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sábado, 30 de marzo de 2019

Cerámica prehistórica, últimas producciones del Alfar Ilici.






Cerámica prehistórica, últimas producciones del Alfar Ilici.


Vaso neolítico inciso realizado por Alfar Ilici.

Hace tiempo que no modelaba vasos a mano, y me he dedicado unos días a disfrutar haciendo cerámica de distintos períodos de nuestra prehistoria, con las técnicas correspondientes.

Cerámica cardial.

Cerámica del neolítico cardial.

Esta vez he querido ver el resultado de una cocción a muy baja temperatura, 700 grados.

Neolítico liso, estilo de la Cova de la Sarsa. Intenso bruñido a piedra.

Con técnica de horma y a rollos he levantado algunas piezas del neolítico cardial y otras del neolítico 2, en este caso lisas, engobadas a la almagra, e incisas, más propias de poblados que de cuevas y cercanas a la cultura almeriense.

Vaso neolítico liso con asas tubulares verticales.

He reproducido una pieza del eneolítico de Elche, un vaso de los hallados en el Promontorio del Agua dulce y salada, decorada con líneas alternas de puntos impresos y con incisos, versionando las retículas de líneas incisas rellenando los triángulos (como en el original) o dejando estos lisos y grabando el resto de la pieza.

Cerámica incisa del Neolítico 2.


Engobada a la almagra, lista para cocer.

Un vasito del bronce, varias piezas argáricas carenadas y bruñidas, engobada una a la almagra.
Las pastas han sido cuidadas, con barros naturales y adición de diversos desgrasantes de la zona o de arenas de rocas metamórficas de más al sur.

Botella del neolítico inciso.

El engobe de almagra ha sido aplicado frotando con las manos. Una vez terminada la decoración incisa se ha obtenido un leve bruñido por frotación a trapo.

La pieza terminada y ya cocida a 700 grados.

He trabajado con paciencia y esmero, desde la experiencia acumulada de cientos de piezas realizadas y barros a veces difíciles por no estar testados. 

Cerámica eneolítica del Promontori del Aigua Dolça i Salà, Elche.

La decoración es a base de puntos impresos alternos en las bandas del cuello y el resto inciso formando triángulos reticulados.

Según el excavador de este yacimiento ilicitano, la comunidad que allí habitó debió tener una dedicación especial a la producción alfarera, y utilizó arcillas de unas bolsadas próximas del río Vinalopó. 

Tengo un especial aprecio por estas piezas campaniformes de Elche pues tuve la suerte de muy joven de que me fuera permitido ayudar a la limpieza de los fragmentos, poco después del hallazgo.

Acadado del borde por lijado y humedecido a esponja.

La pieza del campaniforme de Elche ya cocida.

Creo que el resultado ha sido bueno. La cocción no ha dado problemas, excepto en una pieza argárica que presenta una raja vertical en el cuello, probablemente debida a la tensión de un bruñido muy intenso.

Bruñido de un cuenco a la almagra.


                                                  Alisado de una tulipa del bronce argárico.



Alisado y espatulado.

                                                            Vaso lenticular carenado.

                                  Pieza lista para cocción experimental a muy baja temperatura.

                       En este cuenco del bronce se aprecia el desgrasante y los planos del espatulado.

 En todo caso, como siempre, un verdadero disfrute. Dejo las fotografías y no me extiendo en el texto sobre las técnicas, que ya ha sido reiteradamente objeto de otras entradas de este blog.

Pieza que se rajó en cocción, aquí en crudo.

Hermosa pieza neolítica del Alfar Ilici, ya terminada.


domingo, 15 de enero de 2017

Un testar contemporáneo en Elche

 Un testar contemporáneo en Elche


Arco de poniente de los dos del acueducto denominado Arquet del Bisbe.

Los parajes que rodean ambas márgenes del Vinalopó al norte de Elche son siempre sorprendentes para el caminante curioso. El paisaje, a menudo reseco, desértico, está salpicado de formaciones rocosas en las terrazas del río, ornadas de bosquetes de palmeras, de restos arquitectónicos de antiguas obras hidráulicas, de ruinas de fábricas y molinos que hace mucho se abandonaron.

En el interior del arco pueden verse las acumulaciones calcaréas por filtraciones de siglos.


Grandes sillares de calizas grises raiblienses en los alrededores de la obra.

No era difícil en tiempos de d. Pedro Ibarra tropezarse por estos parajes con cerámicas antiguas, que delatan la existencia de yacimientos arqueológicos en una y otra margen. Desde el Molino Real hacia el norte, en paralelo al cardo de la centuriación romana de Illici y hacia la margen izquierda, se suceden los lugares ocupados de antiguo, llamados:  Caramoro, un fortín de la edad del bronce, hoy partido por la autovía; Aigüa dolça i salà, donde recientemente se ha excavado junto a los chopos de Elche, rebautizando el solar excavado como Els Xops, y la Moleta, una meseta inclinada, en su día al menos en parte murada, que controlaba el paso de la sierra por este lado y donde se documenta por las cerámicas de superficie, una ocupación también del bronce, que llega hasta época islámica, con asentamiento ibérico y romano. 



Cantos de las terrazas del río y argamasa conforman la obra de mampuesto.

En la margen derecha, de sur a norte, el desaparecido poblado de la Figuera Reona y, unos cientos de metros aguas arriba, el Promontori, lugar de aprovechamiento de arcillas para producir vasos campaniformes, como lo atestiguó la excavación de unos fondos de cabaña donde el material cerámico excedía con mucho las necesidades previsibles de una comunidad familiar  y permitió concluir al excavador que era un alfar. Más arriba, el Puntal del Búho, en la serreta del mismo nombre, con ocupación prehistórica en varias de sus cimas, junto al camino que va al Castellar de Morera, el más grande yacimiento con ocupación del bronce valenciano y su fortín medieval islámico, en la margen derecha, junto al muro del pantano.

Paisaje singular del cauce del Vinalopó.
Vista del cauce desde La Moleta hacia el sur.

Las obras de canalización que para la traída de aguas a Elche se hicieron desde antiguo salpican estos parajes. Y de esa riqueza que, en forma de agua, nutría la reseca tierra del solar ilicitano, supieron aprovecharse una sucesión de molinos harineros, almazaras, y, más tarde, fábricas de cerámica y algunas de las primeras industrias textiles, de tinturas y alpargateras de la ciudad.



A esta altura el cauce del río se ensancha, hasta llegar al Aigüa dolça i salà. inmediatamente al norte.

Desde el lugar que llaman l´Arquet del Bisbe, canalización costeada por el obipo Siuri, en el paraje de Huertos y Molinos, partida de Altabix, y más concretamente del arco de poniente de los dos que con anmtigua sillería sostienen la acequia, parte un sendero hacia el cauce.

Tréboles y agrets.

 Estrechándose, entre palmeras y vegetación salvaje, entre tréboles y agrets, conduce a unas pendientes o lomas que caen a plomo al nivel del cauce del río. Están sembradas de escombros cerámicos de edad contemporánea: es tanta la abundancia de este y sólo este material, que resulta claro que era seleccionado par allí ser transportado en carros y vertido, separándolo de restos orgánicos y otras basuras o escombros de construcción que el pueblo, luego ciudad, producía año tras año. 


Testares de cerámica salpican todo el suelo.

Toda la vertiente a izquierda del sendero, antes de caer en abrupto a un barranquito que llega al mismo cauce del río, está cubierta por una tupida capa de fragmentos cerámicos, predominando la destinada al uso doméstico, tanto vidriada como sin vidriar. 


Abundan las formas de uso doméstico.

De esta última la reina es la de Agost, en formas de contenedores grandes o medianos de agua: botijos, cántaras de formas variadas, bebederos para animales... de la vidriada se ven producciones en verde, más abundantes las meladas interiormente para fuego directo, refractarias, con formas como fragmentos de marmitas, ollas, fuentes...también las hay esmaltadas en blanco y, menos abundantes, fragmentos de lozas del ajuar fino de las casas, algunas de principios del siglo XX, otras de casi mediado, que a veces conservan en el pie el sello o marca de fábrica. 




Las formas más grandes, parcialmente vidriadas en verde, corresponden a grandes lebrillos de los que se usaban para lavar la ropa, los platos, etc.



 Vidriados en verde, blanco, amarillo o miel.

Fragmento de lebrillo melado.


Formas de barro de Agost sin vidriar, para contener agua.

Fragmento de alcadafe de Triana, polícromo.



Regatos de agua que se pierde de la acequia.


Siguiendo el sendero, en parte anegado por roturas de la conducción de aguas, se llega a las ruinas del molino llamado del Cèntim, donde nos llaman la atención una serie de construcciones en sillería y aparejo de piedra o ladrillo, relacionados con un sifón de la acequia mayor, de buena cantería. 

Molino llamado del Cèntim. Cauce del Vinalopò.

 Parece que hay se quemaban restos de vidrio y de hierro, pues una escombrera que cae desde la chimenea de una antigua fabrica ue sopbre los restos del molino se conserva, es rojiza por la abundancia de hierros oxidados y quemados y está llena de fragmentos de vidrios deformes por la fusión a temperaturas elevadas. 

Restos de vidrio y metal quemados.

Obra de sillería en la base.

Acueducto antiguo.

Encaje de la acequia entre bloques de sillería.

Elche antiguo y contemporáneo.

La senda nos lleva, finalmente, al acueducto que derivaba aguas a la acequia de Marchena atravesando el cauce, del que aún se conservan varios arcos de sillería junto al extremo noreste del actual Puente del Bimilenario. En fin, un paseo interesante y un lugar lleno de historia que aún conserva el encanto de lo olvidado.

Testares de Elche.

Parte ancha del cauce.