ISpanYa, la costa de los
fundidores de plata. Fenicios en Tartessos.
Por Juan Antonio Pérez Meca.
Galena argentífera.
El presente artículo es una breve síntesis divulgativa del estado de la cuestión sobre la producción de plata en el momento de la llegada de los fenicios a territorio tartésico.
La metalurgia fenicia de
la plata no puede analizarse, para la Península ibérica, sino en
términos de un debate abierto en función de las evidencias
arqueológicas que arrojen luz sobre la incidencia real del fenómeno
colonial sobre el conocimiento que del proceso metalúrgico y sus
técnicas tuvieron los metalúrgicos indígenas.
Parece aceptable dar por
cierto que quienes asumieron el riesgo de largas navegaciones en
busca de la plata tartésica otorgasen valor al conocimiento de los
procesos extractivos y de fundición que estaba a su alcance en áreas
del oriente donde desarrollaban por generaciones su comercio, así
como a aquel otro atesorado por generaciones de fundidores indígenas
que explotaban zonas extraordinariamente ricas en metales.
A finales de la edad del
bronce la metalurgia del cobre, fruto de una larga tradición desde
el calcolítico, y la de su aleación con el estaño, alcanzaba cotas
comparables a las de otras zonas del Mediterráneo por su calidad.
El mundo argárico del
sureste peninsular precedía a la excelencia del florecimiento de la
metalurgia del bronce en el área en torno a la faja pirítica del
suroeste. Una minería basada en la explotación de filones de los
bien reconocibles carbonatos de cobre, con sus coloraciones verdes y
azules, y el proceso de reducción del mineral, primero seleccionado
y limpio de gangas, y luego molido, constituían los pilares del
proceso.
La tumba del prospector de plata.
Pero, ¿y la plata? Los objetos argáricos de plata
más característicos son de adorno personal: anillos, aretes,
pendientes, pulseras, diademas y cuentas de collar, y se suelen
encontrar en tumbas.
Estas líneas tratan de responder a cómo se obtenía
esa plata en el mundo argárico, de qué minerales, y con qué
técnicas, como un conocimiento previo y necesario para comprender la
aportación fenicia a la metalurgia de la plata.
Los yacimientos argáricos aparecen diseminados por
el sureste peninsular ocupando algunas de las zonas más ricas en
plomo y plata. Es conveniente formularse estas cuestiones desde el
análisis previo de las técnicas de obtención del metal blanco.
Piedra con cazoletas y manos de machaqueo de mineral. Museo de Riotinto.
Partimos del proceso. Para fundir plata se pone el
mineral molido, junto con un fundente, que puede ser cuarzo, o cal de
conchas o huesos, en un crisol refractario, dentro del horno, y se
lleva a temperatura de fusión, obteniéndose dos productos: la
escoria, es decir, el desecho, y el régulo, que es un botón o
bolita de amalgama, compuesta de plata y plomo, junto con otros
minerales, cuya presencia se denomina traza. El plomo actúa como
aglutinante de la plata. Puede estar presente en el mineral fundido,
galenas de plomo argentífero, o añadirse a minerales de plata. Para
separar la amalgama se utiliza la copelación, método llamado así
por la forma de copa (copela) del vaso en que se realiza. Esta forma
tiene su razón de ser en que, además de concentrar el calor,
permite adherirse a sus paredes el metal volatilizado. El régulo
puesto en la copela se somete de nuevo a la acción del fuego, y a
determinada temperatura se separan plata y plomo. Parte del mismo se
evapora, y otra parte queda adherida al fondo de la copela en forma
de óxidos de plomo, uno de ellos el litargirio. Sobre esta capa
queda la plata en estado líquido, vertiéndose al molde. Estos
óxidos de plomo, o litargirios, del fondo de la copela, han sido
hallados en el pecio fenicio denominado Mazarrrón 2, sumando dos
toneladas de peso, más de cuatrocientas tortas, y su destino debió
ser llevarlos a explotaciones mineras deficitarias en plomo para
copelar plata, circunstancia común a las explotaciones argentíferas
del suroeste. El litargiro es un óxido de plomo que aparece también
de forma natural como mineral secundario en los yacimientos e plomo,
junto a la masicotita.
Crisol. Museo de Riotinto.
De Rocío Izquierdo
Montes, en su trabajo Sobre la copelación de la plata en el
mundo tartésico, que centra su estudio en el área del suroeste,
es decir, Riotinto como el gran centro productor tartésico y otros
(como las sierras onubenses del Andévalo, junto a los de
Aznalcóllar, Guadalcanal, y Cazalla, en Sevilla, y los cacereños de
Plasenzuela y La Motilla), tomamos algunas referencias.
Esta autora describe el
proceso siguiendo a Fernández Jurado, y estudia los tipos de
copelas y de hornos.
¿Como era la copela?
Siguiendo a Izquierdo, un tipo de copela descrita por un orfebre en
el siglo XVI se prepararía con una pasta de huesos quemados, cal y
agua, envolviendo la amalgama, que se apelmazaría en una especie de
coladores de cerámica con orificios (del tipo de los aparecidos en
el Cabezo Pequeño del estaño), si bien su función no está clara,
atribuyéndole los excavadores de este yacimiento la de concentrar el
calor .
Otras copelas, de las que
una docena conteniendo plomo adherido interiormente se recogieron en
la excavación de Monte Romero, en Almonaster, serían vasos
cerámicos oblongos con borde engrosado.
El horno parece que debió
ser similar a las fraguas de herrero, un hogar simple alimentado por
carbón vegetal nutrido de oxígeno mediante uno o más fuelles
conectado a unas toberas de cerámica.
Corta de la Peña del Hierro, Nerva, Huelva.
Una de las cuestiones
debatidas por los especialistas es si conocían los habitantes del
Argar la técnica de la copelación. Se han documentado más de
setecientos objetos de plata de la cultura argárica del Bronce
Medio, la mayor parte en la cuenca del río Vera. Pero no se han
encontrado evidencias de copelación en esta zona para esas
cronologías.
Es cierto que la propia
actividad minera destruye de un modo muy significativo los restos
arqueológicos de explotaciones mineras más antiguas, cuando la
abundancia del mineral hace de su explotación una actividad
prolongada durante siglos. Parece impensable localizar hoy en una de
las grandes cortas mineras a cielo abierto, a menudo encuadradas
sobre la superificie de antiguas minas de interior, o entre barrancos
salpicados de antiguas escombreras, los humildes restos de una
pequeña actividad metalúrgica de hace casi cuatro milenios. Incluso
el reaprovechamiento de escombreras antiguas ha sido práctica común
conforme han ido avanzando las posibilidades técnicas de extraer
metal de lo desechado por otros antes.
Muestra del gossan de Peña del Hierro, Nerva, Huelva.
Esa abundancia de objetos de plata argárica, frente
a su escasez en zonas productoras como el suroeste de objetos
argénteos de esa cronología, se ha explicado tradicionalmente por
la relativa abundancia de plata nativa y cloruros de plata de fácil
laboreo en el sureste de la Península Ibérica. Decía Siret que Las
Herrerías, junto a su casa, era la mayor concentración de plata
nativa de la Península Ibérica. Aun hasta hace unos años, en que
se soterró con escombros la corta Santa Matilde, se extraían de
ella platas nativas. Es decir, el uso de plata nativa en la Edad del
Bronce ibérica se había deducido principalmente por la falta de
evidencias de copelación (La plata de la Cultura de El Argar del
Sur de la Península Ibérica: una primera aproximación a su
producción y distribución. (Bartelheim, Contreras, Moreno,
Murillo-Barroso, Pernicka.)
Capacho de cargar mineral. Museo Arqueológico de Murcia.
En La Unión, en la sierra de Cartagena, la minería
del siglo XIX buscaba los conocidos por los mineros como blanquetes,
bolsadas de arcilla muy ricas en cloruros de plata. El hallazgo de
una de estas bolsadas en el Cabezo Rajao supuso el renacimiento de
las viejas explotaciones romanas.
Sin la técnica de copelación no podía extraerse
plata de minerales complejos. Y la galena argentífera es un mineral
excepcionalmente abundante en varias zonas de la Península Ibérica.
Sin ir más lejos, junto a las Herrerías, en Almería, el
descubrimiento del formidable filón de plomo argentífero del Jaroso
fue el responsable del desarrollo económico de esa zona durante
decenios.
Los resultados de los
análisis de elementos traza (esos minerales secundarios que aparecen
en ínfima proporción) de una serie de objetos de plata de varios
yacimientos argáricos han suministrado por primera vez una evidencia
del uso de plata nativa.
Crisol. Museo Arqueológico de Ciudad Real.
Por otra parte, los
proyectos arqueológicos recientes basados en análisis de los
isótopos de plomo de estos objetos argáricos parecen probar que la
plata de la mayoría de ellos no procede de ninguno de los distritos
mineros mejor caracterizados, y aun relativizando las limitaciones
del método (escasez de la muestra, muy centrada en el cobre para
alear bronce, y la cuestión de las aleaciones de reciclado) , nos
conduce a una mayor complejidad del análisis donde el tráfico de
metales adquiere un papel más relevante: “Apuntaríamos un
patrón de movilidad del metal con un alto nivel de intercambio en
los objetos que forman parte de los ajuares funerarios” (Ignacio
Montero-Ruiz y Mercedes Murillo-Barroso, Análisis de la producción
y consumo del metal en la sociedad argárica).
Este factor del
reprovechamiento por refundición así como el mismo comercio del
valioso metal es uno de los factores de distorsión del valor de los
análisis de determinación de la procedencia de las menas en los
productos a partir de la presencia porcentual de minerales
secundarios.
Otro factor de distorsión
de la cuestión de las cronologías en el conocimiento de la
explotación minero metalúrgica sería el hecho citado de la escasez
de evidencias antiguas en paisajes mineros explotados
ininterrumpidamente: pocos y escasos restos.
Vaso orientalizante. Museo de Riotinto.
Respecto a la copelación
de la plata, Blanco y Rothenberg ya en 1981 defendieron el
conocimiento de esta técnica antes de la llegada de los fenicios. En
su hipótesis continuista la metalurgia de Tartessos era heredera de
la megalítica del suroeste y de la argárica del sureste. El
problema era la falta de evidencias de dichos conocimientos
metalúrgicos en época pretartésica.
.Indudablemente, los datos
arqueológicos demuestran que se producía plata durante el Bronce
Pleno, y, al igual que lo dicho para el Argar, aparecen objetos de
plata de adorno personal en tumbas del horizonte de las cistas del
Suroeste.
Igualmente, por la misma
época se documentan restos de actividad metalúrgica que se han
interpretado como producto del beneficio de la plata ( Pérez
Macías).
Para unos, como Pérez
Macías, los territorios del Suroeste habrían conocido la copelación
como técnica extractiva de dicho metal, al igual que los argáricos
(Harrison).
Otros autores, por contra,
sostienen que se trataba de plata nativa o bien obtenida de minerales
fácilmente beneficiables sin necesidad de copelación, y ello en
ambas zonas productoras.
Para la hipótesis
continuista no serían los fenicios quienes introdujeron la técnica
de la copelación de la plata en Tartessos, En esta línea, J.A.
Pérez Macías (1995) afirma que se aplicaba la copelación para
beneficiar minerales de plata antes de la llegada de los fenicios,
remontándola a plena Edad del Bronce. Los fenicios habrían tenido
noticias de navegantes de la plata de Tartessos desde época
micénica, lo que alentaría su búsqueda y la organización de una
red de producción y comercial que alcanzó un nivel industrial en
el Período Orientalizante.. De esta manera, la copelación se
presenta como una de tantas innovaciones que llegan de la mano de los
fenicios a Tartessos.
Cerámica polícroma orientalizante. Museo de Ciudad Real.
Quizás las hipótesis no
debieran formularse exclusivamente al amparo de las evidencias
arqueológicas conocidas, máxime por la dificultad de su
conservación, sino también desde la lógica que asocia determinados
productos metálicos para cronologías concretas a yacimientos de
mineral de gran relevancia próximos a asentamientos, a la espera de
constatar la actividad minera por evidencias arqueológicas. Por
ejemplo, resulta impensable que en el Cabezo de la Fuente, o de la
Mina, en Santomera, Murcia, donde se encuentra un poblado argárico
sobre la misma mina de cobre, único yacimiento de este metal en
muchos kilómetros a la redonda, se descartase la explotación en
esas cronologías por falta de evidencias arqueológicas.
El asentamiento fenicio de
Baria, Villaricos, datado en el s. VIII a.d.C., está pegado
literalmente a la mayor masa de cloruros de plata y plata nativa de
la península, las Herrerías, hoy soterrada la corta, por cierto, y
al pie de la Sierra Almagrera, un verdadero emporio de galena
argentífera. Abdera es de esa cronología, y es el acceso costero
natural, a las grandes minas de galena argentífera que salpican la
sierra de Gádor y Lújar, cuya Loma del Sueño es un cúmulo mítico
de mineral de plomo argentífero.
Recipiente de alabastro.
Sabemos que los fenicios
están asentados y diseminados a lo largo de la costa desde el siglo
octavo a.C., desde el Algarve hasta la desembocadura del Segura.
Recientemente dos
importantes hallazgos han alentado la investigacion arqueometalúrgica
fenicia: el pecio de Mazarrón, cargado de lingotes de litargirio, y
la excavación de un taller metalúrgico completo en la desembocadura
del río Segura, el Cabezo Pequeño del Estaño, muy cerca de La
Fonteta, donde hay galena desde su momento inicial, el siglo VIII
a.d.C. También el propio taller del Cabezo del Estaño ha
proporcionado un fragmento de galena y probablemente supondrá una
interesante aportación al conocimiento de los procesos. La distancia
en barco de cabotaje entre la desembocadura del Segura, y el
descargadero natural de las minas de La Unión, el viejo Portus
Magnus, Portman, es corta.
Fundiendo plata.
Por otra parte, aunque los
fenicios ni eran mineros ni metalúrgicos, accedían sin duda a un
amplio conocimiento en todo aquello útil a sus intereses
comerciales. Las explotaciones de plomo y de plata como su valioso
subproducto tenían una tradición milenaria en Oriente próximo, en
Anatolia, donde se han encontrado evidencias en forma de litargirio.
Según las escorias de aquellos primeros procesos, debieron explotar
óxidos y carbonatos de plata de las monteras de alteración de los
yacimientos de sulfuros, es decir, no las galenas argentíferas, sino
minerales más superficiales, especialmente la cerusita. Quizá por
ello no se han hallado pruebas de que en torno al primer milenio
a.d.C. se conociera en Oriente el proceso de obtención de plata a
partir de la galena argentífera, es decir, la copelación. Por otra
parte, la carga de lingotes de litargirio del pecio de Mazarrón, la
presencia de galena en el Cabezo del plomo del propio Mazarrón, o
las ya citaf¡das evidencias de este mineral en ma¡ambos yacimientos
de Guardamar atestiguan que en el siglo VIII a. d. C. los fenicios
copelaban la plata en occidente.
Galena argentífera de la Berja, sierra de Gádor, Almería.
La publicación “Las
metalurgias fenicias en el Mediterráneo”, de Martina Renzi y
Salvador Rovira, aporta una respuesta desde el mismo proceso que
parece aconsejar plantear la cuestión del conocimiento de la
copelación por los fenicios en otros términos. La tostación, como
primer paso en el proceso de la obtención de plata, al eliminar el
azufre, transformaría la galena en óxido de plomo, con lo que la
subsiguiente reducción tendría en el crisol el mismo material que
si se hubiese partido de, por ejemplo, cerusita. No son dos procesos
separados, sino uno con dos fases, desprendiéndose el gas sulfuroso
entre los 500 y 600 grados de manera que cuando el mineral llega a la
cámara de reducción se ha oxidado y convertido en buena parte en
carbonato de plomo.
Estos autores entienden
que hacia el Bronce Final se constata beneficio de la plata por
copelación en la Corta Lago, en Riotinto. Es decir, se copelaba
plata en Tartessos antes de aparecer el influjo fenicio. Y ello a
partir de dos mineralizaciones superficiales: la jarosita
argentífera, presente en el gossan ferrífero, y a partir del gossan
cuproargentífero.
Proceso de fundición artesanal.
La copelación se habría
introducido en suelo tartésico dentro de esa etapa mal conocida que
es la Precolonización. El conocimiento previo de los indígenas para
extraer minerales cupriferos y fundir cobre sería un factor
esencial. Conocían bien estas monteras rojas de gossan ricas en
metales.
La aportación tecnológica
fenicia habría sido doble: el horno metalúrgico, y el uso del
litargirio como captador de la plata, para separarla del plomo. Sin
esa tecnología la reducción del gossan no daría plata. Esa sería
la repuesta a la carga del pecio de Mazarrón, el uso del litargirio
como captador, al igual que opera el mercurio en la extración del
oro. Si fue la experiencia empírica de los fundidores nativos, si
fue la difusión de nuevos conocimientos derivados de la explotación
de las minas de Laurión, en Grecia, donde ya se copela plata en el
siglo IX, no lo sabemos.
En las sierras plumbíferas
de Murcia y Almería la explotación de sus ricos filones de
galena argentífera continuará durante siglos bajo la
influencia púnica o el poder romano,
así como en Sierra
Morena, con el valle de Alcudia y Castulo como proveedores de
plata a Roma.
Bibliografia básica:
Análisis
de la producción y consumo del metal en la sociedad argárica.
Ignacio
Montero-Ruiz y Mercedes Murillo-Barroso,
La
plata de la Cultura de El Argar del Sur de la Península Ibérica:
una primera aproximación a su producción y distribución.
(Bartelheim, Contreras, Moreno, Murillo-Barroso, Pernicka.)
Análisis de la producción y
consumo del metal en la sociedad argárica. Ignacio Montero-Ruiz y
Mercedes Murillo-Barroso,
Las metalurgias fenicias
en el Mediterráneo, Martina Renzi y Salvador Rovira Llorens,
Phicaria.
Sobre
la copelación de la plata en el mundo tartésico. Rocío Izquierdo
Montes
La metalurgia fenicia en
Abdera durante el primer milenio a.C. Susana Carpintero Lozano.
Metalurgia fenicia en el
sureste ibérico:el taller del Cabezo Pequeño del Estaño. Prados,
García Menárguez, Jiménez Vialás.Complutum
Pico del Oro,( Tharsis,
Huelva). Contra argumentos sobre la crisis metalúrgica tartésica.
Pérez Macías, Juan Aurelio.
Minas españolas de plomo,
De la galena argentífera a la minería del plomo-cinc. Juan Antonio
Pérez Meca, Arqueoceramica.
La plata argárica. Juan
Antonio Pérez Meca, Arqueoceramica.
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