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viernes, 22 de febrero de 2019

El poblado argárico de Laderas del Castillo de Callosa del Segura. Sobre sus cerámicas.



El poblado argárico de Laderas del Castillo de Callosa del Segura y su cerámica.

Cuenco globular con mamelón y tulipa argárica de Laderas del castillo de Callosa.

Debe la arqueología al jesuita padre Furgús el inicio del conocimiento del bronce argárico en las sierras de Orihuela y Callosa del Segura. El interés despertado por los trabajos de los hermanos Siret debió estimular su prospección y excavación de una gran necrópolis en San Antón de Orihuela, cuyos materiales fueron a parar al Museo del Colegio diocesano de Santo Domingo. Algo más a Levante de la Sierra de Orihuela se eleva otra gran prominencia, la Sierra de Callosa, ambas muy escarpadas y abruptas, surcadas de barrancos y cuevas. Sobre unos bancales donde se trabajaba el cáñamo al pie del castillo de Callosa, el religioso encontró un yacimiento de similares características, que también creyó necrópolis.

Fragmento campaniforme.

Le sucedió en la investigación de este territorio el padre Joaquím de Barnola, que continuó excavando en San Antón de Orihuela y prosiguió la prospeción de la sierra hasta Callosa, donde halló enterramientos argáricos, además de una necrópolis ibérica muy cercana, en término del pueblo colindante de Redován.

Otro fragmento campaniforme. estos humildes testimonios han acreditado el origen del asentamiento en el Calcolítico.

En este otro fragmento campaniforme de Callosa se repite un esquema característico del campaniforme del Promontori de Elche, secuencias de puntos impresos alternos en unas bandas y reticulado inciso en otras. la calidad de las fotografías se resiente por la escasa iluminación y disposición alejada del visitante de muchas piezas del Museo.

Vasos campaniformes.

En los años veinte continuó la labor investigadora Josep Colomines, y los materiales fueron al Museo de Arqueología de Cataluña. Allí se conservan medio centenar de piezas cerámicas de este lugar, cuencos de bordes salientes o entrantes, ollas globulares, varias con el borde exvasado, diecisiete tulipas o forma 5 de Siret, dos copas y un vaso de la forma 8.


Gran tulipa de Laderas del Castillo, con una carena muy marcada.

Se conservan además punzones de hueso, un cincel en diorita pulimentada, tres plaquetas de esquisto denominadas afiladeras o brazaletes de arquero, además de dientes de hoz en sílex.

Azuela muy pulida. El material lítico está realizado en sílex, diorita (hay varios afloramientos próximos de diabasas, como el Cabezo Negro de Albatera o San Antón de Orihuela).

Guarda también materiales de Laderas del Castillo de Callosa el Museo Arqueológico de Alicante, Marq, que recientemente efectuó varias campañas de excavación en la que aparecieron nuevos enterramientos, además de unos fragmentos de toritos votivos en terracota. Las excavaciones recientes han establecido además una mayor antigüedad para el asentamiento, pues se han hallado fragmentos de cerámica campaniforme.

Tres fragmentos de campaniforme de la misma Sierra, del Bancalico de los Moros de Redován.

Redován.

Campaniforme inciso de Redován.

El gran poblado se levantó por tanto hace al menos cuatro milenios sobre terrazas en las laderas de levante y poniente de la cima donde se levantaría el castillo islámico, y sobre la Callosa actual.

Alabarda argárica de Callosa.

Además de los restos constructivos en piedra y barro, y de todos los materiales líticos asociados a la Edad del Bronce para la explotación agrícola, como los dientes de hoz de sílex, los molinos de mano, las molederas, o los grandes recipientes de cerámica a mano para el almacenaje, abundan los elementos de metal: armas y herramientas.

Recreación de enterramiento en cista.

El Museo de Cataluña conserva, de este lugar, en cobre o bronce arsenical, una alabarda, dos puñales y dos punzones enmangados en hueso.

Cuencos argáricos de Callosa.


Desde 1979 Callosa cuenta con un Museo local, fundado por el grupo Amigos del Patrimonio Cultural , que se denominó después Museo Arqueológico «Antonio Ballester Ruiz», en honor a su historiador oficial. 

Molino de mano.

Allí se exponen materiales recogidos por esta entidad y otras aportaciones, además de algunos de los hallazgos de las últimas campañas de excavaciones, ocupando el espacio fundamentalmente los procedentes de este poblado, además de algunas cerámicas árabes e ibéricas y una vitrina numismática. 


Cerámica argárica. Laderas del Castillo de Callosa.

Se ha recreado un enterramiento en cista, y además de cerámicas, se exhibe material lítico (poco visible en muchos casos por la disposición alejada y escasa iluminación), óseo y, muy interesante, metálico, incluyendo una valva de molde de fundición.

Detalle del enmangue de una alabarda.

Escoplo o cincel argárico.

Detalle del enterramiento en cista.

Molino de mano y piedras molederas. Hay una buena representación en el Museo.

Cuchillo argárico de Callosa.

Enterramiento argárico  infantil del Tabayà de Aspe, foto publicada por el profesor Mauro Hernández.

Sin duda esta metalurgia local constatada por ese molde algún día quedará vinculada por la investigación, en mi modesta opinión, con el Cabezo de la Mina de Santomera, único afloramiento de cobre en toda esta área, que además afectará a los estudios sobre la metalurgia en la Penya Negra de Crevillente.

Valva de molde de fundición en arenisca.

En cuanto al carácter local de la cerámica y sus procesos de elaboración, contamos con un trabajo del profesor Romualdo Seva, que sintetizo: la manufactura cerámica y la evolución tecnológica viene del Calcolítico y confirma la idea de la existencia de un conocimiento avanzado de la cocción, que es oxidante y no descarta hornos complejos donde se alcanzarían entre 750 y 840 grados de temperatura. Se caracterizan por su color rojizo, marrón o amarillento en superficie y matriz.
Además reconoce la existencia de un comercio claro con el mundo meridional para esta época.

Cuenco con cebada carbonizada. La factura es tosca.

Las formas son las más comunes que identifican el llamado Bronce Valenciano y el Bronce Argárico.
La composición de las pastas contiene elementos metamórficos y volcánicos aparecidos en el poblado de Les Moreres y los afloramientos tanto metamórficos como ígneos que se localizan en el entorno.
La mayoría presentan alisados. El espatulado en menor medida. Puntualmente, se engobában las piezas.

Pequeña tulipa argárica.

Existe cierta uniformidad en la composición mineralógica, con minerales mayoritariamente metamórficos propios de la peculiar geología del entorno, a los que se añade cuarzo de procedencia triásica.

Detalle de un cuenco globular con mamelón.

El desgrasante, muy abundante, siempre mineral, en un tercio de las muestras estaba presente en el sedimento pero se le aumentó una porción para equilibrar la mezcla con los elementos finos. En el resto de muestras fue añadido intencionalmente.

Mazo con hendidura o acanalado central para su sujección. Quizás testimonio de la extracción de mineral en un punto cercano.

Alabarda con tres remaches.

Tulipa de perfil muy nítido.

Enterramiento de adulto del Tabayà de Aspe, fotografía del profesor Mauro Hernández.
El Vinalopó viene a constituir el límite entre en bronce argárico, al sur, y el valenciano, al norte, con excepciones como La Illeta dels Banyets.








sábado, 2 de enero de 2016

Metalurgia y cerámica argáricas.




                                                       Metalurgia y cerámica argáricas.






                       Crisol con mineral de cobre. Reconstrucción en el Museo de Ciudad Real.

    Impresiona la cantidad e importancia de los yacimientos argáricos murcianos; a quienes nos gusta la cerámica arqueológica nos atrae esta cultura de la edad del Bronce porque desarrolló cerámicas excelentes, modeladas a mano y por lo general sin decoración, con bases convexas y superficie bruñida, de gran personalidad, a veces finas, de muy buen acabado.





    Tulipa con pie, forma poco común.



    Tulipa, forma 5 de Louis Siret, Museo de Murcia, con la característica carena.



     Los poblados, casi siempre en altura, sobre escarpes del relieve, estaban protegidos en sus lugares más accesibles con murallas y torreones, como en el Cerro de las Viñas de Lorca, controlando así el territorio circundante y las vías de comunicación próximas.







     Escarpes junto al Cabezo de la Mina, Santomera.




    Tulipa del Museo de Almería.

     

     Se conocen algunos otros poblados que se asientan en llano o pie de monte, con casas aisladas, sin ningún tipo de construcción defensiva, como el Rincón de Almendricos o los Cipreses.




    Enterramiento argárico en cista conformada por lajas de pizarra, Almendricos.


    Lugares como Bagil, Bolvax, Cerro de la Viñas de Coy, Cobatillas la Vieja, Ifre, La Bastida de Totana, la impresionante Almoloya de Pliego, La Placica, la Morra del Moro, Las Covaticas, Los Cipreses, Monteagudo, Murviedro, El Capitán, Punta de Gavilanes, Rincón de Almendricos… 



    Sierra de Enmedio, minas de hierro con asomos de cobre.
    El Cabezo de la Mina de Santomera se halla junto a una vieja explotación de cobres grises con abundancia de tinciones de azurita y malaquita. El poblado de Ifre, junto a los carbonatos de cobre de Pastrana, en Mazarrón.







    ... allí trabajaron también los metales, de forma destacable: elaboraron armas, herramientas y adornos en cobre, bronce, plata y oro, con una tecnología desarrollada, perfeccionando los procesos de fundido, forjado en frío, recocido (para recristalizar y hacer dúctil el metal estirado en frío), laminado y pulido, concentrados en algunos poblados centrales con talleres especializados, ubicados en las partes más elevadas o acrópolis, probablemente relacionados con la proximidad de veneros de materia prima, mineral explotable.



    Filón de carbonatos de cobre. Fácil de detectar por su intensa coloración.



    Molde de arenisca para fundir varillas. Museo de Alcoy.




    Alabarda argárica con remaches.



    Puñal argárico de cobre, a menudo arsenical.
    El cobre o, más tardíamente, el bronce se emplearon para la fabricación de espadas, alabardas, hachas, puñales, cuchillos, punzones, remaches y pequeños adornos, mientras que el oro y la plata se reservaron de brazaletes, pendientes, ensanchadores del lóbulo, anillos y diademas. La plata se obtenía nativa o de los cloruros (querargirita), al desconocerse la copelación (Proyecto Arqueometalurgia de la Península Ibérica), se usaba con más profusión que el oro, y es más abundante en el Sureste Peninsular que en el resto de Europa para esta época, especialmente en el bajo Almanzora (Plata Argárica, Montero, Rovira, Gómez).



    Arete de plata.


    Hasta hace unos años las únicas muestras de plata nativa españolas que se podían localizar en colecciones mineralógicas eran de la corta Santa Matilde, en Herrerías (Cuevas de Almanzora), junto con barita, hasta que se cerró la explotación y se cubrió de estériles. La presencia de este mineral justificaría las trazas de plomo, pero no un proceso de copelación. El metal aparece aleado con pequeñas proporciones de cobre.







    Barita de Corta Santa Matilde, Herrerías. Plomo junto a la plata nativa.

    Plata nativa de Herrerías, Almería.

    En Alicante, aparecen estas cerámicas y estos trabajos en metal en Laderas del Castillo en Callosa y San Antón en Orihuela, antiguas excavaciones del jesuita Julio Furgús, el Cabezo Pardo en la Vega Baja del Segura; y, limitando con el Vinalopó, entremezclando producciones del bronce llamado valenciano, la Horna de Aspe, El Tabayá , Puntal del Búho y Caramoro en Elche, y la Illeta dels Banyets en El Campello, que a esta fecha cierra el límite norte de influencia argárica.



    Brazalete de arquero de pizarra de la Illeta dels Banyets, El Campello, Alicante.
     Tulipa argárica.
    Puntal del Búho, Elche, junto al Vinalopó. Se conoce un pie de copa argárico entre materiales del bronce valenciano.




    Laderas del Castillo de Callosa. Aquí y en San Antón de Callosa excavó el jesuita Julio Furgús.

     
    Como elementos característicos de su cultura material, citar la abundancia de dientes de hoz de sílex, relacionados con la base alimentaria de cereales, trigo y cebada. Las leguminosas, guisantes y habas, se consumían también. En hueso son característicos los botones piramidales y acabados de los enmangues de ciertas armas. La actividad textil se documenta por pesas de telas de barro.



    Molino de mano, museo de Alcoy.




    Trigo, cebada y leguminosas eran la base de la dieta.


    A menudo los dientes de hoz presentan el lustre que sobre el pedernal deja la fricción de la siega.


    Pero la singularidad está centrada en la metalurgia. Paradójicamente, el yacimiento que está proporcionando mejor y más abundante información está en el límite sur de esta cultura, es Peñalosa, en Baños de la Encina, Jaén. Allí, sobre un espolón de pìzarra aterrazado artificialmente han aparecido restos que muestran todo el proceso metalúrgico del cobre y del trabajo de la plata (mineral, crisoles, moldes, lingotes, escorias y gotas de fundición, y piezas acabadas). Se halló un depósito de galena y el molino para su machaqueo, molde para brazaletes, y crisoles con restos de plata en sus paredes. Galena, sin embargo, poco argentífera.



    Moldes de fundición y productos fundidos procedentes de otro contexto cultural, el Cabezo Juré de Alosno, en Huelva.




    Fuelle de piel unido a la tobera. Museo de Ciudad Real, reconstrucción.
Se explotaban filones de óxidos y sulfuros de cobre por medio de martillos de minero, se procedía al molido del mineral, separándose la mena de la ganga por flotación o sedimentación. Este mineral machacado y separado se tostaba fuera de las áreas de habitación , en hornos simples o en las denominadas vasijas-horno, alimentados con aire impulsado por toberas.
 



 Superficie de un lingote de cobre fundido chipriota.




Cobre nativo.

Las impurezas de la masa resultante eran eliminadas con un intenso triturado, y el polvo limpio se fundía en crisoles, en espacios abiertos pero dentro de las casas del poblado. Una vez fundido el metal era vertido en diferentes moldes para la obtención de piezas o lingotes. Predominan punzones, leznas, cinceles y puntas de flecha. En los ajuares funerarios, además de punzones, aparecen objetos de adorno en plata y oro, como aretes y pulseras o brazaletes, y armas: puñales y espadas.




Vasos argáricos en el Museo de Almería.


Ajuares argáricos según Siret.