo por calcinación de los ocres amarillos naturales (hidróxidos de hierro, limonita).

Almagra natural asociada a yesos.

Su naturaleza es magra y seca.y cuanto más se muele, más fino se torna. Esta propiedad, junto al color, es determinante de su calidad para la pintura sobre cerámica. El tono marronáceo es el más frecuente, cubriendo grandes extensiones de tierras arcillosas pardo rojizas, siendo tanto más escaso cuanto más rojo. Otros tonos son amoratados. El grano de la arcilla es fácilmente soluble en agua, pero el sedimento cuarzoso no. 

Molido sobre arenisca.

Para que la mezcla quede en suspensión en agua, será necesario molerlo muy fino con piedras duras planas sobre superficies duras y abrasivas. Algún autor ha descrito el proceso : se obtenía por frotación de las piedras de ocre contra una losa de arenisca el polvo, que después era molturado con mazos de piedra antes de mezclarlo con polvo de huesos, carbón vegetal y un liquido, que funcionaría como aglutinante. Aun así, en disolución acuosa, la densidad mayor del metal hace que sedimente y haya que efectuar sucesivas decantaciones hasta quedar con la viscosidad adecuada, que habrá de aumentarse por disolución en agua cuando se está usando.


El pigmento listo.

Si bien es fácil encontrar tierras rojizas, es más difícil encontrar hematita natural de color rojo intenso en polvo fino. Esto se da en yacimientos de hierro, como los afamados de las Minas del Marquesado de Guadix, en Granada, los hoy abandonados yacimientos mazarroneros, los de Tierga, en Zaragoza, que suministra toneladas de pigmento rojo exportable, o los del Cerro del Hierro en Nerva, Huelva, por citar algunos.

Separación manual de los fragmentos limpios.

La toponimia también es rica en referencias: Cerro de la Almagra en Mula, Cueva de la Almagra en Fortuna, Cabezo de la Almagra en Huelva, Sierra Almagrera, ...
La cuestión para el alfarero local siempre fue localizar estos materiales en su entorno cercano, y de la calidad adecuada para evitar procesos dificultosos.

Bloque recubierto de una capa de óxido de hierro pulverulento de 1,5 centímetros.

Durante la Prehistoria el ocre rojo aparece asociado no solamente a la pintura de las paredes de las cuevas, sino a determinados ritos funerarios, a la cosmética de la piel.

Aplicación a brocha.

Recordamos tribus africanas que aún hoy se tiñen enteramente piel y cabellos con grasa mezclada con ocre rojo. También en medicina tradicional o para curtir los cueros por su carácter astringente. En la cueva de Morín, en Cantabria, fue descubierta una estructura de hace treinta mil años y junto a ella cuatro inhumaciones. La huella de un hombre allí enterrado en el Auriñaciense se había conservado. Además de la mutilación ritual y la ofrenda de un cervatillo y un bóvido, el cadáver fue espolvoreado con abundante ocre rojo.

Cerámica neolítica a la almagra.

El simbolismo atribuido al rojo se relacionaba desde tiempos remotos a la sangre y a lo divino. Dice Leroy-Gourham que el ocre esparcido por el suelo de las habitaciones prehistóricas quizás fuese a la vez un acto de sacralización y de humanización del espacio interior, y no descarta que pudiera proceder de las pinturas corporales de sus habitantes.

Detalle de la boca de un pythos argárico de Los Molinicos de Moratalla pintado a la almagra.

Un reciente estudio sobre las aplicaciones del ocre en varios yacimientos gaditanos (Esther Briceño) señala su uso ritual sobre restos humanos, pero también ídolos, conchas, industria ósea, cuentas de collar de ámbar o piedras verdes, además de colorear determinadas vajillas de cerámica. Menciona también la presencia del ocre rojo en el tratamiento de pieles, pulido y abrasión de utillaje lítico, así como su enmangue, mezclado con resinas.

El primer bruñido efectuado con caña regulariza la superficie, compacta la pasta y la impermeabiliza. Si la almagra está muy seca, será arrastrada por la caña o la piedra donde haya rugosidades debido a las arenillas de cuarzo que contiene.

Esta tesis ha coincidido en el tiempo con otra de Alfredo Cortell Nicolau, que aborda el uso del ocre en la Prehistoria: entre la funcionalidad y el simbolismo, lo que demuestra el interés de la investigación en este campo.

El bruñido con piedra permite acceder a los bordes y curvas donde la caña no es adecuada.

Durante el Neolítico, en Andalucía se recubrían ciertos vasos cerámicos con un engobe de este pigmento, denominándose cerámica a la almagra a estas producciones con acabados finamente bruñidos de color rojo intenso. Vasos que podían ser esféricos, ovoides o troncocónicos por lo general, dotados de asas, pitorros y elementos de suspensión, se bañaron en fresco con almagra y suelen presentar incisiones, acanaladuras, impresiones, elementos plásticos... asociándose a cuevas de Cádiz y Sevilla, o Málaga, Almería, Granada en el otro extremo, sin obviar los hallazgos cordobeses.
Una constatación experimental es que los mejores bruñidos se obtienen de arcillas muy plásticas a temperaturas bajas.


Siguió usándose este pigmento en el Calcolítico para resaltar las decoraciones incisas o de impresiones propias de los vasos campaniformes.
Los fenicios, además de pintar ciertas zonas y pavimentos de sus construcciones con zócalos rojos, bañaban algunas de sus cerámicas en un engobe rojo que tuvo su continuidad en la Península en el llamado barniz rojo ibérico. Las decoraciones de los cascarones de huevo de avestruz, con motivos sagrados relacionados con rituales de enterramiento, se hacían con hematita.

La tulipa argárica acabada.

También en tumbas de Cartago se ha documentado el uso de ocre rojo como parte del rito funerario.
 El alfarero ibérico decoraba sus vasos con almagra a pincel. A veces sobre el color natural de la terracota, otras previo engobado de la superficie con un color más claro para resaltar la decoración.
El color resultante va desde el naranja al rojo vinoso o marrón, a veces algo morado.
Si la pasta del vaso es muy magra, rica en carbonatos, como las amarillentas y blanquecinas gredosas, el pigmento no se fija con la misma resistencia que en las pastas más arcillosas y grasas.
También los árabes usaron profusamente la almagra para decorar sus jarras, jarritos, candiles y otras piezas del ajuar doméstico.

Vaso neolítico cardial del estilo de Cova de L´Or, de Beniarrés.

A principios del XVII se coloreaba el tabaco sevillano con almagra, gracias a su carácter no tóxico, usándose además como tinte para textiles, cosméticos, y pinturas en general.


Cerámica prehistórica a la almagra del Museo arqueológico de Alicante, MARQ.

Aprovechando una de la excursiones geológicas de fin de semana por el triásico de Alicante, hemos localizado unas vetas de yeso semitranslúcido, compacto, acicular y dispuesto en perpendicular a los planos del filón, en las grietas de una cantera de La Cañada del Fenollar, entre la capital y Agost, vetas sobre las que se dispone una capa centimétrica de ocre rojo. 

Vaso ibérico pintado con óxido de hierro, en el Museo de Alcoy.



Del espesor de la hematita que cubre el filón de yeso por sólo un lado, y que parece pesada y rica en hierro, la mitad pegada al filoncillo de yeso fibroso es compacta y cuarzosa, y la mitad superior es pulverulenta y desmenuzable. Hemos recogido unas muestras para poder recrear el proceso que pudo seguir un alfarero de la zona, recurriendo a estos pequeños asomos de ocres amarillos y rojos que se encuentran diseminados en el triásico, por buena parte de la provincia.

Las capas de ocre rojo sobre filón de yeso fibroso antes de su estriado.

Tras una primera molienda de los trozos seleccionados para evitar que contuviesen partes del filón de yeso, realizada sobre una piedra abrasiva plana de arenisca y con un canto natural, hemos procedido a disolver en agua el polvo obtenido. Al mojarse desprende un sonido característico, silbante, propio de materias muy magras y secas. Removido con brocha, tras un rato en remojo, lo hemos colado. En menos de una hora ya se observa una sedimentación que deja un centímetro de agua limpia sobre el sedimento de color rojo oscuro intenso.


Material antes de pasar por el triturado sobre piedra arenisca.

Decantada la mezcla, procedemos a moler en circulos nuevamente la pasta, esta vez sobre una superficie muy lisa y seca con una piedra muy plana para aumentar la superficie de frotación, pretendiendo reducir el tamaño de las partículas cuarzosas.
Con pincel cubrimos la superficie aún fresca de una pieza argárica y una réplica del neolítico de las cuevas alicantino, y ahí les dejamos las fotos del proceso por si le encontrasen algún interés.

Vasija islámica, Marq.



lunes, 12 de septiembre de 2016

Pintar un huevo de avestruz con la técnica púnica.




Pintar un huevo de avestruz con la técnica púnica.

Huevo de avestruz decorado con palmetas.


Desde el neolítico vinieron usándose cáscaras de huevo de avestruz en el norte de Africa como cantimploras, botellas o biberones, a veces decorados. También como copas. En este último caso, a la decoración exterior incisa se unía el uso del ocre rojo para colorear el interior. También el cascarón del huevo de avestruz fue utilizado, provisto de pie, asas y boca, como búcaro o jarra, documentándose el uso de pan de oro en su decoración. 



Denticulado en el borde superior del huevo.

Pero al sentido funcional da paso uno simbólico, relacionado con la muerte: la cascara de huevo de avestruz fenicio-púnica tuvo una larga tradición funeraria en el Mediterráneo. Se vinculan al comercio fenicio-púnico, y su presencia en inhumaciones y en incineraciones induce a pensar en un fuerte carga conceptual relacionada con la muerte y el ciclo de la vida. Excepto en tres asentamientos, han aparecido en España en una veintena de necrópolis, y su cronología abarca fundamentalmente tres siglos, del VI al IV a.C. 


Artesanía fenicia y púnica.

La colección más importante en número procede de Villaricos, le sigue Ibiza, y luego una serie de establecimientos púnicos costeros del Sureste que se prolonga hasta Carmona. Sobre las raras decoraciones incisas ( ritones de Vulci), prevalecen las pintadas. Nos dice María del Pilar San Nicolás que muchos autores toman por grabado lo que sólo son rastros dejados por una pintura espesa y pulverulenta desaparecida. Metopas entre líneas, reticulados, triángulos, fitomorfos, sobre todo palmetas, en uno o dos casos personajes, y en algo más de un centenar de casos estudiados, rostros femeninos en primer plano frontal, con ojos enmarcados por cejas muy resaltadas y arreboles resaltando el lugar de los pómulos, al estilo del rostro conocido como la Pepona o La Tonta del Bote en la pintura vascular ibérica de Elche.


Cascarón limpio, cortado y preparado para ser decorado.

Para poder realizar una réplica museográfica de un huevo de avestruz pintado, se han efectuado experiencias en relación con el uso del pigmento mineral óxido de hierro rojo, o almagra, como la pintura reconocida como utilizada en la decoración. Este uso del ocre para algunos autores posee por sí mismo también carga simbólica, y se relaciona con la presencia de polvo de ocre rojo en el interior de los huevos, seguramente con sentido apotropaico. 



Ocre rojo más aglutinantes/diluyentes: agua, cola, yema de huevo, aceite vegetal.

La pintura con que se ornaron las cascaras presenta varios colores, e influye en la apreciación el color natural de la superficie de la cáscara, si bien hemos obviado este aspecto que no afecta a la cuestión de la adherencia, calidad del perfilado y durabilidad, que son el objeto de experimentación. Se hn distinguido tonos ocres más o menos claros, y superficies más brillantes o más mates. Existe en todo caso una absorción diferencial de la pintura por los poros de la superficie, que se insertan en las depresiones del relieve, más absorbentes que las zonas levantadas.




Pintura preparada al aceite, huevo y cola.

Se han citado como colores de la pintura de los huevos de avestruz el ocre rojo intenso, el ocre rojo diluido, el negro (¿óxido de manganeso?, sería lo más plausible, pues era de uso en la decoración cerámica desde edades muy tempranas), además de tonos de azul, predominando con mucho el rojo.
No hemos hallado en la bibliografía referencias a otros pigmentos, como pudieran ser la sangre o el polvo de cinabrio, usado éste desde época faraónica.



Los huevos de avestruz decorados fueron objeto del comercio púnico.

Se ha tenido en cuenta en todo momento que los materiales con los que se ha experimentado fuesen accesibles y conocidos en su momento histórico. La cola de pescado, por ejemplo, está documentada hace 4000 años, como es antiquísimo el uso de colas orgánicas obtenidas cociendo tuétanos y piel de buey, de conejo..., o de origen vegetal a partir de resinas).
Se ha tenido muy en cuenta el trabajo sobre unificación de criterios de restauración de huevos de avestruz pintados elaborado por el personal del Museo de Ibiza y Formentera, puesto que el resto de bibliografía apenas aporta sobre técnicas, proceso y materiales.



A pesar de que en este trabajo del MAEF se hace referencia a que “con las pruebas de solubilidad de disolventes hemos comprobado que la pintura se encuentra aplicada sobre el soporte sin capa de preparación previa y que es soluble en agua y en todos los disolventes polares”, nos parece digna de reseñar la dificultad que esta ausencia de capa de preparación conlleva.
La experiencia:
partiendo de fragmentos de cáscara de huevo de avestruz limpios, se ha procedido a una limpieza última con agua jabonosa a fin de eliminar restos grasos que alteren las pruebas de adherencia de la pintura.
Según el trabajo del Museo de Eivissa y Formentera, las piezas que fueron intervenidas en el laboratorio están todas decoradas con la técnica del temple, y con diversos tonos de color almagra.
La técnica del temple, con dos variantes que se explican a continuación consiste en mezclar el pigmento con huevo como aglutinante. Utilizando la yema diluida en agua pura, tenemos el temple clásico, conocido desde los egipcios. Si se añade además una porción de aceite de linaza cocido, en la misma proporción que el huevo, y dos partes de agua, la técnica se llama temple magro-graso.
Para pintar al temple se aconseja utilizar una imprimación previa de cola de conejo, y no se barniza después, si acaso solamente con huevo.


Huevo hallado en la necrópolis de Les Casetes, Vila Joiosa.

Sobre esta base teórica hemos efectuado una serie de experiencias.
Las opciones, respecto del pigmento mineral, óxido de hierro rojo en polvo, han sido tres: A) diluirlo en agua, B), diluirlo en un aglutinante graso, aceite de semillas, C), diluirlo en una base de cola acuosa, D), diluirlo en yema de huevo batida, técnica del temple clásica.
Respecto al soporte, la cáscara del huevo, compuesta de carbonato cálcico, las variantes experimentadas han sido: 1) pintura sobre la superficie tal cual, con las cuatro variantes de base para el pigmento. 2), pintura sobre superficie tratada mecánicamente, mediante lijado. 3), pintura sobre la cáscara con una fina capa previa de cola. 4). Aplicación de la pintura sobre una fina capa de escayola, aplicada directamente sobre la cáscara, y 5), y por último, antes de aplicar las cuatro variantes de pintura, se ha dado una fina capa de escayola sobre la capa de cola que va en contacto con la cáscara.
Resultaría el siguiente cuadro elemental de combinaciones:
1A, 1B, 1C, 1D/ 2A, 2B, 2C, 2D./3A, 3B, 3C,3D/. 4A, 4B,4C,4D/. 5A, 5B, 5C, 5D.
Y para cada una de las veinte combinaciones, dos pruebas, FS y FH.


Fotografía de un cascarón sometido a distintos tratamientos fotográficos a fin de obtener la mejor definición de los restos de la pintura original.


Se han excluido del experimento los posibles tratamientos químico o térmico del soporte, como podrían ser la inmersión durante un tiempo de la cáscara en vinagre a fin de provocar una reacción química del carbonato, pretendiendo obtener una superficie más porosa y menos pulida, o el calentamiento de la cáscara para deshidratarla, buscando también una mejor penetración de la pintura.
Los resultados han sido sometidos a dos sencillas pruebas de resistencia: al deterioro mecánico, por rozamiento en seco, la manipulación normal, y la resistencia a la fricción en húmedo: FS y FH, fricción en seco, y fricción en húmedo.


Tras la prueba de fricción en húmedo.

Para la réplica museográfica, habida cuenta de que va a ser manipulada por el público, hemos optado por aplicar pintura acrílica de un color similar a la almagra sobre una doble capa de gesso aplicada a la superficie del huevo, es decir, una mezcla de pigmento blanco con látex.
Conclusiones:
Las dieciséis combinaciones han sido sometidas a resistencia a fricción en seco y en húmedo, treinta y dos pruebas. Hemos optado por valorar como más relevantes las pruebas en húmedo habida cuenta de las condiciones que previsiblemente deberían soportar las piezas, a menudo en enterramientos.
Hemos descartado el lijado por la dificultad y laboriosidad del proceso, la cáscara es muy dura y sólo responde a abrasiones muy fuertes con materiales muy duros, las lijas convencionales no sirven. Si bien, una vez lijada toda la superficie, constatamos que los pigmentos disueltos en agua, aceite y huevo dejan huella difuminada. El pigmento diluido con cola es el único que se se comporta bien.
Aplicando cola a la cáscara, los resultados son buenos si el pigmento se ha mezclado con agua o cola.
El aceite para diluir el pigmento da los peores resultados sobre todas las imprimaciones, emborronándose.
La escayola sobre la cola, como imprimaciones de la cáscara, no aporta nada. Sobre ella tmpoco funciona el pigmento con aceite.
Los resultados óptimos se han obtenido, por tanto, sobre cáscara imprimada con cola y pigmento diluido en agua o cola, soportando bien incluso el chorro de agua directo.




El huevo de la Vida en la exposición de Vilamuseu.

La réplica se expuso en Vilamuseu junto al original.


Bibliografía básica:

1.- LAS CASCARAS DE HUEVO DE AVESTRUZ FENICIO-PÚNICO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Y BALEARES, de MARÍA DEL PILAR SAN NICOLÁS PEDRAZ

2.- EXOTISME ET LOCALISME. ETUDE SUR LES COQUILLES D´OEUFS D´AUTRUCHE DECORÉES D´IBIZA. MIRIAM ASTRUC.

3.- UNIFICACIÓN DE CRITERIOS DE INTERVENCIÓN SOBRE UN CONJUNTO DE CÁSCARAS DE HUEVO DE AVESTRUZ DECORADAS DEL MUSEU ARQUEOLÒGIC DE EIVISSA Y FORMENTERA, C.I.R d´Etnografía, 2012, Departamento de Restauración del Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera (MAEF) .
4.- LE UOVA D´STRUZZO DIPINTE NELLA CULTURA PUNICA, GIGLIOLA SAVIO, REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.


5.- AVORI E OSSI DAL PICENO, GIULIA ROCCO.